1. Hungry Like The Wolf

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Los estéreos en su máximo volumen y ese chirriante automóvil no fue lo único que le sorprendió ese día.

Bajar de su propio auto y cerrar la puerta con furia fue lo que pudo hacer al sentir esa radiante sonrisa quemando su nuca, igual que ayer, igual que toda la semana.

Quizás el intentar estacionarse en un lugar lejos del rubio problemático sería la solución, aunque ceder a su insistente presencia solo mostraba la rendición ante su sucio juego de acoso y, definitivamente, Steve no había perdido sin antes luchar la batalla.

—No me gusta que me ignores —una rasposa voz rozó la oreja del castaño y un confianzudo brazo se extendió entre sus hombros.

—Llamar la atención como una princesa es lo tuyo —la mochila colgando en su hombro ayudó a empujar ese cuerpo inservible.

¿Cómo carajos había llegado tan rápido? 

—La princesa aquí eres tú, Harrington, te queda muy bien el apodo —unas manos buscando en sus bolsillos y pronto Hargrove tenia un cigarrillo entre los labios.

—¿Entraremos a la escuela y te pones a fumar? —el castaño rió nada divertido y negó con la cabeza, siendo cuidadosamente observado —Sí que eres un idiota.

—Deberías dejar de mirar lo que hago entonces, princesa —aunque el apodo parecía ser suave, el agresivo tono de la frase le dijo a Steve que estaba irritando al californiano más de lo debido y hacerlo sonaba divertido —Aunque eso debe gustarte demasiado —humo chocó contra su rostro.

—Sí, me gusta observar a un jodido tipo que me amenaza con algo estúpido —Billy rió por la reacción y Steve paró sus furiosas pisadas muy cerca de la entrada —Me encanta eso —un gruñido por la felicidad del contrario y el hablante no tardó en huir por los pasillos tras abrir la puerta de vidrio con un ceño fruncido.

Estaba cansado de perder cada batalla verbal y sentir como la amenaza llegaba hasta a ser implícita. Odiaba ser presionado, sucumbido y, en mayor magnitud, cuando había una buena razón para aguantar tal abuso.

¿Por qué llorar por una chica debía ser tan vergonzoso cómo para ocultarlo?
Frustración lo nubló por completo.

—... ¿Steve? —Nancy parpadeó confundida y el nombrado no estaba mejor.

Porque ahí estaba la causante de sus lágrimas silenciosas.

—¿Qué?

—Tus gafas —sus pequeñas manos sostenían esas negras lunas entre sus dedos —Cayeron de tu mochila.

—Claro, gracias —carraspeo suavemente para calmarse, esos ojos dulces lo miraban con preocupación cuando tomó lo que le pertenecía.

No podía aparecer alguien mejor en la escena.

—¿Estás bien? —su instinto periodístico le hizo observar a las afueras de la escuela y le fue extraño el notar cómo Billy Hargrove no apartaba una filosa mirada de su ex novio. 

—Sí, muy bien siempre —sonrisa sincera y Nancy se la devolvió algo temerosa.

Después de lo sucedido en la fiesta, era difícil volver a verse sin sentir culpa o dolor, al menos este ultimo por parte de Steve, quien evitaba el tener este tipo de contacto, pues la nostalgia suave y penetrante le hacia hundirse en la tristeza.

Aún tenía un buen espacio para Nance en su corazón y eso era, además de estúpido, muy incómodo.

—Bien.

—Bien.

Ella fue la primera en desaparecer y Steve, después de respirar hondo unas cuantas veces, decidió hacer lo mismo.

Queers (Harringrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora