14. I Was Made For Lovin' You

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La escuela saltaba en alegría por las actividades deportivas esta semana.

No solo se acercaba el campeonato para el equipo de baloncesto, el de fútbol americano corría efusivo por las canchas y pasillos, anunciando la fogata de fin de semana como apertura del evento.

El sol reluciente en la mañana parecía estar de ánimo también, entrando por los ventanales de la secundaria como una caricia de buenas señales para hoy.

Las porristas pasaron sonrientes y coquetas mientras agitaban sus pompones.

Steve llegó muy pronto al festín improvisado, abriendo su casillero y observándolas de lejos con una sonrisa suave.

Oyendo sus cánticos al deslizarse con esos movimientos elegantes por todo el espacio.

Vitoreos suaves eran el fondo musical.

El castaño no pudo evitar el lanzar un suave asentimiento a una delgada rubia que batió sus pestañas cuando lo vio.

Su ceñido uniforme verde se veía impecable.

-Esta noche.

Pero otro cabello amarillo y reluciente llamó su atención al instante.

En especial cuando cerró de golpe el metal e impuso su jodida figura frente a sus ojos.

Su piel bronceada era el nuevo paisaje.

-Tengo actividades pendientes, Hargrove -murmuró tras suspirar por el susto cardíaco -y no es nada lindo que trates de impresionarme rompiendo la puerta de mi casillero cada que quieres hablarme.

-Si tus estúpidos ojos estarían en mí -su boca se movió muy lenta -no necesitaría golpear cada mierda que se me cruce.

Las porristas ya habían desaparecido de su mente.

Steve negó con una sonrisa baja, porque Billy tenía esos labios estirados con gracia y sus perversos ojos entrecerrados mientras lo observaba.

-¿Debo recordarte que ayer le guiñaste un jodido ojo a Carol?

-Jesús, Harrington, es la zorra de Carol -la risa de Billy era tan ronca y suave a la vez, que Steve dudó si podría aguantar más tiempo sin acortar la distancia -Lo hice para que tu "mejor amigo" Tommy entienda cuál es su maldito lugar.

-¿Y cuál es su maldito lugar?

Relamió sus dientes seductoramente antes de contestar.

-Bajo mis pies, princesa.

Maldito presumido.

-Muy bien.

Billy mordió sus labios al ver a esos grandes ojos rodando con ironía y a ese cabello castaño perfectamente acomodado en su sitio.

Una gran necesidad de desordenarlo en ese preciso momento lo invadió.

-Esta noche entonces.

La respiración pesada del contrario se normalizó, sabía muy bien que Billy lo estaba mirando fija y certeramente, haciendo de una simple conversación un encuentro con tensión ilimitada.

Steve solo se limitó a gruñir cuando guardó su mochila por completo.

-Tengo que estar en casa.

-Que sea entonces en tu castillo, Harrington.

Un silencio logró que sus miradas duraran más tiempo observándose.

Steve estuvo con la boca entreabierta por un buen tiempo, procesando la propuesta de encuentro que sonaba tan insinuante como se veían los labios de Billy.

Queers (Harringrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora