Capítulo 28

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¿Estás bien?, Últimamente, detestaba esa pregunta, claramente no lo estaba, la vida se había empeñado en romper mí alma y corazón.

Cuando volví a la empresa, las miradas y los comentarios de lástima y odio, no tardaron en llegar, sin prestarle atención, seguí caminando hasta mí oficina.

Me senté y tiré mí cabeza hacia atrás, cerré los ojos cuando la puerta fue tocada, sólo quería un minuto de paz.

- Tae,- me incorporé al reconocer la voz- ¿Puedo pasar?.

- Nam, sí, pasa.

Me sonrió antes de entrar y sentarse.- ¿Cómo te encuentras?.

Cambió la pregunta, pero la respuesta era la misma, levanté los hombros.- Creo que me estoy acostumbrado a esto.

- Sabes, puedo entenderte un poco, mí vida tampoco fue fácil, mis padres murieron en un accidente cuando tenía trece años, mayor de cuatro hermanos, el más chiquito, tenía cinco meses, ninguno de nuestros familiares se quiso hacer cargo de nosotros, y, ¿Qué podía hacer un niño de esa edad?, Nos llevaron a un orfanato, los peores cinco años de mí vida, ví como golpeaban a mis hermanos, como pasaron hambre, y muchas cosas más, entre esas, como los separaban de mí,- aclaró su garganta- contaba los días para salir de ese lugar, llegué al punto de querer acabar con mí vida, pero desperté por quinta vez consecutiva, en la cama del hospital, supe que eso no era lo que quería, mis hermanos no merecían eso, iba a luchar por ellos, estudié, y cuando cumplí la mayoría de edad, cobré una pequeña herencia que mis padres nos dejaron, y aunque no me pertenecía todo a mí, la ocupé, busqué a mis hermanos, todos tenían una vida de lujos, ninguno quería nada, algunos hasta me culparon de su sufrimiento, los entendía, mí corazón estaba destrozado, pero seguí, lo hice por mí hermano pequeño, sigo sin encontrarlo... Con lo que sobró, vine a Japón y abrí una pequeña empresa, costó muchísimo, pero alguien confío en mí, le debo mucho.

- Nam, lo siento mucho.- apreté su mano.

- No, Tae, estas cosas te enseñan a crecer, mis hermanos me dejaron de hablar, pero todo esto es para ellos, sigo luchando por mí hermano pequeño, y aunque le debo mucho a quien confío en mí, hice muchas cosas de las que me arrepiento, yo realmente siento mucho lo que te pasó, pero debes luchar por lo que amas, siempre hay una luz al final del túnel.

- Gracias, Nam.- ambos nos levantamos y nos abrazamos.

- Te quiero, Tae.

- También yo.

Las palabras de Namjoon, me hicieron pensar en muchas cosas, no iba a rendirme, iba a luchar... Pero todas esas fuerzas que lograba tener en el día, se desvanecían cuando la noche llegaba.

Fueron dos semanas dónde el día era perfecto, pero en las noches la soledad me consumía, no dormía, o por lo menos en las noches que Yoongi, se iba.

Jungkook, volvió al trabajo, y con él, la noticia de que ya no estaría supervisando las sesiones de fotos, según Yugyeom, fue a pedido del pelinegro.

Lo único bueno de que no agregaran más trabajo, era que pude ponerme al día con todo el que tenía.

Guardo la última carpeta y no tengo nada más que hacer, solo empezar a dar vueltas en mí silla, giré, giré, hasta que golpear mí rodilla, con el cajón del escritorio.

Toco la zona donde me dolía, seguro quedaría alguna marca, vuelvo a mirar con lo que me pegué, y es ahí donde caigo en cuenta de lo que había adentro.

Lo abro y veo todas las cartas que Jungkook, me mandó por un año, las saco y antes de leerlas, bajo las cortinas, para que nadie vea lo que hago.

Mí desafortunado amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora