Horacio con H

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20 años después.

Eran las 6:00 a.m en la ciudad de Los Santos, el sol comenzaba a brillar indicando el comienzo de un nuevo día, los niños se alistaban para un día de escuela, las madres preparaban el desayuno para sus maridos y sus hijos, era un día soleado, el cielo se encontraba despejado y a pesar del frió de invierno pintaba a ser un buen día, los gorrioncillos comenzaban a cantar y el trafico comenzaba a hacerse notar en las calles.

En un departamento del centro de la ciudad se encontraba cierto moreno que intentaba cubrirse con su almohada de los molestos rayos de luz que le alcanzaban a la cara, sin éxito. Se escucho el molesto sonido de la alarma del móvil que tenia programada para levantarse y prepararse para ir al trabajo, resopló molesto y cansado, no había podido conciliar el sueño durante la noche, los vecinos del piso de abajo habían tenido una escandalosa fiesta que no le permitió descansar como se debía, quizá mas tarde pondría una queja al portero del edificio ya que no era la primera vez que no dormía bien por culpa de sus vecinos. De muy mala gana se levanto y se dispuso a darse una ducha de agua caliente para relajar sus músculos tensos, disfrutaba darse duchas así, desafortunadamente debía apurarse si quería llegar a tiempo a la comisaria, vaya que si por el fuera se estaría todo el día en esa regadera y solo saldría para comer o dormir sus 8 horas seguidas y sin interrupciones. Con ese pensamiento en la cabeza apagó la regadera y salio del baño con una toalla alrededor de su cadera, se dirigió a su recamara de nuevo, saco su uniforme y lo coloco sobre la cama, se comenzó a vestir rápidamente para alcanzar a hacer algo de desayunar y no llegar a la comisaria con el estomago vació. Cocino unos ricos panques con chocolate y un café bien cargado para no quedarse dormido durante los patrullajes que realizaría ese día, cuando termino se dirijo al baño de nuevo a limpiar sus dientes y ponerse colonia, estando ahí frente al espejo se dedico un momento a observarse planto su mirada sobre sus cabellos, eran azules y los tenia peinados en una cresta sonrió al recordar el por que de esos cabellos tan extravagantes.

–Gustabo, ¿puedo preguntarte algo?– el pequeño tenia esa duda desde hacia ya unos años y quería resolverla de una vez por todas, al ver que el contrario asentía mientras daba otra mordida a su hamburguesa, preguntó –¿Por qué siempre traes sombrero? Quiero decir, desde que te conozco siempre lo has traído y nunca me has dicho por que–

–Es mi marca– respondió con simpleza.

–¿Tu marca? ¿Como que tu marca?–

–Soy fiel creyente de que todas las personas deberían sobresalir por algo, algunas personas sobresalen por llevar muchos tatuajes, por llevar perforaciones, por usar pelucas, por maquillarse en exceso, por no maquillarse nada...y yo pues, sobresalgo por siempre usar mi sobrero– Lo miro interrogante –¿y tu que marca tienes Horacio?–

Pensó durante varios días, deseoso por saber cual seria su marca, quería algo que fuera único, que nunca nadie hubiera visto antes y una noche lo consiguió ¡Se pintaría el cabello rojo! Nunca nadie había visto a alguien con el cabello de ese color, pero debía juntar dinero y así fue al cabo de unos meses mendigando monedas y trabajando haciendo mandados a personas mayores logro ahorrar lo suficiente para pintar su cabello y esa seria su marca siempre. Lo de la cresta fue una sugerencia de su amigo Gustabo para darle un poco mas de estilo al peinado.

Salio del departamento con un termo de café en las manos, sus gafas puestas, y una mochila donde llevaba pertenencias como una cajetilla de cigarros, un cambio de ropa y su billetera. En el ascensor se cruzo con un chico un poco mas bajo con el, de piel blanca y suave. Su cabello era gris, muy lindo a su punto de vista, iba vestido con un pantalón gris oscuro y una camisa azul marino, zapatos negros de vestir y una pistolera de cuero café, también llevaba unos lentes de sol oscuros que cargaba sobre su camisa.