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Era una mañana particularmente fresca, la brisa que golpeaba suavemente su rostro tenia un rastro de humedad notable, iba a llover ese día. Las nubes grises que cubrían todo el cielo, el viento que soplaba arrastrando las hojas de los arboles, los pocos transeúnte caminando por la acera daban convicción a su pensamiento. Cogió un cigarrillo y lo encendió con el mechero que le habían regalado sus hijos por el día del padre, hace aproximadamente 15 años. Era color negro mate que ponía una placa de policía y una leyenda de letras doradas justo debajo de esta.

"¡Para nuestro policía favorito!" 

Se pego el mechero al pecho, justo en el corazón y cerro los ojos aferrándose al recuerdo de sus pequeños corriendo emocionados al ver que su padre había vuelto después de una larga y laboriosa jornada de trabajo, corrían dando brincos y lanzándose para darle un cálido abrazo de bienvenida seguido de un beso en cada una de sus mejillas. Su hermosa Julia  observando  la escena enternecida. Jack caminando de la mano de sus dos pequeños dirigiéndose a el interior de su hogar. Los cuatro cenando en familia, escuchando las aventuras que habían vivido sus hijos en el colegio. Bailar con su esposa en la habitación, descalzos al ritmo de "I want to know love is".

No se percato de la lagrima que se había escapado recorría su rostro hasta que sintió el sabor a sal de esta en la comisura de sus labios. Se restregó la cara con el ante-brazo, limpiando cualquier indicio que pudiera delatarlo de haber estado llorando. Soltó la colilla del cigarro al asfalto y la piso, apagando por completo su llama. Tomo una gran bocanada de aire y la libero en un sonoro suspiro, estaba cansado hacia varios días ya que no había logrado consolar el sueño. En la comisaria todo era un caos, entre que la mafia les estaba ganando la guerra y que nadie en el cuerpo se tomaba las cosas enserio. Estaban acabando rápidamente con su paciencia, empezaba a desesperarle la situación actual de la ciudad.

Observo un Audi color amarillo chillón aparcar delante de el, de este bajo un chico vestido con una sudadera color ocre y unos pantalones cortos negros, llevaba una gorra, por encima la capucha de la sudadera y unas gafas de sol. 

Gustabo le había enviado un mensaje preguntándole si podían quedar esa mañana para hablar sobre algo importante, el accedió invitándole a que se pasara a su casa antes de ir al trabajo. Lo había estado esperando afuera en el porche, fumando para matar el tiempo. Cuando el contrario llego se dirigieron los dos al interior de la casa.

–¿Y bien? ¿Que era eso tan importante que tenias que decirme?– Pregunto.

–Vale...– Se quedo en silencio unos segundos antes de volver a hablar –Joder, ¿como te lo digo sin que quieras darme con la porra?–

Conway alzo una ceja confuso. 

–Suéltalo y ya, coño–

–¿Volkov te ha informado de lo que sucedió ayer con Horacio?– Gustabo observo como su superior negaba con la cabeza. Soltó un suspiro pesado, se saco la capucha y volteo su gorra con la visera dando a su espalda antes de seguir hablando. –Ya veo...ayer tuvimos unos problemas con El Gringo. En realidad todo fue muy rápido, se suponía que iban a darnos el pago y mas mercancía para vender. Cuando entramos al lugar acordado estaba todo apagado y solo habían dos jeeps junto a la entrada, entramos con arma en mano por que logicamente habia algo mal, pero el niño sea alejo de mi unos metros. Tomaron a Horacio y lo golpearon varias veces, tome el arma y le apunte a Gringo. Nos insultamos un poco y luego me pregunto "¿Cuanto tiempo llevan trabajando para la policía?" Obviamente le dije que no era así y me contesto que no tenia pruebas pero iba a seguir investigandonos.–

–¿Habéis hablado de esto con alguien? Me refiero a que son sapos–

–Que no, viejo. Claro que no- Nego el rubio un tanto ofendido por la pregunta.

Horacio con HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora