7

621 66 10
                                    

Al rededor de una semana había pasado desde la desaparición del comisario Greco Rodriguez, la noticia seguía siendo merecedora de la primera plana de todos los periódicos de la ciudad, los reporteros cuestionaban la eficiencia del Centro Nacional de Policía al no tener ningún tipo de información sobre lo sucedido. El comisario Volkov había dado una entrevista ordenada por el alcalde de la ciudad, explicando la situación y dando información limitada sobre las pistas que tenían para tranquilizar a la prensa. 

Dentro de comisaria todo había cambiado, el ambiente se había vuelto pesado de cojones y el único ruido que se escuchaba eran los gritos del comisario y el super intendente discutiendo o azotando puertas, Volkov había perdido un poco la cordura. Se había vuelto mas temperamental y explosivo de lo que era antes, su carácter y el de Conway chocaban a cada momento, esa era una de las causas de los pocos avances que habían podido conseguir en la investigación, uno no podía articular una palabra sin que el otro le llevara la contraria.

Gustabo y Horacio iban de camino a comisaria para hablar con Conway, hace menos de quince minutos los dos recibieron un correo cifrado citándolos en un islote según las coordenadas que venían escritas. Llevaban cada uno una pañoleta cubriéndoles la mitad del rostro y sudaderas oscuras, entraron por la puerta trasera del edificio donde cacheaban a los criminales. Ingresaron mirando todo a su al rededor, el ambiente se sentía diferente. Pasaron por las celdas de los detenidos y el rubio no pudo dejar pasar la oportunidad.

–¡Púdrete ahí puerco!– Rio por lo bajo, recibiendo insultos del preso.

–¡Como salgas de ahí te reviento la cabeza!– Horacio le siguió el juego pasando su pulgar por el cuello a manera de amenaza.

Entre risas subieron las escaleras para llegar al segundo piso, pero ambos se detuvieron en seco al escuchar un fuerte golpe que provenía del interior del despacho de su jefe, se miraron confundidos y caminaron con cautela hasta estar frente a la puerta. Pegaron sus orejas para escuchar lo que sucedía e intervenir si era necesario.

–¡Estoy hasta los cojones de tus quejas!– Se escucho la voz grave de Conway, sobraba decir que se escuchaba molesto y hablaba a gritos.

–Vayase a la mierda– El de la cresta abrió los ojos como platos al reconocer el acento ruso del comisario Volkov.

–Modera tu puto lenguaje, comisario. Estas hablando con un superior– Bajo el volumen de su voz, pero detonaba un tono de amenaza.

–Tio, hay que entrar– susurro Horacio mirando a su hermano igual de confundido que el.

–Shh, que no escucho– El pelirrojo rodó los ojos y volvió a poner atención a la conversación del otro lado de la puerta. No era chismoso, pero de verdad le llenaba de curiosidad saber por que su comisario estaba tan agresivo. Últimamente había estado un poco borde con el, pero después de un tiempo hablando y dándole mimos "amistosos", lograba relajarse. Nunca lo había escuchado hablarle así a nadie mas que a criminales, estaba sorprendido.

–¿Y si no que? ¿me va dar con la porra? Adelante, al parecer es lo único que sabe hacer–

–Te voy a reventar la puta cabeza, anormal– No los podían ver, pero los dos hermanos tenían la imagen clara de un super intendente rabioso cogiendo la porra para darle en la cabeza al ruso.

–Como me ponga un dedo encima, le doy con el taser– Amenazo Volkov con seriedad, soltó unas palabras en ruso que no entendieron pero por mera superstición intuyeron que se trataban de insultos.

Hubo un silencio tenso, ningún ruido mas que las respiraciones pesadas de Gustabo y Horacio se escuchaban, se miraron callados dudando de si era buena idea o no entrar. Horacio tomo aire antes de abrir la puerta del despacho con cautela. La escena frente a el era bastante...preocupante a su parecer, Volkov apuntaba al super intendente con el taser mientras que el otro sostenía la porra con una mano y la otra estaba junto a su pistolera como si estuviera esperando que el comisario diera un paso en falso para desenfundarla, ambos compartían una mirada desafiante y cargada de ira. 

Horacio con HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora