Horacio con H

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Un quejido de dolor se escucho en el sótano de aquella casa abandonada, dos hombres enmascarados vestidos en su totalidad de negro miraban desinteresados como un tercero que estaba atado a una silla intentaba recuperar el oxigeno luego de la golpiza que había recibido. 

–Te lo voy a volver a preguntar, capullo– Murmuro el mas bajo de los enmascarados agachándose hasta quedar a la altura del sometido. –¿Donde cojones se esconde la rata de Roy?–

Una risa adolorida salio de los labios del moreno, escupió un coagulo de sangre que tenia en la boca y con una sonrisa socarrona miro a quien tenia delante.

–No. Lo. Se– Marco bien cada palabra acercándose mas al rostro del encapuchado.

–¿Sigues sin colaborar? Bien, estupendo– Se alejo y le dio la espalda haciéndole una seña a su compañero que solo observaba sin expresión a Gringo. –Es una completa lastima no poderme encargar personalmente de ti, pero debo ocuparme de otros asuntos en comisaria– Se giro quitándose la capucha dedicándole una sonrisa de satisfacción. –Pero no te preocupes, ya te digo yo que estas en buenas manos, Gringo– Y salio del lugar volviéndose a poner la capucha y dejando a los dos hombres solos.

El lugar quedo en silencio, la luz que ofrecían las lamparas que habían conseguido era muy tenue por lo que apenas y se podía notar la figura del hombre que tenia delante de el ya que con su vestimenta se camuflaba casi a la perfección en la oscuridad, pero había un pequeño detalle que lo delataba. La capucha que llevaba ese tío puesta tenia detalles en un color gris que combinaba con su cabello, este sobresalía por la capucha y evidenciaba quien era, a pesar de que no había hablado en todo ese supuesto "interrogatorio", la postura que adoptaba y el como acataba sin chistar las ordenes de la otra persona lo delataban. 

Se enderezo en la silla de nuevo para poder hablar con la persona, que después de que quedaran a solas dentro de ese lugar, ni siquiera había atinado a moverse. 

–Así que, dentro y fuera del CNP solo sigues siendo el perrito faldero del abuelo– Hablo con burla, pero el contrario ni se inmuto.

Soltó una risa consiguiendo la atención del comisario.

–No me sorprendería que en tus días libres, seas tu quien le haga las pajas– Sin respuesta. 

Recordó una conversación que había tenido con su jefe hace tiempo sobre este tipo de situaciones, cuando recién empezaba en el negocio junto con su amigo Yun. Ambos habían entrado juntos y Nadando se había encargado de formarlos en los sicarios de mente fría y sádicos que eran ahora.

El consejo de Nadando para ellos era que si algún día por alguna situación la policía lograba detenerlos, lograran que los mataran lo mas rápido posible por que de lo contrario lo mas seguro seria que los torturaran hasta que no aguantaran y terminaran soltando todo lo que sabían, por que la policía era asquerosa, siempre había sido así. Torturaban a las personas física y psicologicamente todo el tiempo, pero la ciudad nunca se enteraba de eso. 

El no le temía a la muerte, era algo inminente en la vida de todos y sabia que algún día su final llegaría. Lo que si le preocupaba era que en algún momento lograran sacarle información de la banda que se había convertido en su familia, así que se dedicaría a hacer enfadar a la persona que tenia delante hasta que terminara con el y que fortuna la de el, que sabia donde debía tocar al comisario para volverlo loco.

–Venga hombre, quítate la capucha que ya se quien eres. Siéntate y hablemos un poco–  Volvió habar, de nuevo sin obtener contestación alguna. –Joder, estar del otro lado de la situación no mola mucho, ¿eh?– Relajo sus hombros y cerros los ojos con calma. –Al final, tu y yo no somos diferentes–