Se había levantado muy temprano, había salido a correr un poco y luego hizo un poco de ejercicio antes de hacer la limpieza matutina de su casa.
Ya había sacado una cita con el odontólogo pedófilo. Era para el sábado en la tarde y probablemente el sábado en la noche lo mate.
The way you make me feel, se escuchaba en su tocadiscos, él amaba los discos de vinilo, tenía una colección completa de ellos, y nunca era tarde para escuchar un poco de buena música de Michael Jackson.
Mientras el coro de la canción se reproducía, su mente solo le puso la imagen del rubio,
Estaba harto de solo pensar en él. Habían muchos temas sociológicamente más importantes y él estaba desgastando sus pensamientos con el lindo muchacho.
Parpadeó muchas veces antes de seguir acomodando los cojines que había botado la noche pasada.
Amaba todo lo que tenga que ver con Michael Jackson y esa canción era una de sus favoritas.
Sacudió su cabeza y frunció el ceño moviendo a cabeza de un lado a otro tratando de que sus pensamientos se fuera a otro lado.
Paso a la cocina, no le apetecía comprar comida ni recalentarla como normalmente lo hacía. Sacó es viejo pero bien cuidado libro de cocina que su abuela había firmado con cariño antes de entregarle a su madre.
Y empezó a cocinar "Pollo Alejandrino con Cilantro".
El asesino sonrió, su abuelo se llamaba Alejandro.
Pensó seriamente en irlos a visitar, ellos vivían en Londres, eran muy unidos cuando ellos vivieron allá por un largo tiempo. Pero luego no supo que les paso.
Acomodó el sillón y puso Grease en el reproductor de vídeo. Necesitaba relajarse después de todo.
La película paso y la comida se acabó.
Durante toda la película solo disfruto de la música, el cómodo del sillón y el olor a limpieza que tenía su hogar.
Faltaban aún 2 días para ir a ver a su próxima víctima y estaba jodidamente aburrido.
Eran las 6 de la tarde y era una hora perfecta para él.
Así que agarró su chaqueta y las llaves de su queridísima motocicleta y salió si más.
A él le gustaban las caminatas en la playa, le encantaba como la brisa y el sonido llegaba a él. Y era único porque a esas horas absolutamente nadie se encontraba por ahí.
El camino hacia la playa más cercana y su favorita era un poco retirado, pero era satisfactorio saber que se alejaría aunque sea por un buen rato.
Por su cabeza pasó la idea de tal vez poder llamar o traer al rubio con sigo. Pero la descarto de inmediato.
—¿Quién va a querer caminar por la playa con un asesino? -murmuro sonriendo irónicamente-
Agarró mayor velocidad, para alejarse de la cuidad y salir sin más. Pagó el estúpido peaje.
Se divisaba a lo lejos el mar y el atardecer naranja, era demasiado hermoso a estas horas.
Odiaba que la arena se le metiera entre los dedos, por eso caminaba con las botas puestas, pero aun así o disfrutaba.
Estacionó la motocicleta a su lado y con las manos en los bolsillos empezó a caminar.
La brisa despeinaba levemente su cabello y movía la camiseta sin mangas que utilizaba.
Su mente recorría levantando recuerdos de lo que sucedió en la mañana.
Había besado esos labios, aún podía saborear el delicioso sabor del rubio en sus labios, aún podía sentir lo suave que se sentía sobre los suyos, aún podía sentir el frío metal en su lengua.
Nunca pensó que ese "tierno" niño iba a ser sexy demonio -sonrió inconscientemente- Caras vemos mentes no sabemos. Él era psicólogo así que el verdadero refrán no funcionaba a menos que fuera cardiólogo.
Pero ¿Qué tenía ese rubio que lo hacía inolvidable a la primera vista? ¿Qué hacía ese rubio para mantenerlo así al asesino? ¿Que tenía ese rubio para volverlo loco?
La respuesta por parte del asesino era totalmente pervertida, pero dentro de esa estaba la razón.
Las huellas de las botas del asesino se fueron borrando lentamente de la arena húmeda, y el sol se estaba desapareciendo de a pocos.
Se paró por un rato y observo la perfecta combinación del agua y el sol, con la noche y un poco de estrellas ya queriendo brillar.
Era un escenario muy bonito para compartirlo solo, pero aun así no se atrevió a llamar al rubio, a pesar que lo necesitaba.
—Uh, bonita vista ¿No?
El asesino frunció el ceño y voltio hacia la voz.
—Lo siento si te asuste -sonrió levemente- También me gusta venir a estas horas por aquí.
Confiado y alegre.
El chico que estaba parado al lado el asesino mirando al frente con una sonrisa traía puesto un suéter gris y unos pantalones cortos azules.
El asesino solo asintió y se fue directo a su motocicleta.
Ese chico había arruinado el momento.
Se montó en ella y sin dar ninguna mirada atrás arrancó y se fue dejando las huellas de llanta en la arena.
Ya era de noche completamente cuando el asesino entro a la cuidad de nuevo.
La idea de ir a ver al rubio asalto de nuevo en su cabeza, pero la negó rotundamente. Estaba cansado del rubio, por ahora ya había tenido suficiente follándolo, y extrañándolo raramente.
Así que paso comprando una cajetilla de cigarros y unas latas de Jack Daniel's, para más tarde.
Se sentó de nuevo en el sillón de cuero y fumo un cigarro y luego otro.
La cajetilla se acabó, nunca había fumado tanto, pero en ese momento no importaba.
Aplastó la cabeza del cigarro sobre el frió cristal del cenicero con mucha fuerza y tomo un trago de la cuarta lata.
¿Qué más tenía que hacer para que el hermoso azul cielo de los ojos del rubio se vaya de su cabeza?
Era realmente estúpido extrañar a alguien en tan corto tiempo, así que solo sonrió irónicamente.
—Solo extraño su culo -dijo rasposo y luego rió.
Se dio cuenta de que ya estaba bebiendo demasiado y se paró a darse un baño.
Reprodujo Abbey Road de los Beatles en un volumen prudente y se metió un rato en la bañera.
Ese rubio lo desconcentró por completo, aún podía recordar lo suave que era su piel y le bien que olía su cabello.
Mojó su cara y acercó sus rodillas a su pecho.
Lo estaba afectando, lo estaba afectando la soledad, lo estaba afectando el rubio.
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The Killer [Muke Clemmings]
RomanceEra un asesino que unos ojos azules terminaron matándolo.