¿Te gustaría... comer un helado conmigo? –Luke.
El asesino había sonreído burlonamente, pero muy dentro se estaba muriendo por la carita sonrojada que había puesto al lado de su nombre.
No.
No era solo porque no quería hacerlo, sino porque sabía que era peligroso, alguien estaba detrás de él, y tal vez detrás de ambos.
El asesino frunció el ceño al observar la respuesta del rubio, era una carita triste ¿Dónde carajo saca esas caritas?
Se había demorado en contestarle, por encontrar dónde se encontraban los emoticones.
¿Por qué quieres ir a comer un helado conmigo?
Era una muy buena pregunta, que había dejado al rubio en blanco, ¿Por qué quería ir a comer un helado con él? No hallaba manera de contestarle, ni mucho menos justificarse.
No podía contestarle de manera directa ¿Qué pasa si el asesino se aleja? Y eso era en gran parte cierto.
He oído que están 2 por 1, así que... ¿Para qué desperdiciar?
El asesino rio y bloqueó su teléfono.
No podía arriesgarse.
No.
Le volvió a contestar y salió de su casa.
Iría a ver a su tío en aquel mercado negro, otra vez. Se había alejado bastante y no necesitaba levantar sospechas.
Sentía una inseguridad ante él. Sentía una mirada, una presencia. O tal vez ya esté siendo muy paranoico. Pero él ya no se sentía grande.
Había preferido salir caminando.
—¡Michael! ¿Hijo, por qué ya no venías?
Su tío lo trataba como si de verdad fuera su hijo, se comportaba muy bien con él y le hablaba como si fuera un amigo.
Al asesino le gustaba, más bien. No se quejaba. No había recibido un cariño como el de él desde hace mucho.
—He estado ocupado.
—Ocupado, ¿eh?
El asesino río y asintió con la cabeza.
—Ayer fue tu santo, así que feliz cumpleaños, sobrino.
Su voz era rasposa y bulliciosa, la mayoría de gente no escuchaba porque era un lugar muy amplio. Pero aun así acepto gustoso un abrazo de su tío.
Se sentó en su sillón de siempre conversando profundamente con su tío. Mientras unos señores venían y venían buscando dinero por unas cosas robadas.
Había sido un buen día. Había conseguido comprar cosas que sabía que se venderían caros por muy buen precio. Mientras su tío los arreglaba y los ponía en venta.
En toda la conversación no había sacado el tema de aquella viuda que había visto hace unos días, tal vez la señora no sabía exactamente donde se encontraba. O quién era Michael.
Se puso la chaqueta negra y arregló bien su cabello despeinado antes de despedirse de su tío y salir del lugar yéndose a comprar comida para cenar antes de ir a su casa.
Estando atrancado en el tráfico prendió su radio. Quería que el tiempo pasara y que se llevara a su alma envenenada.
No prestaba atención mínima a su canción favorita, Valerie, su cabeza se encontraba en otro lugar.
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The Killer [Muke Clemmings]
RomanceEra un asesino que unos ojos azules terminaron matándolo.