Siete.

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El rubio se deba vueltas y vueltas en la cama, a lo cual el asesino se estaba hartando.

El muchacho seguía nervioso e inquieto encima de la cama.

—¿Qué quieres para que te duermas?

El rubio miró al asesino claramente cansado y se sintió avergonzado.

—Siempre me cepillo los dientes antes de dormir, señor.

El asesino gruño y se paró a abrirle la puerta del baño al rubio.

Un rubio sonrojado entro al baño. Y el asesino se quedó esperando.

—Pero solo hay un cepillo, señor.

—¿Y? —preguntó toscamente.

El rubio lo agarro. Él no era una persona muy asquerosa ni mucho menos, pero el cepillo estaba húmedo y de alguna u otra manera iba a compartir saliva con el asesino. Eso sí lo inquietaba.

El rubio cepillaba sus dientes ruidosamente, como solía hacerlo y el asesino estaba considerando de la idea de matarlo otra vez. Parado en la puerta siguió esperando.

—Ya acabé, señor.

El asesino se apartó de la puerta invitando al rubio a salir.

El asesino miro de reojo las piernas y trasero del rubio, era una persona muy pequeña pero muy rellena.

—Acuéstate y duérmete.

El rubio hizo caso de inmediato y se volvió a acurrucar entre las sábanas.

El asesino se acostó boca abajo ignorando por completo al rubio que seguía moviéndose incómodo.

El asesino acercó el cuerpo del rubio en un movimiento tosco y doloroso hacia su cuerpo y lo sostuvo de su cintura.

—Será mejor que te duermas. Porque estoy a punto de cambiar de opinión acerca de dejarte ir, primor. —habló entre dientes.

El rubio reposo su cabeza en una de las clavículas del asesino.

A pesar de que su cabeza se apoyaba en un hueso, era realmente cómodo para ambos.

La respiración del rubio chocaba el cuello del asesino y él no le incomodaba en absoluto, más bien lo acurrucaba.

Pero sabía que su papel estaba cambiando drásticamente. En primer lugar nunca debió haberle dado de comer, nunca debió bañarlo, ni dejarlo dormir en su cama. Ni siquiera debió haberlo dejado vivo.

El asesino no era consciente del peso que cargaría estando con el rubio.

Ni mucho menos estaba consciente de los problemas que ocasionaría el rubio.

Y a pesar de que el día ya se estaba acercando, el asesino aún no podía dormir.

Veía al rubio que tenía entre brazos y se dejaba deslumbrar por el aura de ternura e inocencia que brotaba por todos lados.

El pobre se estaba dejando confiar por un asesino. Qué triste.

Su vida estaba en completo peligro después de eso, pero el rubio ni se imaginaba.

Él asesino se dio cuenta de que uno de los puntos por el cual no mataba al pobre rubio era por la increíble belleza física que poseía en sí.

Y pensando muy seriamente en desfigurarlo se quedó dormido.

El rubio por lo contrario estaba muy cómodo pero sin embargo muy preocupado. No sabía cuál era la verdadera personalidad del asesino. Si era el siniestro cortador de piel, o el chico que lo cuido después de eso.

Su respiración aumento cuando se dio cuenta cuan cerca estaba de la piel del asesino, escuchaba su respiración y veía sus rasgos.

Lo observo por mucho rato, y trató de que su cuerpo no reaccionara de la manera en la que estaba reaccionando.

Los parpados del asesino estaban relajados y su mano quemaba en su cintura, sus labios estaban cerrados y secos y el rubio deseo estar en su cama.

Se sentía inseguro y pequeño, quería con todas sus fuerzas no morir mañana.

Uh, y el asesino la estaba pasando mal. Estaba claro que su trabajo como asesino no solo era matar, si no también era eliminar evidencia y pruebas del asesinato, pero también estaba claro que el rubio era una evidencia.

Pero aún no se decidía ¿Qué pasará después de que el pequeño rubio muera? Probablemente nada que tenga que ver con el asesino. De eso se iba a asegurar.

Los ojos del rubio se cerraron con fuerza y soltó una gran suspiro antes de caerse dormido.

A la mañana siguiente el asesino se despertó a primera hora de la mañana. Su cuerpo estaba acostumbrado a levantarse a las 6. Y su mente estaba trabajando desde ese entonces.

Miraba al rubio acostado en su cama, la espalda del muchacho era ancha en los hombros y pequeña en la cintura, pero aun así seguía siendo pequeña de todos modos para el asesino.

Su cabello rubio brillaba con los suaves rayos del sol, tenía pequeños rizos en la parte de abajo que se le apegaban a su cuello y sus manos estaban acurrucadas cerca de él.

El asesino suspiro totalmente enojado y con paso largos fua a buscar sus navajas.

La cogió y se fue con la respiración aumentada hacia donde el rubio se encontraba.

Se detuvo en seco.

El perfil del rubio era la perfección, su pequeña nariz, sus labios rosados entreabiertos con ese aro negro y los lunares completaban un cuadro realmente hermoso para el asesino y para cualquier otros ojos.

Su cabeza ardía cuando el rubio suspiro y se acurrucó más con las cálidas cobijas, 

Quería golpear, acribillar y asesinar algo en ese mismo instante, pero el rubio no lo sería.

Lanzó la navaja al piso cayendo debajo del armario de madera, suspiro frustrado y salió de la habitación. Necesitaba un té.

¿Por qué simplemente no pasaba la navaja por su cuello como lo hacía con lo demás? ¿Por qué no solo acababa con eso? No era tan difícil ¿o sí?

El rubio era solo un niño, que era exactamente igual a las personas que antes había matado.

El asesino habrá tenido oportunidad de matar a 4 suicidas antes y entonces ¿Por qué no mataba al rubio?

Habían puntos relativamente razonables, pero ninguno se explicaba con exactitud el por qué el asesino se paraba al momento de querer matarlo.

Frunció el ceño parando de tomar su humeante té.

Sus ojos se movieron de un lado a otro analizando lo que estaba pasando por su mente,

No, eso no podía pasar otra vez.

The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora