El rubio se encontraba sumamente feliz, era la primera—y estaba seguro que la única—que él tenía la oportunidad de ser la "cuchara grande".
El asesino no le había dicho nada, solo se había volteado encontrando la sonrisa del rubio, y el rubio lo abrazó.
Y así se quedaron dormidos, mientras el rubio seguía acariciando el cabello del asesino.
Sabía que esta oportunidad no podía perderla, se sentía extremadamente bien, y la emoción y alegría no lo dejaba cerrar los ojos, veía al lindo— pero cruel— ángel entre sus brazos, durmiendo como si nunca antes lo había hecho.
Acarició su rostro y dejó un par de besos en su rostro.
Se quedó observando, sus ojos eran grandes, y el rubio amaba los ojos grandes en especial porque él tenía los ojos muy pequeños. Sus labios eran tan llenos y rojos, sus facciones eran suaves y relajadas.
El rubio acarició su barba admirándola, a él aún no le crecía el vello facial y era fácil para él embobarse solo con el asesino. Su pircing en la ceja, podía sentir el metal debajo de su piel.
Él encontraba todo lo del asesino lindo, atractivo, pero el rompecabezas estaba desarmado, y las piezas de puzzle no se encontraban en el asesino.
Pero el rubio aún no sabía que se encontraban en él mismo.
Besó cada parte de su rostro hasta de que sus ojos azules se cerraron rendidos.
Su cuerpo caía en un profundo sueño donde el protagonista de aquella película de terror—que tenía una función especial diaria en su cabeza— se reproducía.
Apenas estaban cumpliendo 3 meses desde la muerte de sus padres. Jannet, su novia, era una castaña con la piel canela y los ojos verdes, que había robado su corazón. No se encontraba.
Y eran los momentos en la que más la necesitaba.
Se sentía solo, vacío y sin valor.
Había llorado solo los primeros días, pero eran los días en que la muerte de sus padres aún dolía. Y su novia no se encontraba.
Ella había desaparecido por completo desde la fiesta de cumpleaños, le había mandado textos, la había llamado, la había ido a visitar a su casa. Pero ella no se encontraba.
Fue a su casa, por última vez.
La encontró.
El asesino abrió los ojos, siendo consciente de que no había dormido casi nada, pero lo poco que había dormido, lo había dormido como nunca antes.
Trató de no reírse en absoluto al sentir al rubio encima suyo—literalmente—la espalda del rubio estaba sobre la cara del asesino, y una de sus piernas entrelazadas con la de él.
Podía escuchar esos suaves suspiros de su respiración tranquila.
Podía sentir el calor y el extraño cariño que el rubio le estaba dando.
Pasó sus manos por la cintura desnuda del rubio, acariciando su suave piel y lo apartó levemente de él. Él rubio se movía demasiado cuando dormía. Incluso se estaba moviendo mientras el asesino lo movía.
El asesino volvió a intentar no reír cuando el rubio engancho sus brazos y sus piernas a él, impidiéndolo pararse.
—Hey, primor. Rubio. Hey niño, despierta.
Susurraba en el oído del rubio.
Aún no amanecía por completo deberían de ser las 5 o 6 de la mañana, el cielo se notaba un azul claro.
—Hey, Luke.
El muchacho abrió lentamente los ojos, de la mañera más graciosa que el asesino pensó que sería, la mirada azul inmediatamente contactó a la verde mentolada.
La risita que se escuchó desde su cuello, lo desconcertó.
Volvió a soltar otra risita tonta y aguda, y el asesino podía decir que eran las risas más vergonzosas que alguna vez conocería o en todo caso escucharía.
—Dijiste mi nombre —dijo de la manera más vergonzosa, otra vez y volvió a soltar esa risa.
El asesino solo dio media sonrisa y contuvo muy fuerte el impulso de acariciarle la mejilla al lindo rubio mañanero.
—Esta vez, tengo que irme.
—Di mi nombre otra vez —el rubio tiró su cabeza hacia atrás y sonrió ampliamente.
—Luke, por favor. Deja de juegos —el asesino rió.
El rubio volvió a soltar otra risa y soltó su agarre del cuerpo del asesino.
Se había colocado la ropa que había llevaba la noche pasada y miró al rubio, quién estaba acostado abrazando a su almohada.
—Adiós, Luke.
—Hasta pronto, Michael.
El asesino abrió la ventana, poco a poco el día se estaba aclarando, volteo a ver al rubio. Quién tenía una pequeña sonrisa oculta tras la almohada, se podía percibir el brillo espeso en su mirada azul.
Quería poder darle un beso de despedida, o tal vez un beso de buenos días. Pero su cuerpo aún insistía en negar todo aquello relacionado con algo extraño en él.
Pero él no.
—Ven —el rubio dijo riendo.
Al ver la cara de confusión e indecisión del asesino tiró la almohada de su cama y abrió los brazos para recibirlo.
El asesino se burló, pero camino lentamente hasta su cama a robarle solo un beso. Solo uno.
Pero el rubio estaba tan feliz, y lo pasado ya no sería escusa ni motivo para dejarlo caer.
Lo abrazó antes de irse y lo vio desaparecer por la ventana con un salto que se hubiera preocupado si no fuera por el motor del carro que sonaba a lo lejos.
Se acomodó en su cama.
Si el asesino venia todos los días a solo tener sexo, no le importaría en absoluto si así es como iban a terminar.
Tenía una sonrisa muy grande, ambos tenían una sonrisa muy grande.
Al parecer ambos ya sabían que ellos serían.
El rubio acostado en la cama aun preguntándose ¿Cuántos años ya tendría? ¿Podía regalarle algo? ¿Lo aceptaría?
Suspiro, aún recordaba la hermosa sonrisa en los labios del asesino, aún recordaba los ojos verdes brillosos, y los tristes de toda manera. Su nombre deslizándose perfectamente en sus labios.
Se sentía como una niña enamorada, pero otra vez, no le importaba si se trataba del lindo y roto chico de ojos verdes.
![](https://img.wattpad.com/cover/25943877-288-k534026.jpg)
ESTÁS LEYENDO
The Killer [Muke Clemmings]
RomanceEra un asesino que unos ojos azules terminaron matándolo.