Dieciocho.

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El rubio agarró de la manera más delicada el brazo del asesino, el asesino trató de apartarlo empujándolo levemente, pero el rubio lo condujo hasta el baño.

No podía dejar que se vaya de esa manera.

Y a pesar de lo que había sucedido el rubio seguía preocupado por el asesino.

Abrió la ducha con el agua sumamente fría cuando el asesino se encontraba dentro de esta. Taponeando el filtro.

—¿Qué mierda? Joder.

El rubio no permitió que el asesino saliera de la bañera, poniendo sus manos en el pecho de este.

El asesino no me movió, solo cerró los ojos. Dejando que el agua cayera desde su cabeza hasta sus pies, necesitaba esto.

El rubio observaba al asesino, con el rostro cansado y las ojeras debajo de sus ojos cerrados. Se veía mal.

Sus cejas pobladas y marrones, hacían un hermoso juego con sus pestañas largas y con la barba de unos días sobre su rostro.

Lo dejó solo unos minutos más, cuando él abrió el grifo de agua caliente temperando no tanto el agua que caía sobre el asesino.

Se metió lentamente a la ducha con el asesino, aun temiendo por cómo reaccionaría.

Peino levemente el cabello del asesino para atrás, escuchando aún bajo el agua su respiración tranquila como si se hubiese dormido.

La bañera se estaba llenando, así que cerró los grifos. Y ayudó lentamente al asesino para sentarse.

Ahora todo era silencioso, nadie hacia nada.

El rubio agarro su champú colocando un poco en sus palmas, frotándolas sacando espuma. Llevó sus manos al cabello negro del asesino, lavándolo, masajeándolo.

Los brazos del asesino rodearon la cintura del rubio atrayéndolo a él, sintiéndolo más de cerca.

Abrió los ojos lentamente encontrándose al rubio, que aún dolido, cansado y con los ojos tristes, estaba a su lado, ayudándolo.

El rubio seguía concentrado en él, limpiando su cuerpo, acariciando su pecho y cabello.

Sus manos acumulaban una pequeña cantidad de agua llevándolas al cabello del asesino logrando sacar cualquier rastro de espuma.

El asesino volvió a cerrar los ojos, disfrutando de cuan realmente placentero era eso.

El rubio se paró lentamente, ayudando al asesino a pararse de igual manera.

—Ven, párate. —susurró.

El asesino lo hizo, su cuerpo pesaba.

El rubio envolvió delicadamente en una toalla blanca el cuerpo del asesino.

—Allí hay un cepillo, ya vengo.

El rubio salió dejando al asesino en el baño.

Su cabeza daba vueltas y vueltas.

¿Qué había hecho? No debió haber sido bueno con el asesino, cuando el asesino había sido malo con él. Su cuerpo le dolía mucho más que antes, se secó rápidamente mientras buscaba un bóxer limpio y se colocaba su camiseta gris, de nuevo.

Salió de la habitación con unos pasos extremadamente silenciosos. Encontrando a su madre que aun dormía en el sillón, lleno un vaso con agua y cogió un par de pastillas en sus manos.

Era un completo sufrimiento subir las escaleras con el dolor sumamente agudo en su culo. Tambaleo un poco al llegar a su habitación.

El asesino se encontraba sentado en la cama con la toalla alrededor de su cintura, él también se sentía hecho mierda, pero no de esa manera.

No había sentido ese tipo de magia, que sintió la última vez que estuvo con el rubio. No por lo que sentía, si no por lo que el rubio sentía.

El rubio no lo había disfrutado de la sutil manera en la que el asesino lo había hecho.

Y ahora algo muy dentro de él, se estaba arrepintiendo

El rubio acercó las cosas que traía al asesino tan lento y seguro como pudo.

El asesino no lo observaba, sentía una punzada al momento de hacerlo y el orgullo era demasiado en él, así que no era cuestión de tiempo ni nada, solo era cuestión de momentos, una cuestión de actos. Que el rubio estaba dispuesto a hacer.

El rubio se sentó justo al lado del asesino, sintiéndose pequeño y a la vez triste aún, por cómo lo había tratado, el asesino se paró de la cama tratando de nuevo de encontrar su ropa regada en el piso.

El rubio volvió a agarrar el brazo del asesino, y este fastidiado volvió, la gran situación incómoda lo estaba molestando en cierto grado.

—Es tu cumpleaños, ¿verdad?

El asesino lo observo, tratando de recordar las cosas que  antes había dicho. El rubio ahora lo sabía, sabía que era su cumpleaños, pero no sabía que era la muerte de sus padres también.

Trató de mirar hacia otro lado.

Joder, lo sentía. Sentía un dolor en su estómago y un hueco en su corazón.

El rubio no tenía un control sobre él, quería dar a entender que las cosas a su alrededor se estaban alterando y cambiando el rumbo de las cosas, pero no era eso, era él, era su corazón.

Sus sentidos se quebraban solo cuando la otra faceta del ahora quebrado chico de ojos verdes salía.

Su corazón bobeaba sangre esperanzada y emocionada, nunca pensó verlo o tan siquiera imaginarlo, de esta manera.

Se sentía feliz y triste al mismo tiempo que su mente se nubló.

Llevó su mano hasta la mejilla del asesino acariciándola, tan suave, tan delicado, tan inigualable.

Al rubio se le quebraba el corazón al ver los ojos rojos del asesino, estaba tan triste, estaban tan solos, juntos.

El asesino bajó la cabeza.

Y el rubio lo abrazó, lo abrazó fuerte.

—Lo siento.

El asesino susurró.

Y el rubio no se pudo resistir, y pequeñas lágrimas que ya había parado, se deslizaban hasta el pecho desnudo del asesino.

El rubio estaba llorando por el asesino.

El asesino movió sus brazos, pesados como si fuera un metal oxidado, abrazándolo no tanto como él lo hacía. Simplemente colocó sus brazos detrás del rubio. Pero era un gran avance, para ambos.

El rubio levantó el rostro encontrando la mirada verde del asesino, y asintió rápidamente mientras le daba la sonrisa más bonita que el asesino había visto.

—Me tengo que ir.

El rubio solo asintió separándose del asesino, y limpiándose sus húmedas mejillas, ayudándolo a recoger su ropa.

—Puedes quedarte si quieres-

—Tú no qu-

Sí.

Dijo el rubio, el asesino asintió y el niño de ojos azules sonrió y acomodó su cama cambiándole solo la primera sábana.

El rubio le dio la misma ropa que anteriormente el asesino le había dado cuando estuvo en su casa del campo.

El asesino estaba sumamente confundido ¿Por qué el rubio lo estaba ayudando? ¿Por qué el rubio estaba sonriendo? ¿Por qué se sentía tan débil? ¿Por qué quería abrazarlo tan fuerte hasta que lo perdone? ¿Por qué quería estar con él?

¿Por qué pensaba eso?

Y aún se sentía presionado, tenía miedo de que algo malo le pudiera pasar al frágil rubio.

Y eso lo estaba poniendo débil, no quería que le pasara nada.

Y ahora lo admitía.

El rubio lo había conquistado, el rubio lo había enamorado.

The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora