Veinticinco.

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—Y ¿Por qué quisiste venir?

El rubio se encogió de hombros haciendo un mohín tan... tan rico.

—Quería... no sé-Quizás... pasar tiempo, tu sabes, juntos.

El asesino asintió y sonrió levemente. El rubio también sentía algo por él.

Ambos estaban sentados en el cama con un colchón extremadamente duro el rubio había entrelazados sus piernas bajo él y jugaba con las manos del asesino mientras soltaba pequeñas risas.

—¿Qué es tan chistoso?

—Tus dedos.

El rubio volvió a soltar esas carcajadas al ver el ceño fruncido del asesino. Y este no dudó en sonreír.

Habían conversado durante mucho tiempo acerca de temas sin importancia, se habían besado más de una vez, habían reído y sonreído como nunca antes.

—... Siempre le cuento las cosas a mi mamá, le conté que me gustabas, cuando Molly necesitaba un corte de pelo, cuando me-

—¿Qué dijiste?

—Que siempre le cuento cosas a mi mamá-

—Después de eso, Luke.

—Que Moll-

No lo había dejado terminar por completo al rojo rubio que se encontraba con las palabras temblorosas.

Lo había callado, con un beso.

Solo había posicionado sus labios sobre los del muchacho, en un movimiento rápido e impactante.

—¿Cómo puedes ser tan inocente si te metes los dedos pensando en mí?

Bueno, decir que el rubio estaba más rojo ahora era imposible. Pero lo estaba. Rió con esas típicas risas vergonzosas de él y escondió su cara entre sus manos, tratando de esconder su sonrojo.

El asesino solo sonrió y miró hacia otro lado tratando de no mirar al curioso y lindo niño que se encontraba a su lado.

Su corazón estaba haciendo movimientos rápidos y veloces bombeando—demasiada—sangre en él. Podía sentir ese empujoncito de adrenalina en su estómago—agujerado por polillas—

El rubio había sacado sus manos de su rostro y había presenciado la vista a la luz de la tarde, del asesino sonriendo. Él se sentía tan bien, tan completo con el chico de ojos verdes.

Y a la vez ambos sentían esa inseguridad de contarle al otro sus sentimiento—aunque no era para tanto—pero para el rubio era demasiado. Era primera vez que caía por alguien.

Pero sin embargo no el asesino, el asesino ya había pasado por esto, el asesino ya había sufrido, había caído, se había levantado y se había mantenido. No quería volver a caer, pero ya lo había hecho, y estaba seguro de que no se pararía si el rubio no lo ayudaría. Él no quería volver a sufrir, y quién sabe qué cosa hará después.

Se habían quedado en un silencio incómodo, pensando, analizando.

—¿Michael?

El asesino hizo un movimiento de cabeza animándolo a seguir.

—¿En qué piensas?

—En esto.

—Y... ¿Son pensamientos malos?

El asesino volteó a ver al rubio quién tenida ese brillo triste y espeso en sus ojos. Y esa cosa tan extraña volvía a colocarse en su estómago.

Esos sentimientos que el rubio reflejaba a través de sus ojos, sin necesidad de estudios psicológicos, eran tan claros.

Podía percibir su intriga y su miedo con tan solo mirarlos.

—No debería gustarte, no deberías gustarme.

El rubio sonreía y el asesino se confundía más ¿Cómo le hacía para sonreír tan lindo en momentos tan malos?

El rubio se acercó más al asesino agarrando sus manos y entrelazándolas como mucho antes habían estado mientras le mostraba una sonrisa.

—¿Sabes? Yo también pensé eso.

El asesino lo miraba atento, una de las ventajas que tenía el rubio—y que probablemente sería una debilidad más adelante— era convencer.

—Y ahora que estamos iguales, tal vez podíamos-

—Pero yo te golpee, te lastime.

—Pero luego me curaste, luego te disculpaste.

El rubio acarició la mejilla del asesino con los ojos derritiéndose de ternura, mientras la cabeza del asesino estaba en una constante batalle y confusiones entre sí.

El asesino acercó su rostro—esta vez el sería el primero—mientras el rubio lo esperaba con una sonrisa típica de él. No quería hacerlo, no quería que eso se haga más fuerte, pero la mirada de ese chico lo hacía avanzar.

La mirada tan risueña y tan celeste que solo el asesino tenía el lujo de disfrutar se acercaba cada vez más.

Sus labios rosaron y sus ojos se cerraron.

No hubo beso, o no por el momento. El asesino solo descanso su cabeza con la del rubio, aspirando el aroma tan delicioso que el rubio despendía.

—¿Me besarás? ¿O tengo que ser el hombre de la relación?

El asesino soltó una risita que el rubio nunca había escuchado, y podía decir que era la más bonita que había escuchado.

—Cállate.

El asesino volvió a mirar los ojos del rubio fijamente antes de cerrarlos y besarlo, besarlo tan largo. Deseando que no terminara jamás.

Las lenguas de ambos rosaban en una caricia suave y húmeda, el asesino podía sentir ese metal entre sus labios y simplemente le encantaba.

Las manos del rubio se encontraban en el cuello del asesino, mientras este lo sujetaba cerca.

Era un momento, que ambos sabían que no olvidarían. La manera tan suave y delicada que el asesino lo estaba tratando al muchacho.

Era romántico y mágico. Era lindo y suave. Era tan Luke y tan Michael.

Sus corazones casi latían a un mismo ritmo y sus respiraciones se estaban aumentando.

No querían que el beso terminara, no quería que eso acabara.

—Michael.

—¿Umm?

—Sí, traje la linda-

El asesino se paró de inmediato.

—La buscarás y te la pondrás ahora.

El rubio soltó una risa y buscó entre sus cosas esa pantie morada que se había convertido en su favorita.

***

Había conseguido entrar, incluso estaba adentro ahora.

Pero no le servía de nada, todas las habitaciones de la casa se encontraban cerradas. Lo cual no le interesaba sabía que tenía cada una de esas piezas.

Lo único que había disfrutado era un par de latas de cerveza que el asesino las tenía refrigeradas.

Se le había escapado, se había descuidado solo por un momento y no había visto dónde se había ido el asesino.

Había ido a buscarlo, a su casa de campo, a ese burdel, a la cafetería. Incluso había ido a la playa.

Pero no hallaba huella del asesino.

Pero sabía que regresaría, sabía que lo haría.

Lo conocía perfectamente y él sabía que el asesino era un hombre insistente. Y que vendría a descubrir quién estuvo detrás de él todos estos 3 años.

Y cuando él lo haría, todo estaría planeado.

Y el asesino pasaría a ser una víctima.

The Killer [Muke Clemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora