Extra (3/3)

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Extra: La Odisea del Amor por Tokio (Parte 3)

11:55 a.m.

Todo se volvió un caos, el timbre retumbaba por toda la casa, y ellos, estaban parados al lado del velador de la chica como dos ladrones, y no de los buenos como Kaito Kid, sino de esos que todos saben que son escoria.

Ai comenzó a moverse sobre su cama, desperezándose y estirando sus brazos, lo que impactó a los chicos, quienes estaban en completo pánico.

—Más les vale que no sea lo mismo de nuevo, niños del demonio. —murmuró la chica mientras se restregaba los ojos.

Algo que llegó de diferentes maneras a los dos jóvenes presentes, aunque los dos estaban aguantando la respiración.

Por una parte, estaba Heiji, quien miraba aterrorizado a la chica, con sus ojos saliéndose de sus cuencas luego de escuchar la amenaza que había dado sobre lo que ellos habían hecho hace unas horas.

Y por el otro, estaba Conan, quien a pesar de la situación y la amenaza clara de su novia, le pareció muy adorable como la chica se pasaba las manos por los ojitos. El amor no le permitía ver la realidad.

Finalmente, ella salió de la habitación tambaleándose, sin notar sus presencias debido al sueño. Por fin tranquilizando a los detectives, bueno más o menos.

—¡¿Qué hacemos?! Pronto va a volver. —gritó entre susurros Heiji.

—¡¿Y yo que sé?! Hay que escondernos.

—¿Dónde? —volvió a gritar en susurros.

Mientras tanto en la entrada de la casa.

—¿En serio, te encuentras bien? —preguntó preocupada una pequeña niña a Ai al verla con la cara de un zombie cuando le abrió la puerta, era Ayumi Yoshida, había ido allí a invitar a Ai a una salida de chicas.

—Estoy bien. Deja que me cambie de ropa y nos vamos. —dijo adormecida Haibara caminando hacia su cuarto.

—Entonces te espero en la sala. —habló alegremente la pelinegra.

—¡Bajo la cama! —gritó Conan en un susurro, escuchando como unos pasos se acercaban a la habitación, para luego jalar al moreno y esconderse, justo antes de que la puerta se abriera.

Sin darse cuenta, Conan había dejado caer el papel al suelo, ahora estaba al lado de su cara, trató de estirar la mano para alcanzarlo, pero vio como unos pies se acercaban al suelo, para posteriormente dejar caer un pijama en él.

¿Cómo era posible que dejara tirada su ropa por todos lados? Pero que desordenada era esa chica.

Rápidamente Conan miró con molestia a Heiji entre la oscuridad, ordenándole silenciosamente que mirara a otro lado, aunque la chica estaba vestida y nada raro pasaba a Conan le molestaba todo. Cuando sintió que ella se alejaba para ir a buscar su bolso volvió a sacar la mano para agarrar el papel, pero de pronto escuchó a Ai hablar.

—¿Qué es eso?

Conan y Heiji sintieron escalofríos pasando por sus columnas vertebrales, todo parecía haberse ido al carajo. Lo mejor era salir y confesar todo, eso les ahorraría un poco del sufrimiento que tendrían, estuvieron a punto de hacerlo cuando vieron los pies de Ai acercarse al lado de la cama por donde estaba Conan, pero escucharon que ella volvió a hablar.

—¡Ah! Es solo el papel de la suerte que saqué con Shinichi en Osaka, pero ¿cómo es que llegó acá? —habló al aire confundida, generalmente hacía eso cuando no había nadie a su alrededor, hablar a los cuatro vientos consigo misma.

El último mago del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora