Extra (1/3)

555 27 25
                                    


Extra: La Odisea del Amor por Tokio (Parte 1)

—Kudo, dime, ¿cómo es que llegamos a esto? —preguntó el moreno horrorizado mirando lo que tenía al frente.

—¡Yo que sé, idiota! ¡Tú nos metiste en esto! ¡Yo estaba viviendo tranquilo mi vida, hasta que tú apareciste con esa absurda idea! —le respondió nervioso susurrando para no ser descubiertos.

—¡Cállate! ¡Viene hacia acá! —lo agarró para esconderse más al fondo de la pila de ropa.

Bau, chica, bau au. Mi nena dice así. Mau mau mau, siente mis latidos. Chicka chicka chu au. ¡Nunca va a parar! ¡Gitchee gitchee ki es te quiero a ti!... —cantaba enérgicamente.

—¿¡Qué idioma es ese!? —susurró afligido Heiji escuchando todos los desvaríos que salían de esa boca, sin atreverse a mirar.

—Es español. Baja la voz que nos va a encontrar. —le exigió Conan mientras miraba hacia afuera por entremedio de la ropa.

Pasaron unos minutos en silencio, todo iba bien al parecer ya estaba por irse de la habitación.

—¡Ah, Kudo, me aplastas el pie! —exclamó el chico con acento de Osaka, a susurros por supuesto, ambos sabían que estaban muertos si eran pillados.

—Lo siento, el espacio es muy chico. —se disculpó levantando su pie, viendo que ya estaba a punto de cerrar la puerta —Ya se va...

—Ah, ¡qué bueno! —habló normal Heiji una vez sintió el sonido de la puerta cerrarse.

—Fiuuu... —suspiró aliviado Conan.

—Ves, Kudo. ¡Nada puede salir mal, cuando yo estoy al mando de una misión! Ahora vamos a hacer lo que vinimos a hacer. —dijo arrogante el moreno saliendo despreocupadamente de su escondite sin notar lo que había a su paso, lo que lo condenó a muerte.

¡No! —se horrorizó Conan al ver a Heiji arrasar con todos los frascos que había en la habitación, generando un ruido digno de una película.

Los dos se miraron cobardemente a la cara, al instante se escucharon unos pasos correr hacia la habitación y la puerta siendo abierta de golpe, chocando con la pared.

—¿¡Pero que rayos están haciendo!? —gritó esa voz tan conocida.

—Kudo, dime otra vez, ¿cómo es que llegamos a esto? —repitió la pregunta Heiji, sin atreverse a hacer otra cosa que mirar pidiendo piedad.

—Pues...

24 horas antes

09:00 p.m.

Café Poirot

Habían pasado unas cuantas semanas desde el incidente con Escorpión. La vida de todos había vuelto a la normalidad, si es que así se podía llamar a estar inmiscuidos todos los días en casos, como si les cayeran del cielo. No había nada que se pudiera hacer, al parecer era Conan quien los atraía, como polillas a la luz.

Afortunadamente esa mañana nada había pasado, lo cual era muy extraño. Conan seguía mirando de un lado a otro con paranoia, esperando, no sabía exactamente qué, podría ser alguna llamada de teléfono de parte del Inspector Megure, alguien muriéndose "súbitamente" a su lado, cualquier cosa. Cada caso era más creativo.

—Conan-kun, come tu pastel. —ordenó suavemente Ran sacándolo de sus pensamientos.

—¿Eh?... Sí, Ran-neechan. —le dijo el chico ignorando sus presentimientos.

El último mago del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora