Capítulo 10: Recuerdos

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—¡Haibara! —dijo Conan mirándola molesto.

—¡Conan-kun! —gritó feliz Ayumi.

—¡No es mi culpa, que te quede claro! El Profesor Agasa activó un dispositivo y terminamos aquí. —dijo Ai, explicando lo sucedido mientras exploraban el castillo.

—Cielos... —murmuró fastidiado Conan, accediendo a que vayan con ellos.

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—En el mundo en el que vivimos, ¿qué es lo que más deseas? Una luz brillante me hizo olvidar. —cantaban vigorosamente los niños liderando la excursión, una vez se reunieron con los demás, mientras Conan y Ai los seguían atrás, la última muy divertida por la expresión de fastidio de Conan.

—¿Qué les pasa a estos niños? —dijo cansado Kogoro.

—Está bien, Mouri-san. —lo tranquilizó Natsumi —Es mejor estar alegre.
—Pero...

—¡El misterio se ha resuelto! —cantaban mientras "imitaban" ruidos de teclados y baterías —Y aun sin saberlo... —pararon de cantar solo al ver una gran puerta obstruyendo su paso. —¡Are!

—No podemos pasar. —dijo Kogoro.

—¿Tomamos el camino equivocado? —preguntó extrañada Natsumi.

—Eso no es posible, solo había un camino. —respondió el oficial Shiratori.

Eso significa que aquí también hay alguna clase de truco. —pensó Conan.

—¡Ah, mira esa ave! —exclamó Ayumi.

—¡Are! Qué raro... —dijo Mitsuhiko —Hay un ave grande de dos cabezas.

—Un halcón de dos cabezas... —dijo Ai, quien se encontraba al lado de Conan —Representa al Zar.

—Sí, y detrás de la corona, el sol. El sol... Luz. —murmuraba pensativo Conan, tal cual se comportaría Shinichi Kudo —Quizás... ¡Shiratori-san! —habló corriendo hacia este —¡Apunte la linterna directamente a la corona del halcón!

—De acuerdo. —respondió Shiratori concentrando la luz de su linterna en la corona arriba de las dos cabezas, haciendo que salga un destello de luz de esta.

—¡Se reflejó! —exclamó sorprendido Kogoro —¿Y ahora? —preguntó al sentir como todo a su alrededor se comenzaba a mover fuertemente, tal como la vez anterior.

—¡Retrocedan todos! —ordenó Shiratori al ver como el suelo donde estaba Conan se hundía llevándoselo a él de paso —¿Una entrada? Ya veo, los fragmentos de vidrio de la corona activan este pasadizo. ¡Ahh! —exclamó al sentir como el lugar en el que estaba parado igual se movía, salió de allí rápidamente para no caer, de esta forma apareció una escalera que llevaba a donde estaba Conan.

—¡Asombroso! —dijo Genta al ver la sorprendente infraestructura que había.

—¿Qué acaba de ocurrir? —preguntó confundido Kogoro.

Luego de esto decidieron entrar por el pasadizo que se abrió, llegando así a una gran sala con forma circular.

—Es como estar dentro de un huevo... —habló Ayumi observando a su alrededor.

¿Eh? ¿Qué es esto? —se preguntó Conan mirando una plataforma circular ubicada al centro de la habitación.

Kogoro y Shiratori encendieron las velas que estaban por toda la sala, logrando así ver una especie de tumba en esta.

—Luce como un ataúd. —dijo Shiratori.

—Tiene un estilo occidental, hecho de cobre. Es un gran candado. —dijo Kogoro tocando el candado que resguardaba la tumba.

El último mago del sigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora