Capítulo 11

376 35 59
                                    

El salón estaba exactamente igual, como si aquello del fuego nunca hubiera sucedido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El salón estaba exactamente igual, como si aquello del fuego nunca hubiera sucedido. Lo único que faltaba era el piano, el cual según mi madre había sido el foco del incendio. No me acordaba de nada, incluso estando en el lugar. Mi mente estaba en blanco, solo recordaba el haber bebido más de la cuenta, el haberle comprado drogas a Jooheon hasta enloquecer. 

Entré en el cuarto de Geumjae, que seguía intacto salvo por una capa de polvo en cada superficie. Me senté en la cama y me alegré de no haber llegado a quemar el piso entero. Esa habitación, aparte de Holly, era todo lo que me quedaba de él. 

Miré las paredes y esos cuadros de flores tan horribles que colgaban de ella. Estaba claro que él y yo éramos muy diferentes, mi habitación era oscura y la suya, aunque él estuviera muerto, estaba llena de vida. 

Días antes me había enterado de que Hyesun estaba embarazada y a pesar del rechazo de ella a mi ayuda, me hacía feliz. Había estado hablando con Hyesun por teléfono y me había hablado del bebé. Me dijo que sería una chica y que nacería en junio. Tendría una sobrina y mi hermano tendría descendencia. 

Me levanté de la cama y me miré en el espejo. Aún tenía el moratón en la mejilla, había estado evitando a Iseul para que no lo viera y con la fe de que el color se fuera en tres días, pero no fue así. Mi padre me había golpeado con tanta fuerza en el pómulo que el hinchazón seguía estando. Cogió la placa que había sobre su mesa en la que ponía su nombre y le daba el reconocimiento como el jefe de la empresa y me golpeó varias veces con el borde de ella. Toqué la herida haciendo una mueca. Le había dicho a Jungkook que me había dado un golpe trabajando y le diría lo mismo a Iseul. No era del todo una mentira. 

Recordé sus gritos, su cara roja por la furia, la vena hinchada de su frente y me estremecí, él nunca me había pegado. No hasta hace unos días. Me alejé del espejo y pensé que tal vez me mereciera esos golpes por no haber hecho nada cuando le hacía lo mismo a Geumjae. 

En la cocina había comida que la señora Byun había hecho porque mi madre se lo había encargado, como si ella hubiera olvidado que su hijo sabía cocinar y que no hacía falta darle trabajo extra a esa mujer. Dejé la comida en el frigorífico y salí de la casa. Hacía ya un mes que no vivía ahí y me había propuesto no volver hasta que Jungkook acabara con Lisa, hasta que él estuviera mejor. 

Cuando estaba en el ascensor arreglé la tela de mi traje que estaba algo arrugada, y fruncí el ceño, juzgando mi aspecto. Nunca antes me había importado algo así pero parecía que al igual que todo lo demás, eso también había cambiado en mi. Odiaba ese traje y odiaba lo que simbolizaba el llevarlo puesto. 

Tardé una media hora en llegar a la cafetería de la señora Jeon, donde había quedado con Iseul y Jungkook. Desde fuera pude ver a Lisa limpiando las mesas y a Jungkook fregando el suelo. La señora Jeon ponía más pasteles en la vitrina, de diferentes sabores y colores. Esa mujer cocinaba bastante bien, lo sabía porque casi todo lo que había en el frigorífico de Jungkook lo había cocinado ella. 

Jet Black Heart↬Min Yoongi (LIBRO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora