Jet Black Heart↬Min Yoongi (LIBRO II)

Capítulo 7

Hyundai tenía varias sucursales en la ciudad, llamadas "Hyundai Department Store". Había estado allí múltiples veces, era un buen sitio para pasar el rato. Fui a la que estaba más cerca de mi casa, en el barrio Apgujeong. Había tiendas de marcas importantes como Louis Vuitton o Chanel e incluso una gran cafetería con los mejores reposteros. Los trabajadores me hicieron una reverencia cuando entré en la cafetería y me ofrecieron una mesa cerca del gran ventanal de cristal. Me senté y aunque me preguntaron que quería pedir les dije que iba a esperar a mi amigo. Miré las personas caminando por la calle y los negocios. Observé estos últimos cuidadosamente, pensando en cuales serían más prometedores. Oí la radio en la que sonaban canciones de Kim Jong Wan y al mismo tiempo el cuchicheo de las personas que me rodeaban, sorprendidos porque el descendiente de Hyundai estuviera en el mismo sitio que ellos.

—¿Llevas mucho tiempo esperando?—Hoseok apareció de la nada y se sentó en la silla de enfrente. Me sonrió y se quitó su sombrero, dejándolo en un lado de la mesa.

—Sólo unos cinco minutos—le contesté, fingiendo una sonrisa. Él asintió sin apartar su sonrisa y cogió la carta para elegir qué comer.

—Te echaba de menos—me dijo.—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que quedamos solos. Volvemos a ser SOPE contra el mundo.

Le sonreí, yo también le había echado de menos pero no de la misma forma. Eché de menos al amigo que había tenido durante casi toda mi vida, no al extraño que tenía enfrente, no a alguien que traicionaría a su mejor amigo por dinero.

Hoseok se veía feliz, complacido de creer que le había perdonado y de saber que yo le había invitado a pasar la tarde juntos. Yo no era feliz por estar con él, era imposible que pudiera volver a serlo. Pero, ¿como le dices a tu mejor amigo de toda la vida que ya no eres feliz a su lado?

—Voy a pedir un pastel relleno de fruta, tienen muy buena pinta—me dijo relamiéndose los labios.

Miré la carta. No tenía hambre pero opté por pedir un helado de naranja.

El camarero se acercó a nosotros y apuntó nuestros pedidos. El chico me miró con fascinación y estuve a punto de decirle que le cambiaba mi vida si quería. Vi en la carta el precio del pastel que se había pedido Hoseok, tan cara como casi todo lo demás que había en la carta. Vi también los anillos en sus manos y que se había teñido el pelo de unos tonos más claro. Supuse que esa era la vida que quería y que estaba feliz por ello más que por verme. Lo triste era pensar que tenía todo ese dinero de una forma rastrera en lugar de haberlo ganado como se debe.

Cuando llegó el pastel, Hoseok lo probó y me dijo con emoción lo bueno que estaba. Le recordé cogiendo del cuello a Iseul y gritando. Fue como si tuviera dos caras diferentes. Me dejó probarlo y efectivamente estaba bastante bueno.

Me comí mi helado en silencio mientras Hoseok me contaba todo lo que había estado haciendo esa última semana. Y, sin ni siquiera yo preguntarle, me contó que había empezado a trabajar en Chuksan.