Capítulo 20

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Iseul dejó una caja a mi lado soltando un quejido

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Iseul dejó una caja a mi lado soltando un quejido.

—¡Pesan un montón!—me dijo pasando una mano por su frente para apartar su pelo hacia atrás.—Deberíamos haberles pedido ayuda a Jungkook y a Namjoon como te sugerí.

Negué con la cabeza aún sentado en el suelo mirando las cajas amontonadas en el salón. Quería estar solo con ella, aprovechar ese instante como si de oro se tratara. Terminé de meter la consola en la caja de cartón y me levanté del suelo, sintiendo el suelo resbaladizo bajo mis calcetines. Miré a Iseul, de menos estatura que yo, y le di un cálido abrazo. Olí su aroma y sentí el confort de estar tan cerca de ella. Su cuerpo cálido me hizo no querer separarme nunca, ella me abrazó también y oí un ruido parecido a una corta risa salir de sus labios.

—Gracias por venir—le contesté, sin mencionar que llevaba razón, que debíamos haberles pedido ayuda a los demás. Pero nadie me podía culpar por querer pasar tiempo a solas con mi novia, por querer aprovechar el tiempo que nos quedaba antes de mi boda con Nayeon.

Les había contado todo lo sucedido con Im Yena y mi padre a Jungkook y a Iseul. Ambos se habían sorprendido al descubrir que ambos eran amantes, pero yo, recordando muchas cosas, no me sorprendí tanto como me hubiera gustado. Supuse que las peleas de mis padres debieron ser por ello, que Geumjae lo sabía y esa era una de las razones por las que mi padre le pegaba y le maltrataba de otras maneras. Mi padre debía amar más a Yena de lo que jamás podría imaginar. Recordé como había sugerido que mantuviera en secreto mi relación con Iseul diciéndome que me parecía mucho a él.

Me separé de Iseul sin más remedio y cogí una caja vacía para meter mis libros en ella.

Iba a vender la casa. La misma que había incendiado hace unos meses. Solo se había visto afectada por el fuego una pared y los trabajadores que contrató mi madre lo pudieron arreglar.

Quería venderla porque sentí que sería lo mejor para mi salud mental, esa casa nos la había regalado mi padre a mí y a mi hermano hace años, era grande y preciosa pero yo solo seguía viendo al fantasma de mi hermano, a su cadáver tirado en el suelo. Necesitaba deshacerme de ella y si el fuego no lo había logrado entonces lo haría de otra forma.

Iseul vino conmigo a mi habitación, cogiendo ella otra caja vacía. Empecé a quitar los libros de las estanterías mientras ella vaciaba mi escritorio. Me hubiera gustado ver las portadas de los libros, recordar cómo me sentí cuando los leí pero todo lo que hice fue meterlos en la caja de forma atropellada. Miré a Iseul algo embobado. La luz del luz entraba directamente por la ventana, iluminaba su rostro, hacía que su pelo oscuro fuera dos tonos más claro y que sus piernas, descubiertas por llevar pantalones cortos, adquirieran un tono más tostado. Parecía un ángel. Miraba mis cosas con curiosidad, tal vez pensando que eso le ayudaría a saber más cosas sobre mí. Yo también haría eso si fuera su casa y no la mía.

Cuando acabé con la estantería ayudé a Iseul con el resto de mi escritorio. No recordaba tener tantas cosas del trabajo allí.

—¿Cómo está tu amiga?—le pregunté mientras ojeaba una carpeta para ver mis antiguos diseños. Me mordí el labio molesto por no saber iniciar muy bien la conversación.

Jet Black Heart↬Min Yoongi (LIBRO II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora