Capítulo 5

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Voy caminando de mala gana para la escuela, por lo menos es viernes

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Voy caminando de mala gana para la escuela, por lo menos es viernes.

Sostengo la sombrilla encima de mi cabeza, aunque eso no evita que mis piernas y parte de mi uniforme se mojen, gracias a la incesante lluvia.

Al principio, me costó levantarme de la cama. Si hay algo que nunca falla es lo increíble que se siente el sonido de la lluvia cuando duermes.

Pero ahora empeoró.

Traté de insistirle a mi mamá, y le dije que seguro nadie iría a la escuela con el clima así.

En vano.

Según ella, debía ir así se estuviese acabando el mundo, debido a que esta es mi primera semana en la escuela.

En fin...

Las gotas causan un fuerte estruendo al caer sobre mi sombrilla, y le ejercen tanta fuerza, que incluso debo sujetarla con ímpetu.

Resoplo y con unos movimientos extraños, consigo colocar mi mochila frente a mí para que no se moje.

Finalmente, tras la densa lluvia, logro distinguir el edificio de la escuela y apresuro el paso para poder llegar lo más pronto posible, aunque esto implique llegar soltando agua por los zapatos.

Ni siquiera quiero imaginar el nivel de suciedad que deben tener ahora mismo.

Una corriente repentina y fuerte de aire, hace que mi pequeña sombrilla de mano, se vire y me deje completamente expuesta al aguacero.

Bastan unos segundos para llenarme de agua todo el uniforme, y mi sombrilla simplemente desaparece de mis manos, y veo como el viento la arrastra.

—¡No! —grito y comienzo a correr tras ella, sin importar cuánta agua me eche encima.

Cuando veo que es imposible seguirle el paso, me resigno a caminar bajo la lluvia, frotando un poco mis brazos, pero el escalofrío que produce la tela mojada adherida a mi cuerpo es insoportable.

Ya tendré que comprar otra sombrilla.

—Creo que necesitas ayuda, otra vez.

Me giro, buscando la procedencia de la voz y me encuentro con Edward, que pinta una leve sonrisa en su rostro.

Se encuentra parado justo detrás de mí, estático y erguido en lo que sostiene un amplio paraguas.

Su mirada es misteriosa, todo el tiempo, y siempre parece que calcula sus expresiones, como un robot.

Un robot muy encantador.

No es una comparación poética, ¿cierto? Menudo fracaso de poeta sería.

Extiende su paraguas hasta mí, que es lo suficientemente grande para protegernos a los dos de la pesada lluvia.

¿Acaso ahora siempre voy a ser la damisela en apuros?

Morphine © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora