16:30
Shannon tenía sospechas. No sabía muy bien de qué pero definitivamente algo ocurría allí. La comida aquel día había sido muy tensa además de ligeramente extraña. Nadie hablaba y cuando ella o Clyde intentaban sacar conversación, los presentes simplemente asentían o reían falsamente.
Odiaba aquella forma de complacer a la gente. Es decir, si estás mal, cuéntalo o haz algo pero no hagas como si nada pasara, es lo peor que se puede hacer. Por eso se sentía un poco desquiciada. Lo que más le dolió fue que ni Megara ni Carl le contasen nada. Megara y ella se amaban, al fin y al cabo, eran hermanas. Tenía claro que averiguaría lo que pasaba allí, por mucho que le costara.
Iba caminando cerca del lago, parándose en algunos momentos para observarlo. En el momento en el que observaba una preciosa ave volar, escuchó a alguien sollozando. En seguida se dio cuenta de que era una voz femenina. Afinó un poco su oído, dándose así cuenta de que el sonido provenía de un par de metros, seguramente esa persona estaría detrás de un zarzal.
Caminó hacia donde creía que estaría, encontrándose, para su sorpresa, a una destrozada Tania. La miraba de manera que ella no se daba cuenta de que estaba allí. Sintió la necesidad de acercarse a su sobrina porque la veía realmente mal.
Dio unos sonoros pasos y la chica dio un pequeño bote al verla. Entonces, Shannon se sentó al lado de ella, en una roca, y dijo:
–Tania, cariño, ¿Qué te pasa?
Tania no contestó. La miró fijamente, sintiéndose un poco intimidada ante aquella penetrante mirada. Sus verdes ojos mostraban que, efectivamente, había llorado.
Después de unos eternos segundos así, la cara de Tania adoptó un aspecto triste y cerrando sus ojos, empezó a llorar. Shannon la abrazó al instante. Dejó que su cabeza se apoyase en su pecho y la acercó más hacia ella para que se sintiera a gusto y protegida.
Un poco más tarde, Shannon, que creyó que Tania ya estaba lo suficientemente tranquila para hablar, reformuló la pregunta anterior:
–Tania, si tienes algún problema, el mínimo, puedes contármelo. Sabes que soy de confianza y no haré nada que no quieras. Ahora dime, ¿Qué te ocurre?
Tania, que ya no estaba abrazándola, la miro a los ojos y suspiró. Puso su vista al frente, perdiéndose en el denso bosque. Suspiró otra vez y la miró.
–Shannon no estoy tan mal, es sólo un poco de estrés y algo así como... –se quedó pensativa, con una sonrisa, claramente falsa, hasta que añadió–: Impotencia.
–¿Puedo saber a qué se debe eso?
–No sé cómo explicarlo, es un poco... Complicado.
Shannon se dio cuenta de que lo que decía no era verdad, aunque cierto punto real sí que tenía. Se apiadó de ella, probablemente sería una adolescente que no sabía que quería o algo la preocupaba pero nada más allá de lo corriente. Se convenció a sí misma para apoyarla y comprenderla.
–Lo entiendo. De todos modos, si lo necesitas, ya sabes dónde estoy.
Tania asintió, dándose por hecho que su conversación se había acabado. Cuando Shannon se levantó para irse, Tania la agarró del brazo y le pidió que se quedara. Shannon lo hizo y estuvieron así un buen rato, sin decir nada porque, a decir verdad, no había nada que decir y cuando no hay razón para hablar, es mejor no hacerlo, o eso pensaba Shannon. Era momento de reflexión.
Algo le daba la sensación de que no tenían nada bueno esperándolas. Quería pensar que eran falsos sentimientos, aunque descartó esa idea, ya que siempre acertaba en sus predicciones. Le sonaba un poco raro pero era algo así como una adivina. La gente le llamaba a veces Shannon la del tercer ojo, La bruja del octavo (por cortesía de sus vecinos, los más cotillas y poco ingeniosos que había conocido nunca) y cosas así. No le molestaban pero no entendía cómo la gente podía ser tan ignorante como para no pensar y creer en sus capacidades.
17:00
–¡Dichosos lo ojos! ¡Rosemary aquí! No me lo esperaba –Harry exclamó con felicidad y aunque quiso decirlo con cierta burla sólo le salió la emoción.
–Voy a ignorar eso –dijo la recién llegada poniendo los ojos en blanco–. Vengo a hablar contigo sobre un tema bastante interesante.
Harry se encontraba en la mesa de un despacho de la mansión. Se tomó la libertad de hacerla suya para poder llevar a cabo varias operaciones. Se inclinó levemente para que Rosemary empezara a hablar. Ésta le contó todo lo que Tania le había contado, en un ataque de sinceridad, el día anterior. Harry se quedó pensativo durante un momento, para luego decir:
–Es por eso por lo que has estado callada ¿Verdad? –su mujer asintió–. Pues creo que ya debe de estar sacando conclusiones. ¿Crees que...?
–No, no lo creo –contestó a su pregunta antes si quiera de formularla entera y añadió–: pero sabes perfectamente que está en peligro por asomarse.
–Es verdad, debemos actuar -–afirmó poniéndose de pie y saliendo de la habitación acompañado por Rosemary.
18:00
Shannon aprovechó lo que le quedaba de la tarde para pasarlo con su marido. Estuvieron dando un agradable paseo por el alrededor. Conocieron el frondoso bosque que se situaba no muy lejos de la mansión. No vieron nada interesante, ni siquiera el paisaje era muy bonito. Para ser primavera no parecía un sitio muy alegre. Los árboles eran de alguna especie que no conocían porque eran demasiado tristes. No es que a los árboles se les vea sus sentimientos -si es que lo tienen- sino que no tenían buen color. Tal vez estarían enfermos por ataques de algún tipo de virus o animal, pero tampoco pensó mucho en ello.
Ahora se encontraba en el salón. Iba a encender el fuego pero no tenían leña, de modo que Clyde fue a buscarla. Le había contado lo ocurrido con Tania y habían decidido hablar con ella en aquel momento pero como no se encontraba allí, Clyde también se dispuso a buscarla.
Al cabo de un rato observando la habitación, Shannon escuchó unos pasos. En aquel instante, Megara entró en el salón por la cocina, no sin antes pasar por la puerta trasera de la casa. Delató su presencia tosiendo ligeramente y Shannon se levantó. Decidió que entonces era el momento para preguntarle todo lo que la preocupaba y así lo hizo.
–Megara me parece que no estás bien, ¿Me equivoco?
–No del todo –admitió con la mirada fija en el suelo.
–Entonces, dime con total tranquilidad lo que te pasa. Puedes confiar en mí.
–Sí, lo se. Es sólo que...
Megara no tuvo la oportunidad de acabar lo que había empezado a decir porque Clyde había entrado al salón corriendo. Venía nervioso, casi sin poder respirar de la corrida. Se apoyó en una pared y en un susurro, pero claramente audible para las presentes, dijo:
–Tania ha desaparecido. No está en ningún lugar.
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Efímera mortalidad {Editando}
Bí ẩn / Giật gânTres familias, diferentes pero a la vez parecidas, pasarán unas vacaciones en un lago de Austria. Misteriosos acontecimientos sucederán y eso les hará dudar unos de otros. ¿Debe Tania temer a algo? ¿Tal vez sólo sea su imaginación? ¿En quién debe co...