Capítulo 11.

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8:00

Tania lo había hecho. En cuanto llegó a la cocina le fue imposible callarse. Tenía tantas ganas de hablar con alguien que antes de que su cerebro diera una orden ella ya había empezado a hablar con Rosemary. Ahora se encontraban en el salón, sentadas en el sofá. Rosemary la abrazaba y le peinaba el cabello, tranquilizándola.

–Relájate Tania, no tienes de qué preocuparte —dijo amablemente.

–¿Cómo que no? ¡Mi amiga ha desaparecido! –le reprochó entre sollozos.

–La encontraremos antes de que te des cuenta –alzó el rostro de Tania y le dio un suave beso en la mejilla después de sonreírla, un gesto verdaderamente dulce–. Después de comer saldré a mirar alrededor de la casa en busca de alguna pista. ¿Qué te parece?

–Bien –se secó las lágrimas y continuó–; pero vas a dejar que me vaya contigo.

–No puedo hacer eso Tania es... 

–Claro que sí –dijo sin dejar acabar a Rosemary–, yo la traje aquí y yo me ocuparé de ella.

Rosemary suspiró y cerró los ojos. Miró hacia arriba, un gesto claro de pensamiento. Tras un breve momento así, suspiró y dijo: 

–Está bien, pero a la mínima que sepas algo o te pase algo no dudes en decírmelo.

Tania se levantó y asintió. Salió de la estancia un poco preocupada. Había algo que no le había dicho. No le contó que había sangrado ni tampoco podía decirle que tuvo un sueño con Hanna. En el fondo sabía que era porque no fue un simple sueño. Más bien era una alucinación o algún efecto desconocido que no sabía qué la causó. Barajó el contarle lo del mensaje en su espejo aunque finalmente no lo hizo. Básicamente le contó lo que estaba relacionado con Hanna, sin añadir más.          

No sabía si había hecho bien contándoselo todo a ella pero fue el único consuelo que encontró. Además, prometió no decirles nada a sus padres sin preguntar la razón de aquello.

Era una absoluta mierda no saber que quería en todo momento. Suponía que era por ser adolescente. Por lo que había escuchado y vivido, es la edad en la que te conoces a ti mismo, con todos los problemas que ello pueda suponer. Problemas que a Tania la desquiciaban. No sabía qué hacer en la vida. Cada vez que sus padres le preguntaban algo simplemente decía lo que querían oír. Siempre hacía lo mismo, por simple comodidad.

La comodidad la estaba matando porque en el fondo sabía cual era su sueño; irse a vivir con alguien a Holanda, a alguna de esas casas típicas de colores al lado del mar o el río. Ya conocía Holanda de un viaje que hicieron en familia y se quedó embelesada. Su intención era irse allí y descubrirse a sí misma lejos de la sociedad típica austro-germana. 

Pero todo era tan difícil. Era demasiado joven para irse sola y en el caso de ir acompañada de alguien, ¿Quién sería? Iba a proponérselo a Hanna pero dadas las circunstancias no podía contar con ella. Tenía amigas y amigos pero definitivamente no sería lo mismo. Aún así estaba barajando la idea de irse sola.

8:30

Rosemary continuaba en el sofá, procesando información. El primer punto era que Tania no era heterosexual. Decía que era bisexual. Esto a Rosemary le pareció muy mal aunque no dijo nada, para escuchar todo lo que tenía que decirle sin interrupciones. Le pareció un poco extraño que se lo contara a ella, ya que mucha relación no es que tuvieran. El siguiente punto era que iba a encontrarse con su última novia en el lago, cerca de donde estaban. Lo preocupante para Tania era no haberla encontrado.

No era muy lógica aquella extrema preocupación que presentaba. Tal vez no había venido y no contactaba con ella porque no podía. Tan simple como eso podría haber pasado. Aún así, se ofreció a ayudarla en busca de cualquier cosa.

De repente, se dio cuenta de unos pasos que venían de su izquierda. Saltó al suelo intentando hacer el menor bulto posible. En seguida se sintió estúpida, pues eran Carl y Megara. Aunque algo era extraño; hablaban expresando mucha tensión, cosa rara para dos empalagosos como aquellos. Pararon al par de Rosemary pero al otro lado del sofá, de manera que no la veían. Rosemary se interesó por la conversación y escuchó atentamente lo que decían.

–¿Megara quieres contarme lo que pasó? –preguntaba Carl. Su tono fue bastante triste.

–Te lo cuento otra vez: escuché a Tania chillar y tanto sus hermanos como yo fuimos a socorrerla. ¡Tenía sangre en su abdomen, Carl! Se lo limpié y cuando se despertó la consolamos –contó cansada.

–¿Qué dijo ella de la sangre?

–Nada, no dijo nada. Yo tampoco se lo dije. Tal vez lo sepa pero no nos quiera contar nada.

–Pero, entonces, ¿Se intentó dañar a sí misma? –preguntó. Rosemary, sin mirarlo, se dio cuenta de que estaba a punto de llorar.

–Eso es lo más extraño; no tenía heridas. Ni una sola herida. Ni rasguños. Intenté guardarme para mí la expresión de asombro que tuve y les dije a los chicos que eso era algo normal aunque creo que Alexander no me creyó –dijo indecisa. 

–No sé qué decir. ¿Es eso normal? Nunca había escuchado nada parecido. Tenemos que investigar.

–¿Qué tal si se lo preguntamos después de cenar, cuando se vaya a la cama? Creo que debemos dejarla tranquila durante el día para que reflexione. Quizás nos lo cuente ella misma.

Carl dijo algo inaudible para los oídos de Rosemary y abandonaron el salón. ¿Sangre? Tania no le había contado aquello. Se sintió un poco decepcionada. Era demasiado bueno para ser cierto que hubiese acudido a ella y que le hubiera contado todo.

Iban a hablar con ella esta noche. Se le antojó que ella debería de estar allí, para darle apoyo. Además, si quería que sus padres no supiesen nada, podría cubrirla y hacer un poco de teatro para que no sospecharan de nadie. Sí, definitivamente actuaría.

Por otra parte, tenía que saber qué le había pasado exactamente. Aquella sangre no habría llegado a ella por arte de magia. Algo habría hecho para que le pasara aquello.

Se levanto del suelo para buscar a Tania. Pero primero tenía que encontrar a Harry, podía serle muy útil. 


Efímera mortalidad {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora