Capítulo 2. Mejor amigo II.

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A Emilio no le importa nada. Pero hay una cosa que valora mucho, aparte del sexo con chicas, claro está, y eso es su motocicleta, una costosa deportiva último modelo regalo de su padre en su último cumpleaños. Nadie puede tocarla, la llama su hija biológica de nombre "Carlota".

—¿Vamos a ver una película hoy?— llegamos al estacionamiento del edificio, ya es tarde y el sol no tarda en ocultarse.

—Ya estás Joaquito, vamos.— me sonríe tan lindo que no sé si son sus dientes o el sol, que me pega de frente, lo que me encandila por segundos.

—¿Y cómo nos vamos?— trato de recuperar estabilidad para no mostrar mi ensoñación.

—Pues vete en tu coche, yo me iré con "Casey".— jajaja ¿disculpa?

—¿Quién es Casey?— estoy seguro que mi mirada es de confusión porque cambia su rostro serio a uno divertido. Si, a Osorio le encanta confundirme, me lo ha dejado claro varias veces.

—Casey es el apodo de mi hija, Carlota es su nombre real.— me responde con una sonrisa llena de orgullo mientras toca gracialmente su moto, como si acabara de descubrir el origen de Dios, y yo no puedo tener más cara de estreñido por sus niñerias ¿cómo es que este pendejo me trae cacheteando las banquetas? Ah si, porque yo soy el doble ¡no! El triple de pendejo.

—¿Estás bromeando?— lo miro con la cejada alzada.

—No, es en serio.— suelta una risa divertida. Si, Emilio en serio le tiene nombre y apodo a su motocicleta.

—Wey, no mames ¿me harás gastar la gasolina de mi coche? No seas así y llévame.— lo miro con súplica, realmente ando corto de dinero y la gasolina está muy fuera de mi presupuesto.

—Pero por supuesto...— sonrío esperanzado —... que no. Wey, lo siento pero esta chiquita es sólo para las chicas lindas ¿entiendes? Vete en tu coche no seas nena.

Si lo entiendo... tal vez no, desearía entenderlo de una vez por todas. Miro como se coloca el casco y enciende el vehículo emprendiendo camino sin mirar atrás ni una sola vez... nunca mira atrás cuando me deja.

Una vez Emilio me dijo "mi verdadero amor es aquella que, si realmente le intereso, me buscara" esa es la razón por la que él nunca ha cortejado a nadie. Las chicas llegan solas.

—Mierda, mi novia le dio like.— nos dirigimos al estacionamiento del cine, estamos a unos diez metros de donde tomamos caminos separados.

—¿A qué?— intento mirar su teléfono pero este sujeto es demasiado alto.

—A un comentario que hizo una chica con la que hablo últimamente.— oh genial, le descubrieron la movida.

—Ops, tienes un mensaje.— me alejo un poco anticipando todo lo que viene.

— me alejo un poco anticipando todo lo que viene

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Mentira, este es Emilio...
Es un experto en "multitareas" (mentiras, pretextos, excusas, todas en el mismo paquete) no creo que haya nadie en esta universidad que pueda superarlo.

El timbre del celular de mi amigo me espabila, oh no, la loca en turno de verdad esta molesta y no le creyó ni una palabra.

—Bueno, iré por allá.— Emilio camina a una esquina mientras contesta y pone el celular en su oreja, aunque se aleja el lugar tiene el suficiente eco como para escuchar lo que dice.

—¿María? ¿Qué te pasa?— su mano libre esta en el bolsillo de su sudadera rosa, su favorita por cierto, señal de que esta a la defensiva. —¿Es en serio? Tienes que dejar de ser tan irracional, son sólo likes... No empieces con mamadas, no estoy de humor para pelear contigo.—
Maldito pendejo, está escena me es tan familiar, la he visto una tras otra y otra, la misma reacción de Emilio.

—¿Me estás amenazando con terminar? Bien, terminamos, no voy a hacer este pedo más grande.— sin medir más palabras corta la llamada, suspira y pasa sus manos por su cabello rizado. Esta molesto. Ahora es mi turno de consolarlo, esto ha ocurrido incontables veces desde preparatoria, no entiendo sus actitudes. Su rostro dice que le duele terminar con su novia en turno pero sus ojos conservan ese desinterés con nada fin de relación, como si realmente no le importara en lo más mínimo ¿cuál es la verdad Emilio?

—Oye, estás... ¿bien?— llega frente a mí con la mirada gacha, me agacho también para tratar de ver su rostro.

—No muy bien, Joaquito.— y ahí está, su rostro deprimido pero ojos aburridos.

Esta bien, no hay problema yo estoy aquí para ti, yo no voy a dejarte. Si todos se van de tu lado yo me quedo acompañarte porque yo... Yo te amo... Te amo... Toco gentilmente su brazo y él me mira mientras sonríe melancólico, observo como se acerca un poco cuando de pronto...

Mensaje nuevo en WhatsApp.

Mierda, no, no levantes el teléfono, maldita sea, no mires el maldito aparato, por favor no leas el mensaje.

—Oh, es Beatriz de contabilidad.— bingo, nueva presa. Creo que mi cara se veía mil veces peor que la de Emilio justo ahora, ni siquiera he comenzando a consolarlo, mi mano sigue en su brazo.

—Bueno ¿y ahora qué?— pregunto mirando al piso.

—Pues lo estoy considerando.— odio tu sonrisa de victoria.

—Pero acabas de romper con María hace menos de cinco minutos... no me digas que...— Emilio me mira como si me hubiera salido otra cabeza justo ahora y me corta inmediatamente.

—No, no planeaba pedalear dos bicicletas al mismo tiempo si es lo que estás pensando. No pude salir con ella en el pasado, pero ahora puedo. Soy soltero papá.— mueve el brazo y mi mano cae.

Todo bien Joaquín, todo en el orden correcto. —Tengo que irme a comenzar un nuevo amor y sanar las heridas. ¡Nos vemos mañana! No olvides traerme esas enchiladas tan deliciosas que prepara Eli. Te quiero Joaquito.— me da un rápido beso en la coronilla y se va corriendo hacia Casey.

¡¿Que pedo?!

—Oyeme no, Emilio hijo de la chingada, ¡espérate! Emil...— se fue.

Y de nuevo fui dejado atrás... Como siempre.

Ya ni puedo recordar cuantas veces me dejó así, desde que comenzó mi amor por él hace unos tres años, quizás más y sólo lo estoy contando a mi conveniencia para no sentirme tan estúpido, ni una sola vez se volteó a mirarme mientras avanzaba ¿será porque nunca le he confesado que estoy enamorado de él? Sólo puedo alimentar en silencio el dolor que adormece poco a poco mi corazón y lo atraviesa de manera brutal.
Mañana habrá alguien nuevo junto a él en su moto mientras yo seguiré trayendo su comida favorita...

Nunca sabrá lo que siento por él.

El secreto que guarde hoy seguirá siendo secreto mañana. Si no quiero perderlo entonces todo debe seguir, igual debo seguir callando. No hay nada que pueda hacer ahora excepto arrastrar mis pies para poder llegar al auto y largarme de una vez por todas.
Cada vez que me siento triste me apresuro a llegar a mi habitación, toco algunas canciones de desamor y me doy una ducha de agua fría.
La verdad ya perdí la capacidad de llorar por Emilio, creo que me acabé mi reserva de lágrimas de toda la vida en tres años, así que, aunque no voy a llorar, me duele el corazón, de manera agobiante, siento que me falta el aire, recargo una mano en la pared y con la otra abro la ducha. Tal como si estuviera en un vídeo musical sobre un desgarrador mal de amores.

¡Me lleva la chingada no hay agua!

Nada me puede ir peor.

Salgo de ahí y tomo una botella de agua fría de la cocina regresando al baño y la vierto sobre mi cabeza.

Mierda.

Maldito Emilio ¿sabes cuántas botellas de agua he desperdiciado en esta lamentable y patética rutina? Eso no es nada respetuoso con el medio ambiente en absoluto.

Si definitivamente amo a Emilio y lo odio en la misma escala, con la misma intensidad.

𝗧𝗵𝗲𝗼𝗿𝘆 𝗼𝗳 𝗟𝗼𝘃𝗲 (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora