Capitulo 7

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A la mañana siguiente, seguí con mi rutina habitual. A pesar de que la noche anterior había sido tumultuosa, me puse en marcha, tratando de enmascarar la confusión que me invadía. Subí al carro de mi hermano, y mientras él conducía hacia el colegio, el ambiente parecía pesado, cargado de murmullos que emanaban de cada rincón. Una inquietud creciente crecía en mi interior, aunque no sabía a qué se debía. Al llegar, vi cómo los estudiantes se agrupaban en pequeños círculos, intercambiando miradas y susurros cómplices. Fue entonces cuando vi a Monse, mi mejor amiga, que se acercó con una expresión que combinaba sorpresa y preocupación.

—Oye, ¿de qué está hablando todo el colegio? —le pregunté, tratando de ocultar mi ansiedad.

—¿A poco no te has enterado? —respondió, con una ceja levantada.

—No, ¿de qué?

—Pues que Joe va a ser papá.

Las palabras cayeron sobre mí como un balde de agua fría. Mi mente no pudo procesar la noticia de inmediato.

—¿Qué? —mi voz salió casi en un susurro, ahogada por la incredulidad.

—Su exnovia volvió después de meses y ahora llega con la gran noticia. Lo vi pasar a Joe con ella, supongo que se fueron a celebrar.

Intenté asimilar cada palabra, cada fragmento de información. La verdad era que me sentía perdida, como si un tsunami de emociones hubiese golpeado mi interior.

—Bueno, me tengo que ir —dije, tratando de recuperar la compostura.

—¿A dónde? Si ya mero empezará la clase.

—Lo siento, me olvidé de algo y necesito irme. —Sin mirar atrás, me fui corriendo.

Caminar por la ciudad se sintió como una eternidad. Mis pensamientos se repetían en mi mente en un eco constante, dándome vueltas sin cesar. Después de un rato, llegué a un Starbucks y decidí entrar para tomar algo que me ayudara a aclarar las ideas. Me senté en una esquina y respiré hondo, pero justo en ese instante, sentí el vibrar de mi celular. Tenía montones de llamadas perdidas de Joe, de Monse y de mi hermano, además de varios mensajes de ambos. La ansiedad se apoderó de mí y, sin pensarlo mucho, decidí llamar a Mario, mi otro amigo, y lo cité en el mismo lugar.

Diez minutos después, Mario llegó, y su expresión mostró preocupación.

—Hola, ¿qué te pasó? Te noté muy triste cuando me llamaste —dijo mientras se sentaba.

—Hola. Pues... Joe va a ser papá.

La expresión de Mario cambió de inmediato, mostrando una mezcla de tristeza y comprensión.

—Lo siento, la verdad es que ya lo sabía. Esta mañana me lo contó. Aunque no entiendo cómo te fijaste en él.

—Ni yo sé qué me gustó de él. Después de haberle confesado que me gustaba y saber que él también sentía lo mismo, pensé que podríamos ser novios. Pero me equivoqué, porque ahora está con su ex novia celebrando lo que parece ser un nuevo comienzo, que ni siquiera me imaginé que podría suceder.

—Ay, amiga. No sé qué decirte, solo que Joe es un idiota por dejar ir a una mujer hermosa como tú.

—Claro, tú qué lo dices —respondí con una mezcla de ironía y tristeza.

Pasamos un rato hablando, tratando de distraernos de la realidad, pero pronto me percaté de que ya era tarde. Mi hermano y Monse seguramente estaban muy preocupados por mí porque no les había avisado nada, aunque eso era lo de menos. Sabía que necesitaría más tiempo para procesar todo lo que había pasado y, sinceramente, me preocupaba confrontar a Monse al día siguiente.

Mario me dejó en la puerta de mi casa y se marchó. Eran alrededor de las seis de la tarde. Tenía la certeza de que mi hermano me regañaría por no haber ido a clases. Entré y subí a mi habitación antes de que alguien me viera.

Al abrir la puerta, encendí la luz y me sorprendí al ver a Joe sentado en mi cama.

- ¿Qué haces aquí? 
La pregunta flotó en el aire, cargada de confusión y desasosiego. 
- Vine a explicarte varias cosas. 
- No tienes que hacerlo; aparte, no soy nadie en tu vida para que lo hagas. 

Mis palabras sonaron frágiles, como un vidrio a punto de quebrarse. Él, sin embargo, mantuvo su mirada intensa. 
- Para mí, sí eres importante. Solo quiero que me escuches. 
- Bueno… 

Una pausa, un instante suspendido. La tensión palpitaba entre nosotros. Su voz volvió a romper el silencio. 
- Supongo que ya sabes que voy a ser papá. 
Ese comentario me golpeó inesperadamente. La realidad se deslizó por mi piel, fría y punzante. 
- Sí, pero ¿cómo sabes que es tuyo? 
- Por los meses que lleva y porque ella me mostró los resultados antes de irse. 
- Y tú le creíste, ¿verdad? 

La incredulidad en mi tono era palpable. 
- Al principio no, pero… 

Su voz tembló, y sentí que, al igual que yo, se debatía entre emociones contradictorias. 
- …ella y yo tuvimos relaciones antes de que supiera la verdad. 
- ¿De qué verdad hablas? 
El aire se volvió denso; sabía que había algo en el fondo de sus palabras que no podía ignorar. 
- Lo siento, pero no puedo decirte. Estoy tan confundido que no sé qué hacer ahora. 

La frustración brotó de mí sin avisar; no podía soportar esa ambivalencia. 
- No seas estúpido. Tienes que hacerte cargo y casarte con ella; deben ser muy felices para siempre. 
- ¡Pero no puedo! 

Sus ojos, llenos de angustia, se clavaron en mí. 
- ¿Por qué? Eso es fácil. 
- No lo es, porque tú me gustas mucho. Justo hoy iba a pedirte que fueras mi novia. Mira, te compré esto. 

Al decir eso, el tiempo se detuvo. Mis sentidos se agudizaron, captando cada detalle mientras sacaba una pequeña caja. Cuando la abrió y reveló la pulsera, una belleza rara y delicada, el impacto me dejó sin aliento. Las lágrimas brotaron sin que pudiera contenerlas. 

- No llores. 
- Lo siento… pero no puedo, no podemos. Necesito que te vayas, necesito estar sola. 
- Está bien. Buenas noches. 

Y, como si se desvaneciera, salió por la ventana. Cerré el cristal, el sonido resonando como un golpe en mi pecho. La soledad me envolvió en una niebla abrumadora. No comprendía por qué me dolía tanto que Joe iba a ser papá. Éramos solo dos amigos… o al menos eso quería creer.

Su ex, que había regresado en el momento más desafortunado, era un fantasma que se interponía entre nosotros justo cuando Joe se estaba dando cuenta de lo que realmente significaba para mí. Maldita sea. Mi corazón y mente estaban en guerra, yo atrapada en una tormenta de emociones. ¿Cómo podía quererlo cuando había una vida nueva en camino, una vida que cambiaría todo lo que pensaba conocía? La ira, la tristeza y la confusión giraban en torno a mí como un torbellino. ¿Era esto lo que se siente tener el corazón roto?

El mejor amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora