**Narra Joe:**
Me desperté con el sonido insistente de mi celular. No quería abrir los ojos; de seguro era muy temprano y me encontraba en ese espacio entre el sueño y la vigilia. El estúpido teléfono no dejaba de sonar.
—Hola —pregunté, más dormido que despierto, tratando de reconocer la voz al otro lado.
—¡Scarlet y Dan: Feeeliiizzzz Cuuuumpleeee Añoooos!
—Oh, muchas gracias, amor, y gracias, cuñado. Miré el reloj y vi que eran las 11:00. Oh, no era tan temprano después de todo.
—Necesito que estés listo a las 8.
—Está bien, amor.
—Bueno, adiós.
Colgué y me arrastré hacia el baño, donde disfruté de una larga, relajante ducha. El agua caliente caía sobre mí, disipando el aturdimiento matutino. Me vestí: un pantalón cómodo, una camisa blanca bien planchada y una chamarra negra. Mis tenis grises completaron el look, y bajé a la cocina para desayunar.
—¡Feliz Cumpleaños! —respondió mi mamá al verme entrar a la cocina.
—Oh, muchas gracias, mamá.
—Tenemos un regalo para ti —dijo con una sonrisa. Mi hermano salió disparado de la sala y volvió con una caja enorme en sus manos.
—Gracias, los amo —exclamé, abriendo el regalo. Era una guitarra. Hubo un tiempo en que tocaba con frecuencia, pero lo había dejado a un lado por mis estudios.
—De nada, hijo. Vamos a comer para celebrar tu día —dijo mi mamá, y antes de darme cuenta, estábamos saliendo de casa camino al restaurante Los Martínez. Era una tradición familiar celebrar allí nuestros cumpleaños.
Después de disfrutar la comida, decidí pasar por la casa de mi novia. Al entrar, me encontré a Juan Pablo, Juana, Mario, Daniel, Dan y mi novia, todos en medio de risas y pláticas animadas. Intentaba ayudar en la organización, pero no me dejaban hacer nada; estaban tan concentrados en prepararlo todo. Sin embargo, de repente, no vi a Scarlet. Así que decidí enviarle un mensaje:
—Mi amor, ¿dónde estás?
A los dos minutos, su respuesta llegó.
—Mi amor, estoy en mi cuarto. Sube, que te tengo una sorpresa.
Subí a su habitación, aprovechando que nadie me prestaba atención, pues todos estaban demasiado entusiasmados.
**Narra Scarlet:**
Cuando vi entrar a Joe, me quedé embobada. Se veía increíble; cada músculo de su cuerpo se marcaba a la perfección. Mi hombre era perfecto. Cuando se acercó, me abrazó fuerte al entrar y nuestros labios se unieron en un beso increíble, lleno de amor.
—Te amo —susurró entre nuestros labios.
—Y yo también te amo —respondí, dándole otro beso. Oh, estábamos solos, señorito —pensé en voz juguetona.
—Si tienes algo en mente —dijo acercándose más a mí, estrechándome entre sus brazos—.
—Tengo muchas ideas... —y lo besé con suavidad, pero también con deseo.
Paramos por la falta de aire.
—Te tengo un regalo —le dije, entregándole una caja grande donde venían tres playeras, dos pantalones y un reloj.
—Gracias, amor.
—De nada, amor, pero ya tenemos que bajar porque si no, mi hermano vendrá a sacarnos a patadas, ya lo conoces.
La fiesta estaba llena de energía y risas, y la casa vibraba con la música y el murmullo de los amigos. Mientras el alcohol corría, yo me sentía un poco fuera de lugar. No podía tomar, y eso me hacía sentir un poco aislada, observando la diversión desde la distancia.
- ¿Ya viste a Monse? Está bailando con otro. ¿Quién es ese? - me comentó mi hermano.
- ¡Ay, hermanito! ¿Cuándo vas a dejar de ser el Playboy y asumir que te gusta Monse?
- ¿Qué? - respondió él, con cara de pánico, como si hubiera revelado un secreto prohibido. - ¡Déjate de cosas, hermana!
- Está bien, me dejaré de cosas, pero si reconoces que te gusta mi amiga.
Él negó con la cabeza, pero luego me miró a los ojos, tratando de ocultar su vulnerabilidad.
- Tanto se nota — contestó , con una sonrisa satisfecha.
— ¿Sí? — conteste claramente
— Dame un consejo. — me contestó relajado.— Solo ve y háblale.
—¡Qué gran consejo! No se me había ocurrido, hermanita — respondió con sarcasmo.
- Sí, gran consejo, lo sé. Pero un pajarito me dijo que alguien se muere por ti.
- ¿Dime lo que sabes, hermana?
- Yo no sé nada, así que ve con ella - dije mientras se marchaba.
Decidí buscar a Joe, ya que no lo había visto en toda la fiesta. Fui a su casa, pero al tocar la puerta no obtuve respuesta. Quizás había salido por algo. Estaba a punto de marcharme cuando escuché una voz detrás de mí: era Juana.
- Deberías entrar. La puerta no tiene seguro; está abierta.
- Tal vez esté ocupado. Prefiero no hacerlo.
- Entremos, yo te acompaño. Si está en su cuarto, los dejaré solitos.
Cuando llegamos a su cuarto, el desorden era evidente; había ropa tirada por el suelo. Esa no era ropa de Joe. No... no podía ser.
Abrí la puerta lentamente y lo que vi me dejó helada: una mujer, a la que reconocí como Sarahi, estaba acostada en su cama. En ese instante, el corazón me dio un vuelco. Justo entonces, Joe salió del baño, envuelto en una toalla y secándose el pelo. Juana me tomó de la mano y me susurró: "Vámonos de aquí".
- ¿Qué demonios? - exclamó Joe al notar mi presencia. - Scarlet, ¡Scarlet!
El impacto de sus palabras resonó en mi mente mientras corría fuera de allí. Solo quería refugio en mi habitación y llorar. Al abrir la puerta, todas las miradas se dirigieron hacia mí mientras subía las escaleras, las lágrimas deslizándose por mis mejillas. Me lancé a mi cama, abrazando un peluche para consolarme.
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El mejor amigo de mi hermano
RomanceDesde que tengo memoria, siempre he estado enamorada de Joe Anderson, el mejor amigo de mi hermano. Con su risa contagiosa y esos ojos que brillan como estrellas, cada vez que lo veo, siento mariposas en el estómago. Pero, por alguna razón, nunca me...