Me levanté feliz, una sensación de cálido amor envolvía mi corazón, ya que había pasado una noche maravillosa con Joe. Al girar en la cama, lo vi dormido a mi lado, y su rostro era tan tierno, tan sereno.—Buenos días, hermosa —susurró, todavía con los ojos entrecerrados.
—Buenos días, amor —respondí, sonriendo. No podía evitar sentirme afortunada.
Me levanté de la cama y fui directamente al baño. Mientras el agua caía sobre mí, reflexionaba sobre lo afortunada que era. Pero al salir, noté que Joe no estaba en la recámara, así que decidí buscarlo. Baje a la cocina, pero tampoco encontré señales de él. Apreté el paso hacia la sala y allí lo vi: estaba sentado, con un enorme oso de peluche y un ramo de rosas en sus manos.
—¡Sooorpresaaaa! —exclamó con una sonrisa que iluminaba su rostro.
—Feliz San Valentín, mi amor —le dije mientras corría hacia él, llena de emoción. Me lancé a sus brazos y lo besé, sintiendo el amor que nos unía.
El oso tenía una caja atada con un hermoso lazo. Con manos temblorosas, la abrí, y ahí estaba: un anillo brillante que capturaba la luz de la habitación.
—Sé que es muy pronto para esto, pero hace tiempo que quería decirlo. No quiero perder más tiempo separados de ti. Quiero que seas mía, que seas mi esposa. Así que, Scarlet, ¿te quieres casar conmigo?
—¡Sí, acepto! —grité con lágrimas de felicidad, sintiendo que mi corazón rebosaba de amor. Lo abracé con fuerza, desencadenando un torrente de besos románticos. Esa tarde, estábamos sumergidos en nuestro amor, hablando de un futuro juntos.
A medida que pasaban los días, nuestra relación crecía con cada conversación sobre los hijos que deseábamos tener. Joe quería una familia numerosa, hablando de ocho hijos y sus nombres, mientras yo reía y le decía que dos serían suficientes, y quizás uno más adoptado. La imagen de nosotros criando a nuestros hijos en un hogar lleno de amor y risas me llenaba de alegría.
Una tarde, después de una larga conversación, estábamos viendo una película, pero mi mente divagaba. Visualizaba a nuestros hijos corriendo y jugando, a Joe lanzando a nuestro pequeño al aire en un juego de “avioncito”. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que de pronto, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
De repente, me volví hacia él. Joe tenía la mirada intrigada, el control remoto en mano, y presionó el silencio en la tele.
—¿Qué te pasa? —preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad.
—Cásate conmigo —lo solté sin pensar, con la urgencia de un corazón que ardía de amor.
—Pero, si hace una semana que te lo pedí —respondió sorprendido.
—Lo sé, pero quiero que esto suceda pronto. Sé que prometimos esperar un año más, pero no puedo contenerme.
—Está bien, pero nos casaremos en seis meses. Necesitamos tiempo para planear la boda perfecta.
Seis meses después…
**Día de la boda.**
*Narra Monse:*
Ahí estaba ella, sentada en la silla que debería ocupar yo. Llevaba el peinado que debía ser mío, vestida con el vestido que había soñado, mirándose al espejo con ojos llenos de esperanza. Era la imagen del sueño que siempre había deseado, pero que de alguna manera, me había robado.
El resentimiento subía por dentro, una mezcla de tristeza y frustración. Siempre parecía tenerlo todo. Poniendo la carita tierna, siempre lograba lo que quería, mientras yo sentía que debía luchar con cada paso que daba. Pero esta vez, era diferente. Esta era mi oportunidad.
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El mejor amigo de mi hermano
RomanceDesde que tengo memoria, siempre he estado enamorada de Joe Anderson, el mejor amigo de mi hermano. Con su risa contagiosa y esos ojos que brillan como estrellas, cada vez que lo veo, siento mariposas en el estómago. Pero, por alguna razón, nunca me...