Capitulo 12

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Me intenté levantar, pero en eso sentí unas manos a mi alrededor. Volteé y era mi hermano, quien sonreía mientras se estiraba en la cama.

—¿Te vas a levantar o te vas a quedar ahí toda la mañana? —le dije, medio bromeando.

Me levanté lentamente y miré mi celular. Tenía mensajes de Monse y de Joe. Abrí los mensajes de Monse, que decía:

**Monse:** 
- ¿Qué harás en la tarde?

Le respondí que no haría nada, con la esperanza de que ella me contara sus planes. Luego abrí los mensajes de Joe, que decía:

**Joe:** 
- Hola mi amor. Espero que tengas una linda mañana. Te veo al rato, iremos a patinar. Bueno, adiós amor, te veo al rato. Te amo ♡

Cuando terminé de leer el mensaje, me sentí sonrojada y con mariposas en el estómago. La idea de ir a patinar con él me emocionaba. Me metí a bañar y mientras el agua caía, no podía evitar pensar en cómo había cambiado nuestra relación en tan poco tiempo. Después de salir, me puse una playera blanca con la palabra "Smile" en el centro, unos shorts de mezclilla y mis Vans negros. Agarré mi patineta y me miré en el espejo; estaba lista para el día.

Fui al cuarto de mi hermano para que fuera con nosotros, pero al entrar lo vi bañado y arreglado, lo que se me hizo raro.

—¿Te me vas a quedar viendo o me vas a decir algo? —le pregunté, divertida.

—¿A dónde vas, hermano? —respondió, con un tono curioso.

—Al mismo lugar a donde vas tú, ya que Joe también me invitó.

—Bueno, ¿estás listo?

—Sí, vamos.

—¡Si!

Salimos de casa, y mientras caminábamos hacia el parque, decidí enviarle un mensaje a Monse. Ella, siempre entusiasta, aceptó unirse a nosotros. La compañía de los amigos nunca es de más, especialmente en días como este.

Cuando llegamos al parque, vi a Joe en medio de una conversación animada con Juan Pablo, Mario, Daniel y Juana. Me sentí un poco nerviosa, pero al mismo tiempo emocionada de verlo. Todos se dirigieron hacia nosotros, y el ambiente se llenó de risas y buenos deseos.

—¡Hola chicos! —saludó mi hermano.

—¡Hola! —respondieron todos, excepto Joe que me miró y dijo:

—Hola, mi amor.

—Bueno, empecemos —dijo Juana, llena de energía.

Nos la pasamos patinando un buen rato. Era refrescante sentir el viento en mi cara y la adrenalina recorrer mi cuerpo. Sin embargo, cuando vi a Monse llegar, decidí detenerme.

—¡Hola, Monse! —dije con una sonrisa.

—¡Hola, Scar! —respondió, un poco nerviosa.

—Y ahora, ¿qué hacemos? Ya que tú no sabes andar en patineta, yo te enseñaría, pero soy muy mala enseñando.

—Yo le enseño, dijo Dan, acercándose al grupo.

—Claro —dije, viéndola sonrojarse mientras Dan se ofrecía. Me eché a reír, disfrutando el momento antes de irme a hacer otra cosa.

**Narra Monse:**

Luego de que Dan me enseñara a andar en skate, me di cuenta de que no era fácil; más bien, era un desafío y a la vez divertido. Después de varios intentos y caídas, logré deslizarme sin perder el equilibrio, lo que me llenó de orgullo. Esa sensación de libertad era simplemente increíble.

La tarde pasó rápidamente y, cuando el sol comenzó a ocultarse, decidimos que era hora de ir a comer. Cada quien se fue a sus casas, pero yo decidí quedarme en casa de Scarlet, ya que al día siguiente no había clases.

—Bueno, ¿y qué se te ocurre que hagamos? —le pregunté mientras me sentábamos en el sofá.

—Espera, me están llamando —dijo, y al ver que se alejaba para contestar su celular, decidí ir a la habitación de Dan.

—Hola, Dan —saludé.

—Hola, ¿y mi hermana? —me preguntó, mirando la pantalla de su consola.

—Hablando por celular con su novio.

—¿Y tú, qué haces? — le pregunté a Dan.

—Iba a jugar Play, ¿juegas?

—Claro — conteste emocionada

—Ven siéntate aquí 

Narra Scarlet:

Estaba con Monse en mi habitación, rodeadas de papeles y libros, listas para planear cómo pasaríamos la noche. Teníamos tantas ideas: maratón de películas, una sesión de música, tal vez ponernos al día con los últimos capítulos de nuestra serie favorita. La emoción estaba en el aire, y me encantaba ese tiempo juntas.

De pronto, mi celular comenzó a vibrar en la mesa. Miré la pantalla y vi su nombre. Una sensación de calidez se apoderó de mí. Sin pensarlo, me excusé con Monse y salí de la habitación para poder contestar con tranquilidad.

—Perdón que te moleste, pero vine a darte las buenas noches, hermosa —su voz sonaba suave y cariñosa al otro lado de la línea. Sonreí, sintiendo mariposas en el estómago.

—Buenas noches, mi amor —le respondí, sintiendo que el simple intercambio me hacía sentir especial. Cada conversación con él tenía esa chispa que iluminaba mis pensamientos.

—Descansa y sueña conmigo. Bueno, te dejo porque haré unas cosas —dijo, y aunque deseaba que la conversación durara más, entendía que tenía otras responsabilidades.

Después de colgar, salí de la habitación, todavía con una sonrisa en el rostro. En el pasillo, vi a mi hermano y a Monse, concentrados en el videojuego, riendo y compitiendo entre ellos. No quise interrumpir su diversión, así que decidí subir de nuevo a mi habitación.

Una vez allí, me dejé caer en mi cama, sintiéndome abrumada por la mezcla de emoción y cansancio. Mientras miraba al techo, mis pensamientos divagaron entre recuerdos y sueños. Sin darme cuenta, el sueño se apoderó de mí y me quedé dormida, con la suave voz de mi novio resonando en mi mente, imaginando un mundo donde todo era posible.

El mejor amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora