VIII

487 76 9
                                    

Cruzó las puertas de la cafetería con algo de impaciencia, su mirada paseándose por todas las mesas hasta dar con esa figura que el día anterior le había mandado un mensaje.

Se sentó con algo de torpeza y no quiso empezar a hablar porque suponía que sería la pelirosa quien lo haría primero.

—Gracias por venir, me imagino que lo haz tenido mucho tiempo libre —algo en su tono de voz le hizo pensar que quizás había hablado con Nayeon en la mañana, pero no quiso entrometerse porque ese era un tema que resolvería más tarde. Ya bastante claro le había quedado cuando la castaña no quiso contestar su teléfono esa mañana .

—No sabes lo agradecida que estoy, realmente quería arreglar las cosas contigo y-

—Espera —puso una palma frente a su rostro y la miró desde su lugar con seriedad—. No creas que voy a perdonarte tan fácilmente—aclaró su garganta y miró el servilletero sobre la mesa—, pero si estoy dispuesta a escuchar tu versión de la historia.

La pelinegra se dejó caer sobre su silla, el aire que había estado conteniendo siendo expulsado entre sus labios mientras estiraba su cuello un poco. Desde que se había topado con ella, casi había memorizado un guión de disculpas, y ahora con la pelirosa frente a ella, parecía haberse quedado sin palabras.

Suspiró por segunda vez consecutiva y no pudo evitar sonreír levemente al recordar a Sana diciéndole que los suspiros acortan la vida de las personas.

Comenzó a explicar todo desde el principio, desde los problemas con sus padres hasta el último momento en que se habían visto hace más de ocho años. Sana no la interrumpió en ningún momento, su mirada clavada en sus ojos mientras la pelinegra se sinceraba frente a ella, de vez en cuando dándole un sorbo a su café. Cuando Mina terminó de hablar, la pelirosa se quedó unos segundos en silencio para finalmente, levantarse de la mesa y mirar de reojo a la contraria.

—Gracias —dijo casi en un murmuro, su mirada perdiéndose en la puerta de la cafetería mientras la pelinegra la miraba con detenimiento, esperando que diga otra cosa—. Deberías hablar con Nayeon —y nuevamente, Mina bufó con molestia mientras desviaba la mirada.

Se despidieron con algo de incomodidad, la pelinegra sin saber muy bien como habían quedado las cosas, más aún sin escuchar nada de parte de la pelirosa. Cuando Sana finalmente se fue de la cafetería, Mina aprovechó para hablar con su jefa acerca de los horarios de trabajo, pues al haber entrado a estudiar ya no tenía el mismo tiempo que antes.

~

Nayeon acababa de regresar a la habitación después de haber ido a dar una vuelta por el campus antes de que sus clases comenzaran el día de mañana. Para su agrado, no se encontró con Sana nuevamente, algo que la tranquilizaba bastante porque luego de hablar con ella esa mañana no tenía ganas de verla nuevamente.

El tiempo se había puesto más frío, así que buscó entre sus cosas el abrigo que dejó colgado la noche anterior, recordando que luego de su almuerzo-cena lo lanzó al fondo de su armario, así que se lo colocó y salió nuevamente. Pero no hizo más que abrir la puerta cuando la imagen de Sana frente a la habitación la obligó a detenerse, su ceño frunciéndose al notar que la pelirosa tenía una sonrisa burlona en su rostro.

—¿Hablaste con Mina? —preguntó haciendo a un lado a la castaña e ingresando a la habitación, sentándose a los pies de su cama mientras Nayeon se daba la vuelta para irse—. No parecía muy contenta.

Al escucharla, Nayeon se dio la vuelta y la miró con detenimiento, analizando sus palabras antes de darse cuenta de lo que significaban.

—¿Hablaste con ella? —preguntó molesta, el hecho de que Mina no le haya contestado ningún mensaje pero si haya tenido tiempo de hablar con Sana no la estaba ayudando. Menos aún cuando la japonesa le sonrió con burla y se miró las uñas con desinterés.

—Claro, nos vimos en su trabajo y hablamos un rato —obviamente ignoró el hecho de que había sido ella quien se lo pidió, pues le hacia demasiada gracia hacer enojar a su compañera de habitación.

Antes de siquiera poder seguir burlándose de la castaña, el sonido del portazo que dio Nayeon al salir la sobresalto lo suficiente como para quitarle la sonrisa. Tampoco le dio tanta importancia porque de todas formas era algo que les incumbía a ellas, así que simplemente se recostó en su cama y le escribió un mensaje a Sooyoung.

"Lamento no haber podido ir ayer a comer contigo, me surgieron unos imprevistos"

Bloqueó su teléfono y se levantó para ordenar un poco su lado de la habitación.

~

—¡Mina! —la llamó Jackson desde el otro lado de la cafetería, su sonrisa característica adornando su rostro mientras se acercaba con una escoba en su mano—. ¿Pasó algo malo?

La japonesa negó con la cabeza y le sonrió levemente—. Nada horrible, pero ya sabes como es la señorita Park.

El pelinegro asintió dándole la razón y luego abrió la boca para preguntar sobre la pelirosa con la que la vio hablar, pero terminó cerrándola al meditarlo mejor y darse cuenta de que no era asunto suyo con quién se relacionaba la japonesa, por lo que se limitó a despedirse.

Cuando Mina salió de la cafetería, tomó su bicicleta y decidió volver a su departamento, no sin antes tratar de llamar nuevamente al numero de su novia, otra vez sin obtener respuesta por su parte. Bufó con molestia y pedaleó hasta el edificio, colocando su huella para cruzar el portal y caminar hasta el ascensor.

Pero justo antes de dar vuelta por la esquina para poner el numero de su piso en el tablero del ascensor, al figura de una castaña esperando en los sillones de la recepción la hizo detenerse y mirarla con sorpresa.

—Nayeon —murmuró cuando estuvo más cerca de la castaña, su ceño frunciéndose al notar que la mayor no la estaba mirando.

—¿Hablaste con Sana? —preguntó de repente, la japonesa mirándola con molestia cuando notó los obvios celos en su voz.

—¿Y eso porqué te importa? —se defendió la japonesa.

Nayeon sonrió con sarcasmo y se cruzo de brazos—. ¿Estas hablando enserio? Ayer literalmente quería ir a comer contigo porque desde tu mudanza casi no hemos hablado, y tú lo primero que haces es ignorarme y juntarte con tu ex par-

—¿Qué dijiste? —la interrumpió Mina, dando un paso al frente y mirando a su novia fijamente—. Nayeon, qué dijiste.

—Sana me contó que hablaste con ella ésta tarde —soltó sin más la mayor, alejándose un poco al notar las intenciones de la japonesa—. De todas formas, sólo vine para saber si estabas bien, ahora tengo que ir donde mi padre porque mi teléfono se rompió —el rostro de Mina se relajó, pero antes de dejarla hablar, Nayeon se despidió con frialdad—. Luego hablamos.

Y sin más, la castaña se dio media vuelta, alejándose de la pelinegra hasta salir del edificio.

Angel » MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora