Esa noche Mina tuvo nuevamente la misma pesadilla de siempre, esa que imploraba poder olvidar pero que cada cierto tiempo regresaba como un amargo recuerdo que le impedía creerse las palabras de su novia.
Jaebum cambió, Mina, no te preocupes por él.
Pero es difícil olvidar las manos del pelinegro sobre su cuello, sus ojos inyectados de sangre mirándola con furia y sus palabras hirientes cruzar su boca con odio.
Despertó en la madrugada —como siempre lo hacía después de tener esas pesadillas— y se sentó en su cama para calmarse. Estiró sus piernas y se levantó con cuidado, encendiendo la luz y mirando la hora.
2:03, si no fuera porque era sábado, se hubiese golpeado la cabeza contra la pared para volver a dormir.
Caminó con pereza hasta la cocina y puso algo de agua, revisando en la alacena si quedaban bolsitas de té para luego fruncir el ceño al darse cuenta que sólo quedaba la caja. Cerró con suavidad y se colocó los zapatos y un abrigo colgado en la puerta.
Salió a sabiendas de que uno de los supermercados cercanos estaría abierto, recordando el letrero de 24h en un costado del nombre.
Cruzó la puerta de cristal y se acercó al pasillo correspondiente, sus ojos cerrándose de vez en cuando mientras miraba la despensa de tés tratando de elegir algún sabor que se ajuste con sus gustos.
—¿Qué haces aquí tan tarde? —una voz a sus espaldas la hizo despertarse levemente, dándose la vuelta y encontrándose con el rostro cansado de Sana.
—¿Y tú? —preguntó de vuelta la pelinegra—. El campus está algo lejos de aquí.
La pelirosa sólo se alzo de hombros con desinterés y miró con detenimiento la despensa llena de tés.
—Desperté por las pesadillas de nuevo y ya me aburrí de lidiar con eso —respondió, en su mirada notándose el cansancio gracias a las bolsas bajo sus ojos—. ¿Tienes algún té que las haga desaparecer?
Era obvio que Sana estaba bromeando, pero Mina no podía evitar encontrar triste el tono decepcionante en su voz.
—Este —la pelinegra tomó una de las cajas pequeñas color verde y lo depositó en las manos de la mayor—. Al menos es ese el que estoy tomando ahora.
En silencio, Sana entendió de lo que estaba hablando y asintió lentamente con la cabeza, mirando la caja entre sus manos y sonriendo de lado al leer el nombre.
Ambas estaban teniendo el mismo problema.
Ya en la fila, se quedaron en silencio hasta comprar lo que cada una había tomado, Sana agregando un paquete de galletas de dinosaurios en su compra.
—Supongo que nos vemos luego —se despidió titubeante la más alta, jugando con sus dedos y desviando la mirada hacia la luna—. Espero que tu insomnio mejore.
—Lo mismo digo —respondió incomoda la contraria. Se despidieron con la mano y caminaron en direcciones opuestas, la pelinegra dando la vuelta a la esquina mientras la pelirosa se quedaba mirándola.
Sana miró otro rato más la cajita de té y decidió caminar hasta el campus con las manos en los bolsillos. Cruzó el campus y miró hacia todos lados con la esperanza de que no haya guardias cerca, colocando su gorro y subiendo su mascarilla para evitar ser descubierta.
Cuando llegó a la sala de estar bajo las habitaciones, se sentó en uno de los sofás para luego sacar una bolsita de té de la caja. Caminó hasta uno de los dispensadores de agua y sacó un vaso para llenarlo con agua caliente, dejando caer la bolsita de té dentro para esperar a que tinte.
Solo esperaba que no la hayan descubierto durante las inspecciones.
~~~
Nayeon siempre ha sido de sueño pesado, en sus años de colegiatura tenía que ponerse más de dos alarmas y generalmente su madre terminaba despertándola.
Pero esa noche no fue necesario que ninguna alarma sonara, porque por alguna razón sólo con escuchar los murmullos de la japonesa sus ojos se abrieron lentamente.
—...no, por favor —el bulto sobre su cama se retorció con agonía y Nayeon temió que algo malo le esté pasando a la japonesa—. Suéltame.
Cuando la castaña ya estaba lista para levantarse, el cuerpo de Sana dejó de moverse y pareció comenzar a respirar agitadamente, la oscuridad de la habitación sin dejarla ver con facilidad lo que estaba pasando.
La luz de la mesa de noche se encendió y Nayeon fingió estar dormida, escuchando como la japonesa suspiraba con cansancio y se levantaba de la cama.
Por algunos minutos, desapareció en el baño hasta finalmente salir, el sonido de las llaves y la puerta cerrarse diciéndole que ya no estaba ahí.
Con su ceño fruncido, Nayeon levantó la cabeza y trató de buscar a Sana, deduciendo que definitivamente la japonesa había escapado de las habitaciones.
Miró la hora y bufó por lo bajo al tener que ser despertada tan temprano, pero de todas formas le quedaban bastantes horas para poder volver a dormir.
Dejó caer su cabeza en la almohada y cerró sus ojos en un intento de dormirse, su cuerpo sintiéndose más relajado y su respiración calmándose con el pasar de los minutos.
Cuando estaba apunto de poder dormirse, unos golpes en la puerta la hicieron abrir los ojos, su corazón golpeando con fuerza su pecho ante el pensamiento intrusivo que la hizo levantarse.
Abrió la puerta y puso su mejor cara al encontrarse con uno de los guardias de la entrada, quien parecía querer mirar dentro de la habitación con su cabeza en alto.
—Estamos haciendo revisión de habitaciones por una fiesta clandestina en uno de los pisos —habló el hombre con su linterna en su mano, los ojos de Nayeon tratando de evitar el contacto visual y no ponerse en evidencia.
Me debes un favor.
—¿Y qué necesita? —habló con pereza, estirándose levemente y mirando de reojo el interior de la habitación.
—Tengo que asegurarme de que todos los estudiantes estén en sus habitaciones —las manos de Nayeon se cruzaron en su espalda y desvió la mirada.
Lo pensó por unos segundos, recordando las palabras de la japonesa. Después de todo, ella la ayudó sin siquiera pedírselo, además de poder devolverle el favor de la misma forma sin esperar a que ella le pida algo peor.
—Mi compañera está en el baño —contestó con simpleza, el guardia frente a ella mirándola con el ceño fruncido sin creerle demasiado.
—Pero necesito confirmar que eso es cierto.
—Pero no puede entrar —contradijo con valentía la castaña, temiendo por su vida pero tratando de no demostrarlo—. Las guardias pueden hacerlo, no los hombres.
Se detuvo al darse cuenta de lo que estaba haciendo y trató de remediarlo con rapidez—. De todas formas, mi compañera tiene problemas femeninos en el baño así que tampoco creo que vaya a salir de ahí en algún tiempo.
El mayor se decidió por dar por vencido y asintió con la cabeza, esta vez creyéndose un poco más la historia y despidiéndose con escepticismo hasta cruzar por el pasillo. Nayeon suspiró agradecida de no ser agarrada mintiendo y cerró la puerta detrás de sí.
Cuando Sana volvió a la habitación, Nayeon ya estaba dormida.
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Angel » Minayeon
Fanfiction2da Temporada de "Devil" Luego de escapar de su padre, Mina finalmente consigue graduarse. Pero ahora, su relación con Nayeon comienza a verse perjudicada por la llegada de Minatozaki Sana. "El diablo antes de ser demonio, era ángel"