Los ojos de Nayeon se abrieron lentamente, su cuerpo incorporándose con algo de pereza mientras miraba a su alrededor para recordar porque estaba ahí. Restregó sus párpados con las palmas de sus manos y bostezó por unos segundos.
Terminó de despertarse y revisó la hora en su teléfono, sorprendiéndose al notar que iban a ser las siete de la tarde. Miró sus notificaciones y se dio cuenta que ninguna era de parte de su novia, sintiéndose nuevamente algo triste.
Un suspiro de alivio salió de sus labios cuando descubrió que Sana no estaba en la habitación, la enorme caja en medio de la habitación desapareciendo junto a la japonesa.
Se levantó de la cama, caminando hasta el baño para lavarse la cara. Luego de desempacar todo desde tan temprano y tener que asistir a la ceremonia, no se había dado cuenta de lo cansada que estaba, razón por la que probablemente durmió casi todo el día.
Terminó de despejarse y tomó sus cosas, su estómago doliendo de lo hambrienta que estaba.
No tardó demasiado en cruzar el campus y encontrarse con la calle, montones de estudiantes reunidos en las afueras del lugar hablando mientras esperaban la hora de cierre para volver a sus habitaciones. Fue ahí cuando Nayeon recordó que no podía estar demasiado tiempo afuera si no quería ganarse un reporte por no llegar a tiempo a su habitación.
Estaba apunto de sacar su teléfono para llamar a Mina con el único fin de saber como estaba, hasta que alguien chocó contra su hombro, botando su teléfono y tambaleandola levemente. Con molestia, se agachó para tomar su teléfono y revisar que no le haya pasado nada, mirando sobre su hombro para encontrarse con el responsable del choque.
Definitivamente debía acostumbrarse a ponerle protector a sus teléfonos.
—¡Oye! —gritó molesta la castaña, mostrándole el teléfono con la pantalla rota—. Si esto no vuelve a encender me debes un teléfono.
—Lo siento mucho —se acercó levemente, acomodando su mochila y achicando los ojos con remordimiento—. Es sólo que no tengo mis lentes puestos y realmente no veo nada sin ellos.
Por un segundo Nayeon pensó en ser amable y dejarlo pasar, después de todo no era tan grave, estaba segura que su padre podría comprarle otro teléfono. Pero al sentir su estómago rugir exigiendo alimento, no dudó en mirar al contrario con detenimiento.
—¿Quieres que te perdone y no tengas que comprarme otro teléfono? —dijo Nayeon con lentitud, sonriendo levemente al verlo asentir con la cabeza—. Cómprame el almuerzo.
—¿Almuerzo? Pero van a ser las siete —la castaña asintió y tomó su muñeca con un poco de fuerza, arrastrándolo por la acera.
—Correcto, así que apresúrate antes de que nos quedemos afuera los dos.
~
Decir que Mina estaba en el apogeo de la diversión era quizás demasiado exagerado. Pero no del todo mentira.
Luego de que Sooyoung le haya propuesto salir a comer, la japonesa conoció al resto de amigos de la más alta, sintiéndose repentinamente a gusto en poco tiempo.
—¿Quieres más soju? —preguntó Jinyoung, la botella verde siendo acercada a su rostro mientras el pelinegro le brindaba una sonrisa.
Mina negó con la cabeza y continuó escuchando la conversación que Mark estaba teniendo con Doowon. Ella no había participado mucho en el grupo, limitándose a contestar las preguntas que los demás le hacían con un bajo perfil.
—¡Mina!, ¿y tú tienes novio? —preguntó Yerim, otra de las presentes y con quien más había hablado durante la comida.
La japonesa casi se atraganta con la comida y con algo de dificultad, respondió.
—Ahm, si —aclaró su garganta—. Algo así.
Yerim asintió lentamente, su atención desviándose al notar que Mark estaba sacando de su plato un trozo de carne para comérselo él.
Sooyoung se acercó un poco, su rostro quedando a centímetros del de la japonesa y su aliento chocando contra su oído.
—¿Algo así? —susurró con una sonrisa divertida, ésta ensanchándose al notar el sonrojo de verguenza de la japonesa.
—Es una chica —aseguró ahora más tranquila, su mirada chocando con la de Sooyoung mientras llevaba una porción de comida a su boca. La más alta abrió los ojos un poco, para luego sonreír ampliamente mientras se alejaba unos centímetros para seguir comiendo.
Cuando todos terminaron, Sooyoung se acercó a Mina ofreciéndose para llevarla a casa, la japonesa aceptando luego darse cuenta de lo tarde que era. Poco menos de las siete. Realmente habían estado mucho tiempo comiendo y charlando en ese lugar que no se dio cuenta que el cielo estaba comenzado a oscurecerse.
Ya en el auto, al sacar su teléfono para llamar a Nayeon, un gruñido de frustración salió de su garganta al notar su pantalla apagada y el logo de una batería vacía en el centro.
—¿A la izquierda? —preguntó Sooyoung, Mina haciendo un sonido de afirmación mientras volvía a guardar su teléfono—. ¿Vives aquí? —preguntó asombrada la más alta, el auto deteniéndose frente al edificio mientras la japonesa ordenaba sus cosas para salir.
—Gracias por traerme —dejó su bolso sobre uno de sus hombros y miró brevemente a Sooyoung, sonriéndole mientras salía del auto—. Nos vemos.
Cerró la puerta y se apresuró a caminar hasta la entrada, el guardia mirándola brevemente mientras la japonesa ponía su dedo índice sobre el lector de huella.
La idea del departamento había sido obra de su madre, sorprendiéndola días antes de entrar a la universidad con las llaves del lugar y un abrazo quizás demasiado largo para el gusto de Mina. Si hubiera sido por la japonesa, al igual que Nayeon, se habría conformado con vivir en los dormitorios del campus. Y aunque su madre había asegurado que Akira nada tenía que ver con la paga de ese inmueble, no podía evitar sentir escalofríos con la idea de que el mayor aparezca frente a su puerta en cualquier momento.
Al salir del ascensor, se apresuró hasta su puerta para abrirla lo antes posible, cruzando el umbral y corriendo hasta su habitación. Conectó el teléfono al cargador y lo dejó sobre su mesita de noche, su bolso cayendo de su hombro hasta uno de los rincones de la habitación.
Caminó hasta la cocina y puso algo de agua en el hervidor, su vista yendo instintivamente hacia el reloj de la sala. Las siete con diez.
Encendió la televisión y caminando nuevamente a la habitación, notó que su teléfono ya había prendido. Sin dudarlo, marcó el número de su novia con la esperanza de que no se encuentre molesta, su ceño frunciéndose al darse cuenta que lo tenía apagado.
Al no recibir respuesta, simplemente le envío unos mensajes disculpándose y esperando poder verse al día siguiente si sus horarios no chocaban.
Volvió a dejar su teléfono cargando, sus pasos dirigiéndose devuelta a la cocina donde el agua ya estaba lista. Se sirvió un té para poder dormir bien y se sentó en el sofá mientras miraba una de esas películas antiguas que daban en la televisión de vez en cuando.
Al momento de ir a dormir, no pudo evitar revisar su teléfono en búsqueda de alguna respuesta por parte de Nayeon, su chat sin señales de vida. Suspiró entristecida y le envió un mensaje de buenas noches.
Pero justo segundos antes de cerrar los ojos, la pantalla de su teléfono volvió a iluminar la habitación, la japonesa incorporándose con rapidez al mismo tiempo en que desbloqueaba el teléfono para ver la notificación.
☞Sana.
¿Tienes tiempo mañana para hablar?
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Angel » Minayeon
Fanfiction2da Temporada de "Devil" Luego de escapar de su padre, Mina finalmente consigue graduarse. Pero ahora, su relación con Nayeon comienza a verse perjudicada por la llegada de Minatozaki Sana. "El diablo antes de ser demonio, era ángel"