II

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Cuando su turno terminó, la japonesa realmente agradeció haber tenido que reemplazar a Jisoo en la cocina, porque así no tuvo que terminar de tomarle la orden a Sana.

Salió al exterior y miró hacia ambos lados en busca de su novia, encontrándola sentada en la banca del parque frente a ella, mirándola con una sonrisa y agitando su mano derecha con efusividad. Y de repente, pareció olvidar todo el asunto de Sana por un segundo, cruzando la calle con cuidado y abrazando con fuerza a la mayor.

—¿Qué tal te fue? —preguntó la castaña separándose levemente del cuerpo de la pelinegra y arreglando algunos mechones de cabello que había caído en su rostro, para luego dejar su mano en una de sus mejillas y mirarla con atención.

—Bien —se limitó a decir, batallando en su interior si era correcto mencionar la repentina llegada de su amor de la infancia. Nayeon sólo sabía que Sana existía y que era su ex. Nada más que eso.

Caminaron hasta el restaurante de comida china y se sentaron en una de las mesas cercanas al ventanal gigante que tenía el lugar. Pidieron su orden y mientras esperaban la comida, comenzaron a hablar de su día.

—Jeongyeon me llamó en medio de mi siesta porque se ganó un peluche en una de esas máquinas que te roban el dinero —la castaña trepó su mano hasta la de la pelinegra y la dejó sobre ésta, sonriendo ampliamente al sentir el pulgar ese la contraria acariciar el dorso de su mano.

—¿Pudiste terminar lo de tu universidad? —preguntó con curiosidad la japonesa y Nayeon asintió con la cabeza.

—Mis padres ya pagaron todo, pero tengo que ir un día a ver lo de los dormitorios —una sonrisa orgullosa brotó de los labios de su novia y no pudo evitar sonrojarse por el gesto.

Su orden llegó y la primera en llevarse una cucharada a la boca fue Mina, quien desde hace cinco horas que no comía absolutamente nada. Sin embargo, cuando estaban ya casi al término de la comida, algo que Nayeon dijo la hizo quedarse pensando unos segundos.

—¿Estás bien? —su voz sonó preocupada y fue ahí donde se dio cuenta que se había quedado absorta en sus pensamientos mirando fijamente el recipiente de salsa de soya. Agitó su cabeza con rapidez causando que su flequillo haga un gracioso movimiento y alzó la vista. Nayeon la miraba fijamente y parecía querer preguntarle algo pero terminó por ceder y mantenerse callada.

—Claro —pero su mente seguía batallado sobre cuándo es un buen momento para sacar el tema de Sana.

Estaba claro que debía decírselo, no porque Nayeon sea un manojo de celos y se enfade por eso, sino porque era su novia y ese tema era algo importante para ella que necesita contárselo a la castaña, así desahogándose por fin de esa culpa. Pero su nula capacidad de análisis la hacía incapaz de buscar el momento preciso para hablarlo.

Pero, ¿realmente había un momento para hablar sobre la repentina llegada de tu ex que abandonaste en medio de Japón sin explicación alguna? Estaba claro que no.

—Nayeon, yo-

—Permiso —la llegada del mozo las interrumpió, y para bien o para mal, la japonesa tendría que hablar con su novia cuando llegaran a casa.

Pagaron su comida y caminaron en silencio de vuelta a la casa, la castaña de vez en cuando mirando de reojo a la más alta intentando descifrar cuál era su inquietud.

¿Iba a terminar con ella? Imposible, pensó. Mina no dejaría pasar un partido como éste. En su mente, se imagino a sí misma revoloteando su cabello hacia atrás con música divina de fondo.

¿Algo del trabajo? Quizás Jackson se había pasado de la raya y la había incomodado con algo.

Cuando la puerta de la casa apareció frente a ellas, la primera en entrar fue Mina, tomando la mano de su novia y junto a ella, caminando hasta su habitación. La de invitados.

—¿No quieres ver la televisión? Parece que están dando Bob Esponja —la japonesa negó y se sentó sobre la cama. Si ponían caricaturas su atención se desviaría y no podría contarle nada. La castaña asintió levemente y se posicionó a un lado de ella, apoyando su espalda en el respaldo de la cama y mirándola con atención.

Mina soltó un suspiro de cansancio y terminó por mirar a su novia. ¿Porqué estaba tan nerviosa? Estiró su espalda y decidió no hacer un gran tema con lo de Sana y simplemente contárselo.

—Me encontré con Sana en la cafetería —soltó sin más, apoyando sus manos detrás de ella y esperando la reacción de la castaña.

—¿Era eso? —para su sorpresa, Nayeon la miraba con una sonrisa, acercándose hasta ella—. Dios, Mina, pensé que algo malo había pasado en el trabajo —la tensión en sus hombros se relajó y cuando la contraria apoyó su mano tímidamente sobre su muslo, su otro brazo la rodeó por los hombros para dejar su cabeza en su pecho. Lentamente, comenzaron a recostarse en la cama hasta quedar abrazadas en el medio de esta.

—Ósea que, ¿no estas molesta? —una risa ronca brotó de sus labios y la japonesa quiso golpearse por pensar que eso sería un gran problema.

—¿Por qué lo estaría? —se acomodó entre sus brazos y apoyó su mentón sobre su cabeza—. No es como que te guste, ¿cierto?

Mina negó con la cabeza y la conversación quedó ahí, finalmente decidiendo encender la televisión y ver Bob Esponja hasta quedarse dormidas en los brazos de la otra. Pero cuando Nayeon ya había caído en brazos de morfeo, la japonesa no había conseguido conciliar el sueño aún, acomodándose en la cama mientras todavía recordaba lo herida que se había visto Sana en medio de esa cafetería.

Porque no me gusta, ¿Cierto?

Claro que no.

Angel » MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora