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Fue luego de la cena que Nayeon se dio cuenta de la hora que era. O en realidad desde antes de sentarse en la mesa y mirar a la ventana como el sol iba desapareciendo, pero en ese entonces no había mirado su teléfono.

—¿No hay problema con que te quedes a dormir? —preguntó por quinta vez Joohyun, arreglando la cama en la que se iba a quedar la castaña.

—Ya te dije que no —bufó cansada la menor, sentándose en el borde de la cama cuando finalmente estuvo todo listo. La pelinegra frunció los labios pero no le reprendió, porque a pesar de que sabía que Nayeon le estaba mintiendo no quiso seguir indagando en el tema.

—Buenas noches —le sonrió desde el marco de la puerta la mayor, apagando la luz y cerrando la puerta.

Cuando Nayeon quedó nuevamente sola, cerró los ojos para dormir pero el sonido del teléfono la hizo abrir los ojos nuevamente. Suspiró con pesadez y contó hasta tres antes de desbloquear la pantalla, el nombre de Mina siendo lo primero que sus ojos miraron.

¿Podemos hablar mañana?
Tengo libre luego de las cinco.

Se quedó unos segundos mirando el mensaje en su bandeja de entrada, recordando las palabras de Joohyun antes de contestar.

Está bien, nos vemos mañana. Buenas noches.

Esperó unos segundos e inconscientemente sonrió al leer el mensaje de la japonesa.

Buenas noches ;)

Cuando cerró los ojos otra vez, no hizo falta tanto tiempo para finalmente quedarse dormida, su teléfono descansando a su lado con el mensaje de la pelinegra aún abierto.

~

Quizás Mina no lo pensó demasiado bien cuando decidió aparecer frente a la universidad de la castaña, pero ya no podía regresar. Nayeon ya la había visto desde la lejanía.

—No pensé que vendrías hasta acá —fue lo primero que dijo la castaña al llegar frente a Mina, mirando con incomodidad sus dedos mientras se balanceaba con sus talones.

—Y yo no pensé que vendrías acompañada.

—Kim Taehyung —se presentó el contrario, estrechando la mano de la japonesa con efusividad y sonriendo ampliamente. Era obvio que no estaba leyendo el ambiente, tardando unos segundos antes de darse cuenta que quizás su presencia ya no era necesaria—. Ehm, yo me voy, nos vemos mañana Nayeon. Un gusto conocerte...

—Mina —se presentó esta vez la más alta, recibiendo una leve sonrisa de parte del menor antes de que desapareciera por la calle. Cuando quedaron solas, la pelinegra no dudó en preguntar—. ¿Es tu amigo?

—Si —contestó con desinterés, caminando hacia donde había acordado sin esperar a la contraria. Mina se apresuró y caminó junto a ella con sus manos en sus bolsillos, su mirada de vez en cuando chocando con la mano de la mayor, preguntándose si la castaña seguiría enojada como para no tomar su mano.

De todas formas lo hizo, tratando de parecer despreocupada mientras miraba a su alrededor con intriga. Sin embargo, Nayeon se quedó unos segundos observando sus dedos entrelazados, intercambiando miradas entre el rostro de la japonesa y sus manos. Gracias al angulo en el que la japonesa estaba mirando, la mayor no podía ver bien su rostro, pero de haber podido hacerlo, hubiera notado a la perfección el sonrojo en las mejillas de la contraria.

Cuando llegaron al local, se sentaron en las primeras mesas que encontraron. Un silencio se extendió hasta que una mesera les pidió la orden y ambas acordaron beber un batido de fresa.

La primera en abrir la boca fue Mina, mirando con descuido las servilletas sobre la mesa. Más no habló, se quedó con la boca entre abierta y cuando finalmente alzó la voz, Nayeon también lo había hecho.

—Lo siento —dijeron al mismo tiempo, mirándose a los ojos segundos después de darse cuenta. Sonrieron con vergüenza, pero sólo la japonesa desvió la mirada.

—Supongo que ya no tiene sentido seguir enojadas —dijo Nayeon, tomando entre sus dedos el salero y jugando con el. Mina recordó algo sobre la mala suerte con respecto a ese recipiente, pero no le dio mucha importancia.

—Así es —se limitó a decir, removiéndose en el asiento y mirando sobre su hombro como una pareja adulta cruzaba la puerta.

—De todas formas tengo que preguntártelo —esa frase la hizo darse la vuelta, mirando a su novia con sus cejas fruncidas y un leve mohín en los labios. Ella no va a preguntar eso. Pensó—. Pero, ¿en serio no sientes nada por Sana?

Quiso rodar los ojos con fastidio, sin entender el porqué de la pregunta. Para Mina era bastantes simple, si hubieran sentimientos de por medio no tendría sentido seguir con Nayeon.

—Claro que no —contestó obvia, cruzando los brazos sobre la mesa y sonriéndole ampliamente—. Realmente no entiendo esa preocupación ahora.

—Es sólo que —se detuvo unos segundos, acobardándose de repente. Pero al alzar la mirada, la sonrisa de la pelinegra fue suficiente para terminar la frase—. Ella es linda.

E insoportable, pensó Nayeon.

Mina necesitó un tiempo para digerir esa información, la imagen de la Nayeon de la escuela totalmente desaparecida en ese momento.

—¿Desde cuando tan insegura? —se atrevió a bromear, acercando sus manos hacia las de la castaña y tomándolas con calidez. Nayeon desvió la mirada unos segundos y luego frunció el ceño de forma adorable—. ¿Donde quedó la narcisista de la escuela?

—Agh, olvídalo, no debí contártelo —trató de separar el contacto de sus manos, pero Mina se aferro con fuerza a ella, mirándola con una sonrisa divertida.

—Gracias por decirme —se apresuró a decir la más alta, acariciando con su pulgar el dorso de su mano—. Creo que está de más decir que tú eres más linda.

Nayeon la miró con asombro unos segundos, para luego separarse y mirar sus uñas con desinterés.

—Ya lo sé, pero gracias por el recordatorio —comentó despreocupada, pero el sonrojo en sus mejillas era bastante evidente a ojos de la japonesa.

Acercando levemente su silla hacia la castaña, Mina apoyó su mentón sobre su mano izquierda y la miró con una sonrisa reprimida.

—Ahora que no estás enfadada, ¿me puedes dar un beso? —cerró los ojos lentamente y al no sentir el contacto en sus labios, abrió levemente uno de sus ojos, sonriendo cuando notó que Nayeon la miraba con una ceja alzada.

La castaña rodó los ojos y tomó el mentón de la pelinegra entre sus dedos, acercando su rostro al de la contrata y besando con delicadeza a su novia. Una sonrisa asomó por los labios de Mina, alejándose levemente con sus ojos todavía cerrados.

Cuando Nayeon volvió a su dormitorio, se encontró con que Sana estaba sentada en su escritorio, mirándola con una ceja levantada y unos cuantos cuadernos frente a ella.

—Me debes un favor —dijo sin más, desviando la mirada a sus papeles y acomodando sus lentes para leer. La miró de reojo al notar que la castaña no se había movido y ladeó la cabeza.

—¿Cómo que un favor?

—La encargada de los dormitorios hizo una inspección sorpresa, supongo que porque hace unos días un grupo de chicas se escapó para ir a una fiesta —comentó distraídamente, jugando con su lápiz para luego recargarse en la silla—. Vino hacia acá y preguntó por ti. Dije que te estabas bañando y tuve que hacer un escándalo para que no entre al baño.

—Yo no voy a hacer nada por ti —contestó tajante, entrando al dormitorio y dejando sus cosas sobre su escritorio. Se dejó caer sobre su cama y cerró los ojos, sintiendo la mirada de la japonesa sobre ella.

—¿En serio? Es bastante simple —pero no recibió respuesta por parte de la castaña, por lo que se encogió de hombros y continuó estudiando—. Como quieras.

Angel » MinayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora