—Si te lo comes así, chorreas menos y es más rico — me aconsejé a Matteo. Nos encontrábamos comiendo tacos y estaba haciendo un comentario sólo porque si. —No sabe igual si no lo comes así. —Le enseñé a lo que me refería dándole un mordisco a mi tortilla. Eran al pastor. Uf.Reímos.
—¿Ahora eres experta en tacos?— me preguntó.
—No, experta no. Que eso quede claro. A mí no me va a alcanzar la vida para descubrir todo lo bueno que tiene dentro de sí la gastronomía mexicana, pero entre latinos nos entendemos— le guiñé un ojo -que no es que me saliera muy bien esa expresión- y luego di un segundo mordisco. Qué bueno estaba.
—No he comido el primer plato de tu país— recordó. Los músculos de su mandíbula se movían mientras masticaba y yo sólo pensaba en si podía alguien verse guapo comiéndose un taco como si la vida se le fuese a acabar. Si, lo estaba comprobando.
—¿Qué te parezco yo?— la frase escapó de mis labios antes de que pudiera siquiera pensarla bien. Cerré los ojos un microsegundo por comprenderlo y continué como si nada, porque sí no me acuerdo no pasó.
Él casi escupió lo que tenía dentro y tras tomar de su bebida, se tocó el pecho sin mucho drama. Sólo para pasar el mordisco.
—¿Cómo?— una sonrisa se postró en su boca, de esas que no termina de serlo. A medias, disfrutándolo.
—Que ya te lo voy a hacer yo— repliqué tratando de ser seria. Una sonrisa me delató antes de darme cuenta.
—El plato, cariño. El plato— aclaré. Lo sé y eso es un pecado.—Yo lo voy a cocinar. Tal vez la próxima semana—. Le aseguré. Tomé una servilleta para limpiar los restos que se quedaban en mi boca. Por Dios, amo comer.
—¿Y qué es?— preguntó curioso. Levanté y subí las cejas.
—Arepas. Las puedes comer como cualquier comida del día, pero elijo hacerla de desayuno esta vez. Hay buenas formas de comenzr el día, una de esas es comer arepas.— le guiñé el ojo. Ahora fue él quien levantó las cejas.
—¿Hay alguna otra forma?— me sonrió. Reí.
—No puedes preguntarme eso y sonreír y tener esos ojos— dije desde el fondo de mi corazón. Su crcajada se escuchó en todo el local. Volví a sonreír y miré mi taco antes de termnar de meterlo en mi boca. Había acabado.
El taco, amigos. El taco.
—Esa no es una respuesta muy buena— habló. También terminó de comer. Levanté la mano para avisarle a una de las chicas que nos atendió.
—No, no. Buena si es, lo que pasa es que tú quieres escuchar otra cosa— lo miré pícara.
—Escuchar y hacer, si es posible— Aclaró todavía con una sonrisa en los labios. Nos estábamos divirtiendo mucho.
—Con esos ofrecimientos...
—Quédate conmigo hoy. Dales a los dos tórtolos una buena última noche en la ciudad, y que hagan el ruído que quiera— levantó los hombros despreocupadamente.
Era una buena razón, si. Daniel y Jack se irían mañana a primera hora.
Lo miré después de escuchar esa sugerencia. ¿Quería? si. ¿Podía? también. La chica se llevó todo y, tras darle las gracias, cobró todo lo que habíamos comido. Estábamos en un pequeño local en el centro de Houston a las 8:00pm. Abundaban muchísimo los restaurantes mexicanos.
—Así podremos hacer las arepas mañana— sonrió. Este sí sabía cómo convencer a alguien.
Asentí y su sonrisa se acentuó.
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UN BUEN AMOR (TERMINADA)
RomanceCarolina Diaz se mudó a España siguiendo sus ilusiones y sus sueños más locos. Tenía en su corazón una quimera a la que dejó de cuidarla lo suficiente como para que dejara de serlo. Ahora debe enfrentarse a sus fantasías vivientes mientras al mismo...