Capítulo 6: Mis ilusiones

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Ay, Carolina... tú y tus historias. Estás llena de ellas, por Dios. 

¿Pero es que cuándo yo pensaba madurar? Digo, de verdad, tía. Las ilusiones quedan preciosas, eso ya La Vecina Rubia nos lo deja bien claro. Pero todo en exceso es malo. Y tengo que aprender. 

Estoy enamorada de la sensación que me produce ilusionarme por alguien, ahí está mi fallo. A estas alturas de mi vida lo que yo debería estar haciendo es salir por allí y enrollarme con alguien en una disco, disfrutar de un buen ron con música muy, muy alta para después divertirme tanto que no lo recuerde al día siguiente. Tener que recurrir a mis amigas para recoger lo que quede de mi cuerpo después de mis jueguitos con el alcohol y cuando mi mente se aclare, entonces llamar al mismo chico con el que me había enrollado (que obviamente me había dejado instrucciones de hacerlo) para quedar y enrollarnos otra vez. 

Pero no. Yo estaba sufriendo por alguien que estaba a miles de kilómetros de mí y de paso yo estaba haciendo no sé qué cosas con mi amor platónico. Que no digo que esté mal, ¿Quién dice eso? Sino que, vamos a aclararnos. La situación es demasiado buena para ser verdad. Algo raro debe estar cocinándose por ahí y yo casi a punto de mandar a hacer las invitaciones para mi boda con ese personaje. No tengo el anillo, pero tampoco dudas. 

Yo me enamoro rápido. Qué les puedo decir. 

Mi horóscopo no mentía. Debía dejar de pensar tanto y de darle vueltas a la situación, pero es que yo, una Virgo con todas las letras, no puedo dejar de hacerlo. "Alguien rubio aparecerá en tu vida". Ya, tía. Ya lo sé. Está aquí. 

Yo debería buscarme una persona que me lea las cartas a mí sola para salir de dudas. Ay, no. Ya voy yo otra vez a pegar la jeta al piso. Basta, que por andar haciéndole caso al horóscopo caí bien feo con Matteo. 

Me salí de la página de instagram y me quedé mirando el gran ventanal de mi sala. Sin ver nada en realidad, porque yo me pierdo mientras me encuentro overhinking, que significa eso que viene junto a mi nombre: darle vueltas al mundo e inventarte mil cosas que probablemente ni sucedan. 

"Tú y yo somos los que si somos algo". 

Sonreí. ¡Pero si es que de ilusiones está hecho el mundo, mi Caro! 

Tomé mi teléfono y le escribí:

  Día 14 de vacaciones y se me agotaron las ideas. ¿Qué hago?



-

Pues aquí estaba yo. En el gimnasio. Un gimnasio cerrado que estaba abierto solamente para mí. No, no era el gimnasio que yo religiosamente pagaba cada mes. Era el gimnasio de Daniel Álvarez. Uno que tenía en su espectacular casa. A ver, qué casa no era. Era un apartamento de los bonitos. Con madera oscura y paredes de cristal que me permitían ver lo bonita de Madrid. Y tenía un cuarto de gimnasio porque ajá, ¿Por qué, en el mundo, Daniel Álvarez no iba a tenerlo? 

A mí las cosas me pasan por irme de boca porque sí. "Usted quería" me diría Maga. Si, si quería pero no así de en serio. De verdad me trajo aquí a entrenar. Lo miré con incredulidad. Lo mire con sorpresa, admiración y bastante incredulidad. 

—¿De verdad?— me puse las manos en la cintura. 

Él sonrió e imitó mi movimiento. Se vía muy bien con su camiseta negra ceñida al torso y su short deportivo. Yo tenía un leggin de tiro alto y un sport bra del mismo color. Se veía supercómico con las manos en la cadera. 

UN BUEN AMOR (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora