Movía mi pierna de forma muy nerviosa. Miraba mi reloj cada segundo esperando que, por algún milagro, el tiempo o se apurara o se ralentizara. Una de dos. No me pregunten cuál prefería.Estaba nerviosa. Muy nerviosa.
Muchas horas de vuelo. Iba con las ilusiones a millón. Iba a estrenar el primer libro de mi autoría. El primero de mis sueños se iba a hacer realidad en papel para alegrar tantas vidas como le fuera posible.
Nos habíamos subido al avión eufóricos e imparables. Por alguna razón había supuesto que iba a pasar el lanzamiento del libro en Texas, pero los profesionales vinieron para darme una muy merecida lección de primeras veces: tenía que viajar de vuelta a España. Por eso Matteo Vega, María Graciela y María José estaban conmigo. Serían solo dos días en Madrid y luego de vuelta al sur de los Estados Unidos.
No nos quedamos en ningún hotel, obviamente. Las chicas aún no alquilaban mi habitación, así que simplemente fue llegar allí y, esta vez sí, caminar por Madrid con mi rubito de ojos claros, como debió haber sido alguna vez antes.
O no. Puede que todo haya sido como fue por estos momentos.
Lo tomaba de la mano con una seguridad que no había sentido antes. Tenía una felicidad que nadie podía arrebatarme desde que, dejando a mis amigas por unos momentos, nos habíamos puesto a caminar por algunas calles cerca de la residencia. Madrid nunca está dormida y eso es algo de adoro. Ir caminando por sus calles con las risas de fondo, unas buenas bebidas y los jaleos era algo que amaba. Y ahora, hacerlo de la mano de Matteo le sumaba muchísimos puntos. Son recuerdos preciosos.
Él, en su gringismo, era adorable. El hecho de querer saber todo, caminar un poco más diciendo "veamos qué hay más delante" era lo más increíblemente lindo para mí. Siempre tuve en mente que, fuera quien fuese mi pareja, iba a tratar de enseñarle mi cultura. Porque mi cultura es algo de lo que me siento muy orgullosa y que no quiero olvidar nunca.
Tenía esto en mente porque, mudándome como lo hice, las probabilidades de terminar con alguien extranjero eran muchas. Eso y que a mí los idiomas me parecían una de las cosas más sexis. Sí.
Pero he descubierto muchas cosas, y entre ellas está el que me he dado cuenta de que disfruto a prender sobre otras culturas de la mano de esa persona especial.
Descubrir chiringuitos españoles a altas horas de la noche era mi nueva cosa favorita, y ojalá pudiésemos hacerlo muchas veces en el futuro, cuando no estemos limitados por el tiempo.
Luego de haber comido por ahí, de haber tomado más de dos cervezas y de volver a casa envueltos en una nube de felicidad sin contener, Matteo y yo dormimos unas horas antes de tener que prepararnos para el gran momento. Claro, no contaba conque estaría tan nerviosa como para tener la seguridad de poder cagarme encima si no me controlaba.
Iba con un traje de dos piezas. O tres: un short de talle alto de vestir, que describiría como a la moda, un crop top liso ya chaqueta de ese pantalón encima de todo. Muy ejecutivo, elegante y vanguardista al mismo tiempo. Se usaba mucho y a mí me encantaba.
Matteo, por otro lado, iba con jeans negros entre ajustados y sueltos y una camisa de botones del mismo color. Él no tenía que ponerse muchas cosas para resaltar. Era tan alto y tan ancho que lo lograba de una forma muy natural. Iba con lentes porque sí. Esta vez no tenía problema, porque mientras menos chicas lo vean a los ojos, menos se enamoran.
No, mentira. Iba a protestar en algún momento del día.
El punto es que ahora mismo estábamos en una habitación un poco apartada, uno de los anexos del lugar donde se estaba celebrando la presentación. Yo no podía dejar de moverme nerviosa y Matteo me veía con una sonrisa en los labios mientras se cruzaba de brazos recargando en la puerta.
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UN BUEN AMOR (TERMINADA)
RomanceCarolina Diaz se mudó a España siguiendo sus ilusiones y sus sueños más locos. Tenía en su corazón una quimera a la que dejó de cuidarla lo suficiente como para que dejara de serlo. Ahora debe enfrentarse a sus fantasías vivientes mientras al mismo...