[2°]Hablilidad Molesta.

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Me vi obligada a ponerme de pie por culpa de la humedad del suelo, con serias dificultades gracias a mi cabeza que me daba vueltas.

¿y este lugar, qué es?

No reconozco la zona por más que miro. Hace más frío, es más oscuro, ni un solo vestigio de algo verde, solo árboles y enredaderas negras, cubiertos de una espesa niebla. Todo parecía muerto.

—¿hola?—

Hay unos sonidos extraños más adelante, como huesos quebrándose. La curiosidad me llama a acercarme en silencio. No veo mucho por culpa de la niebla, pero esos sonidos de "crack" solo me llamaban a investigar que eran.

Distinguía a duras penas algo moviéndose, era como una silueta delgada o eso creo ver, porque todo era meramente blanco, negro y escala de grises. Aunque fuerce los ojos no logro ver nada.

Mi espíritu curioso hizo que pisara sin querer una ramita muy ruidosa y lo que antes era una silueta, ahora era una terrorífica criatura que no tardo en voltearse. Tuve que taparme la boca con las manos escondiendo mis gritos, gracias a que poseía un rostro completamente blanco y libre de características faciales. Lo que más sobresalía era una boca rajada de esquina a esquina, adornada con filosos dientes negros en doble fila y por si fuera poco pedir se engullía la mano descuartizada de un infante. La sangre chorreaba de ese hoyo al que podría llamarle boca.

Uno, tres, seis, ocho.

Ocho tentáculos negros destrozaron su espalda y se acomodaron en punta listos para atacar.

Un escalofrió recorre mi espina. Retrocedo con lentitud, hasta que comienzo a huir por mi vida. ¡qué es ese monstruo!

Un tentáculo atraviesa un árbol cerca mío y lo rompe en dos. El miedo fue tal que deje de correr por quedar paralizada. El segundo agarra mi pie y me arrastra por el suelo, mientras yo grito enterrando mis uñas al suelo hasta que me sangran. El tercero me toma de la cintura y me golpea contra un árbol dejándome aturdida, hasta que me encontré colgando de cabeza frente a esa criatura.

No puedo dejar de temblar. Es horrible. ¡va a comerme como a ese niño! Estoy tan asustada que cierro los ojos esperando mi fin. El tacto de sus garras en mi mejilla desata ráfagas de retorcijones en mi estómago. Quiero vomitar. Esa mano va recorriendo por mi cuello, espalda, cintura, hasta que se detiene en mi muslo. Aleja su mano con lentitud y entonces clava su dedo índice en mi muslo derecho y grito con fuerza.

¡arde! Arde como el mismo infierno. ¡suéltame!¡suéltame! ¡suéltame!

—¡suéltamele! — mis gritos de desesperación me sacan de esa maldita pesadilla.

Otro tormentoso sueño con esa criatura. Tan real que me hace chorrear sudor frío. La cabeza me duele.

Todo esta muy oscuro aquí. Tablones podridos, moho, telarañas, polvo y humedad me dan los buenos días. Siento las manos frías, están... ¡Atadas! Armo un alborotado moviendo mis piernas buscando algún movimiento mágico que me sacara de está. Pateo los tablones, me arrastro, grito, me retuerzo y aún así no logro soltar las sogas bien atadas.

Dejo de luchar vencida.

Solo había una puerta en el medio de la habitación oscura y sucia, la cual se abrió, revelando la silueta de un hombre que aprestaba a colillas de cigarros.

Me alejo arrastrándome a la esquina más lejana. Qué clase de enfermo me pillé. Rápidamente encendió un cigarro, brindándome apoyo a mis ojos con esa débil luz. El sujeto traía puesta una máscara blanca afeminada lo que puso mis sentidos más alocados y alertas. La tenía volteada a un lado para poder fumar.

Ten Cuidado Con Slenderman. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora