Ten Cuidado Con Slenderman.

[4°] Mamá.

¿Quién lo diría? ¿quién lo diría?.

Te transformaste en su virgen María.
Y ahora mientras mueves las caderas no notas que acabas de tentar al mal.

 

Te mira deseoso de probar el fruto del mal.

 

Tentaste al diablo o ¿Tentaste a Dios?.

 

O creo que son lo mismo.

 

Trajiste el infierno al paraíso y ahora te desea como un mortal.

 

Dulce lujuria.

 

Sagrada sexualidad.

 

Tu castigo siempre serán.

 

Tentaste al diablo o ¿a Dios?

Ahora te desea como un mortal.

 

¿Estás lista para cargar en tus entrañas al fruto del mal?.

 

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Despierto jadeando.

Otra pesadilla como de costumbre.

Me levanto un poco de la cama y veo a Masky con el brazo bueno abrazando mi abdomen.

Me tomé el tiempo de verlo dormitar. Aún deben ser las 4 o 5 de la mañana.

En plena oscuridad sólo podía distinguir los relieves de su cara y lo muy marcados que estaban esos pómulos. Es como si estuviera enfermo. Algo lo está matando.

El tintineo de mis dientes me dio la primera alarma. El olor de su carne, la suavidad y la textura no eran buenos, hay que reconocerlo. Pero mi instinto estaba reclamando, me levanté asustada porque todo mi cuerpo empezó a temblar, primero las manos y luego todo mi cuerpo. Los deseos reprimidos de un ser caníbal estaban tomando control por mi.

El sudor gotea de mi cara, apreté las mandíbulas. No voy a comer. No voy a comer. Avancé un paso peligroso y supe que iba a ser inútil con mi mísera voluntad.

Me ordené no mover un músculo más mientras estaba de pie mirando como él dormía sin sospechar nada. Mi cuerpo quedó quieto como piedra en esa prisión imaginaria.

Ya casi perdiendo me forcé a escapar y arrastrar conmigo a mis deseos primitivos hasta la ducha y aprisionarlos en agua tan helada que te dejaba sin aire.

Cuando llegó la mañana solo nos limitamos a irnos en silencio dejando atrás los cadáveres. Yo me llevé una mochila y ahí dentro metí todos los cuchillos que pillé, ya que perdí mi escopeta cuando Masky nos lanzó al río.