Despertar gritando después del asco que era tener que recordar mi noche y además amanecer cerca de un hombre a ninguna mujer con dos gramos de seso la deja tranquila.
Me orine encima al tenerlo cerca de mi espacio. Debe tener intenciones de tocarme. Quiero que se aleje de mi. ¡Lo quiero lejos!
El sujeto del pasamontañas triste ni siquiera se volteo a verme. Permanecía agachado intentando encender fuego en esa pequeña fogata. Aún así no le quité el ojo de encima, su mera presencia me daba asco.
Nuevamente estaba atada de brazos y piernas. La herida de mi pierna derecha aun no se cerraba por completo, pero estaba mucho, mucho mejor que ayer. Desde que estoy presa en este bosque, todas mis heridas se regeneran luego de un día completo. Es una locura, lo sé, pero sucede. Al parecer habían quitado la bala. Casi vómito del asco, ese hombre me había tocado.
El ambiente era rocoso y con ventiscas duras. Estábamos en un terreno montañoso. ¿En qué momento me trajo aquí? Y así nos quedamos. Yo alejada lo más posible de él (cosa que logré arrastrándome) y él tratando de resguardar el fuego de las duras ventiscas. Seguimos así hasta el atardecer.
Él viene hacía aquí. No, no, no. No quiero que se acerque. Me arrastré para atrás como un gusano. Se paró en frente mío y se agachó sacando una botella de entre su ropa con lo que parece ser agua. Empecé a gruñir como perro y a maldecirlo entre más acercaba eso a mi cara.
— ¡puedo beber sola no me toques!—
Él no dijo nada, se quedó ahí en silencio y volvió a ofrecerme la botella. Ni hablar. Si cree que va a dármela en la boca no lo voy a dejar. Esquive esa cosa girando mi cabeza.
Guardó la botella y quizás fue cosa mía, pero lo vi alejarse muy nervioso.
Luego llegó la noche y seguía sin poder pegar un ojo. No iba a dejar de vigilarlo, de seguro estaba esperando a que me durmiera y violarme como ese otro sujeto.
— Me das asco — murmure.
El estaba sentado, con los brazos descansando en sus rodillas, con la espalda apoyada en una piedra muy irregular. No podía apostar a que estuviera dormido, este tipo no se quita el pasamontañas ni para dormir. Que incómodo.
El sueño me ataca.
No te duermas. No te duermas. No te duermas…
Mierda.
Sentir como una mano se arrastraba por mí cabello y empezaba a bajar me despertó los sentidos. Grite lo más fuerte que pude y tiré maldiciones.
El sujeto del pasa montañas triste se retiró muy asustado. ¡Me había tocado! ¡Su sucia mano me había tocado!
— ¡aléjate de mí! — grité furiosa. Era lo único que podía hacer.
Él se alejó agarrándose la cabeza, con las piernas temblorosas. Vi su entre pierna ¡maldito puerco! También quería hacerme algo. El tipo solo soltaba gruñidos y quejidos que solo hacían crecer mis nervios. Se sentó y abrazó sus piernas fuertemente, balanceándose.
A la mañana siguiente tengo que tragarme un grito. Un puma estaba de espaldas a mi y quiero creer que no me a visto. El miedo de la impresión no me hizo darme cuenta de que ya no estaba atada de manos y pies, hasta ahora.
Quise correr, pero el animal se giró rápidamente y saltó sobre mi. ya podía ver esos dientes destrozando mi garganta.
El puma se aleja gruñendo y chillando luego de que una enorme roca le pegara en su espalda. El hombre del pasamontañas me había salvado de ser comida de puma. Pero la sorpresa más grande era ver que fue capaz de lanzar una piedra del tamaño de mi cabeza con un solo brazo y a su vez venir cargado dos liebres con el otro.
Uno solo de sus golpes me va a dejar las cosillas rotas de seguro. Mejor me despido de tratar de huir.
Lo observé en silencio es alto, muy alto, quizás mide 1,90 y es aburridamente silencioso. No lo he escuchado hablar ¿como será su voz?
Qué estupideces estoy pensando.
Si anda vestido así por el bosque más razón tengo para no bajar la guardia.
Se sentó y avivó las pequeñas brazas de su fogata hasta que ardió como el infierno. Despellejo los conejos para luego empalarlos y dejarlos al fuego. Dejó la navaja ensangrentada descansando en el suelo. Esta es mi oportunidad.
A pisadas silenciosas me acerqué sin que me viera cuidando de no tropezar o mover alguna roca del suelo montañoso. Ya queda poco, solo debo estirar y agarrar rápidamente esa navaja con mis manos. Tú puedes. tú puedes.
Tú...
La agarré, pero me la quitó de un manotazo. ¡Malditas manos débiles! Se pone en pie de una forma en la que describiría muy amenazante. Su enorme altura me hace sentir pequeña y débil. Mi corazón apenas y se queda en mi pecho.
Su mano no tuvo que estirarse mucho para llegar a mi cuello y dejarme sin aire. Arañe su brazo mientras jadeaba ¡no puedo respirar! Me levanta por completo con solo su brazo hasta quedar a su altura. Le entierro las uñas hasta sacarle sangre, pero no me suelta o hace signos de dolor.
Me suelta y caigo sentada. Mis manos acarician las marcadas de sus dedos en mi piel, creo que casi me lo quiebra. Me cuesta recuperar el aliento.
Levanté la mirada para saber que iba a hacerme ahora, pero me detengo a medio camino cuando noto que estoy a solo centímetros de un miembro erecto detenido por una ligera tela de pantalón. Su mano acaricia cuidadosamente mi cabello.
No. Otra vez, no. No quiero que me toquen. No me toquen... Por favor.
Tengo náuseas. Quiero vomitar y mis ojos apenas pueden ver porque empecé a llorar.
— no soy un violador. — dijo una voz tan grave que me erizo los vellos.
Su mano suelta abruptamente mi cabello. Él retrocede un par de pasos temblorosos y agarra su cabeza con fuerza. Me abrazo a mi misma buscando una falsa calma.
Quiero insultarlo, quiero gritarle algo, golpearlo, pero sigo llorando patéticamente.
— asesino, sí, pero jamás violador. — todo lo dijo en una voz asustadiza. Parece hablar para sí mismo.
— ¡no me toques! — grité cuando trató de extenderme la mano. — ¡qué demonios quieren de mí! ¡Prefiero morir antes de que me vuelvan a tocar malditos cerdos! ¡Respóndeme!—
— no voy a hacerte daño. —
— ¡y por qué debería creerte! —
Se quitó un guante negro de la mano dejando su piel pálida al descubierto.
— porque somos proxys — Tenía el símbolo. Tenía ese maldito símbolo.
— sí te calmas te puedo explicar que está pasando —
— y si no — respondí desafiante. Con el poco orgullo que me quedaba. Miré por encima de mi hombro y podía verse un buen camino por donde huir, él se dio cuenta que tramaba.— sí huyes, para el atardecer estarás muerta —
La imagen mental de un ser descomunalmente alto, vestido de traje me golpea. Mi cabeza parece querer explotar de un momento a otro, no puedo soportar el dolor.
—porque él te está esperando —
.
.
.
.Así conocí al último miembro del grupo. Hoodie, el único que parecía tener algo de cordura entre todos.
_____________________
Gracias por leer 💓
ESTÁS LEYENDO
Ten Cuidado Con Slenderman.
FanfictionSer un proxy no es ningún privilegio, ni lo mejor que te puede pasar en la vida. Ser un proxy significa ser el esclavo de un ente sobrenatural que sólo podrías llegar a ver en tus pesadillas. Eres la cosa, el juguete, la herramienta. Serás marcado p...