[12°] Proxy Por Siempre.

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Mis disculpas a ustedes antes que nada. El capítulo 11 estaba mal redactado y confundí a mucha gente.

Consejo no ético :no editen ni escriban cuando se dijeron a sí mismos en un espejo que no están borrachos.

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Adiós para siempre, Antonia.

Solo tuve tiempo de ponerme el vestido que se usa de pijama antes abrir cualquier puerta y esconderme en una habitación a oscuras corriendo en puntillas al closet y esperar a que las ropas y la oscuridad me tuvieran a salvo.

Mi espalda se apoya contra la pared del closet y se desliza lentamente, hasta sentarme. Mis latidos iban tan rápido, que era difícil oír como abajo destrozaban la puerta a golpes y buscaban una forma de entrar.

¿Quiénes son? ¿Cómo me voy a salvar de esta?

Un delicado sonido llama a mis aturdidos sentidos, como una ventana abriéndose.

¡Que sea solo mi imaginación!

una pequeña ventisca fría entra por la pequeña abertura de la puerta del closet con un pequeño ruido de las tablas del piso hundirse.

Muevo ligeramente la cabeza a la abertura de la puerta, luchando por qué el miedo no me diera una mala jugada. Trato de ver algo en este escenario oscuro.

¡La ventana está abierta!

Mi garganta se estrechó de tal manera que me era imposible respirar bien, lucho porque mi garganta no haga sonidos que me delaten.

¡Pum! ¡Crack! Sonaba ahí abajo, parece que la puerta y ventanas eran realmente duras y estaban dando una buena batalla para que nadie entrara, al menos por ahora.

El sonido de un paso sobre las tablas dijo que posiblemente no estaba sola y el sudor comenzó a gotear por cada milímetro de mi cuerpo.

como voy a gozar disciplinar a esa zorra dijo una voz masculina en frecuencia baja, pero si fui capaz de entender.

Mis ojos se abrieron a tope, mi cuerpo se estremeció en un escalofrío que fue inevitable mover las piernas tiritonas y alejarme unos centímetros atrás.

Pero mi movimiento no fue asertivo, la punta de mis pies golpearon ligeramente la puerta del closet hacia afuera.

Y juro que escuché el sonido del un cuello doblarse de golpe en mi dirección.

¡Crack! Hizo el piso y luego de nuevo y de nuevo. ¡Ho, no! ¡Viene aquí!

¡Vete por favor!

Mis manos ahogaron mis débiles sollozos y las lágrimas corrían a rienda suelta. ¡No quiero morir aquí!.

Cierro los ojos con fuerza al reconocer su sombra frente al closet.

¡No! ¡No! ¡No!

¡Puuuum!

El sonido de un objeto pequeño cayendo en otra habitación del lado hizo que la rapaz mirada del sujeto dejara de buscar mi rastro y sus sigilosos pasos mortales fueran rápidamente en dirección de ese sonido, como un depredador.

El aire volvió a mi cuerpo sabiendo que su peligrosa presencia se había ido.

La otra puerta se abre y...

— ¡hasta aquí llegaron, mal
nacidos!

Esa ¡era la voz de Karen!

Escucho el gatillo de su arma ser tirado exitosamente, pero el tiro nunca salió. ¡Ho, no! Nunca le quitó el seguro.

Ten Cuidado Con Slenderman. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora