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Había pasado una semana desde que lo vio por última vez, específicamente desde el día que lo había curado. Y para ser realista, Jinyoung había esperado encontrárselo como siempre en el ascensor y que el chico le diera las gracias. O que su peor pesadilla se hiciera realidad y que el mocoso terminara por invadir su departamento ya que él le había dado el permiso para hacerlo.

Pero no. Nada de eso había sucedido. Y desde ese día tampoco se lo había cruzado.

Así que después de pensarlo y darle muchas (realmente muchas) vueltas al asunto, decidió ir a preguntarle él mismo cómo seguía. Era también la mejor manera de sacarse ese malestar que se le había incrustado en el estómago por algunos pensamientos y suposiciones que se hacía, en las cuales el menor podría haber sido golpeado de nuevo terminando, quizás, hospitalizado. Esa simple idea le causó nuevamente malestar.

Así que allí estaba. Frente a la entrada del departamento del mocoso, sintiéndose nervioso. Pero ya lo había decidido. Y no iba a dar vuelta atrás. Respiró hondo.

Uno, dos, tres golpes fueron suficientes para que abrieran la puerta.

- Oppa, qué sorpresa.- Tzuyu, la hermana de Yugyeom le sonrió encantada - No te quedes ahí, pasa- lo invitó coqueta.

- Gracias - el castaño ingresó un poco dudoso.- Sólo vine a preguntar si no tienes un poco de leche, yo me olvidé de comprar... - dejó de hablar sintiéndose verdaderamente un idiota al inventar una excusa tan tonta. Pero fue lo primero que se le ocurrió al no ver al menor por ningún lado.

- Déjame ver si hay, aunque creo que debe haber ya que el insoportable no está.

- ¿Te refieres a tu hermano? - Jinyoung instintivamente miró hacia el pasillo que daba a las habitaciones.

- ¿Lo conoces? - habló la chica mientras se dirigía a la cocina.

- Sí... Me lo he cruzado un par de veces por el edificio- respondió. Era una verdad a medias. Pero no iba a decirle que lo conoció esa mañana, donde se había levantado todavía un poco ebrio después de acostarse con ella.

- Espero que el bastardo no se haya comportado tan grosero contigo. Ese niño es muy problemático - explicó hurgando en la nevera - No. Por lo visto no hay. Ese estúpido se lo toma todo, y como no ha estado en casa parece que no repuso lo que se comió.

Jinyoung asintió pensativo, ¿por qué el menor no estaba en casa? ¿Le habría ocurrido algo peor que la última vez?

- Está bien. Gracias de todos modos. - pensó en irse, pero la inquietud que lo embargaba era más fuerte- Sabes, la semana pasada me lo crucé y parecía haber sufrido algún tipo de accidente. Es decir, tenía un golpe en la cara y...

- Que no te sorprenda. Ese muchacho es un nido de problemas - se quejó molesta sentándose en una de las sillas mientras encendía un cigarrillo. Y ahora que Jinyoung prestaba atención, la casa era un completo desorden comparado con lo que recordaba del día que había conocido a Yugyeom.

- Dijo que tuvo una caída en el colegio, cosa que dudo. Si lo conocieras sabrías que es un chico problemático que llama a pelear, por lo que estoy segura que alguien lo golpeó. Pero el muy estúpido lo hizo pasar como un accidente o algo por el estilo. Si no hubiera mentido, habría sido una gran oportunidad para mí.

- ¿Oportunidad?- Jinyoung sabía que la respuesta que Tzuyu le iba a dar no le gustaría para nada.

- Sí. La oportunidad de sacármelo de encima. Es decir... Me trae tantos problemas que creo que debería ir a un internado. Es insoportable.

- Quizás lo que necesita es un poco de atención. Todos los chicos de su edad son un poco rebeldes. - Las palabras del mayor ocultaban la decepción de saber que a esa mujer lo último que le importaba eran los problemas de su hermano.

Intentó no culparla. Tal vez ella también había tenido una vida difícil. Pero tampoco podía justificarla.

- Ese chico es un caprichoso, igual de idiota que su madre... Es un bueno para nada. No sé por qué tengo que cargar con él.

 - Pero tú viste los golpes que tenía en el rostro, ¿eso no te preocupa?

- Él siempre está peleando. Así que no.

- Pero, ¿no puedes intentar hablar con él? Eres su hermana mayor.- reprochó incrédulo.

- Te digo que ese chico es imposible y me estresa con todos sus problemas.

A Tzuyu le estaba comenzando a molestar el hecho de tener a ese hombre guapo y tentador en su departamento, y que se pusiera a hablar de su maldito hermano, cuando bien podrían estar haciendo otra cosa.

- Si él cree que puede lidiar con ello, entonces que lo haga. No tengo por qué andar cuidándolo como si fuera un bebé.

- Pero él necesita que alguien lo escuche.

El escritor sabía que no debía meterse. Después de todo, él no era nadie. Sólo un simple vecino. Pero no podía dejar de sentirse indignado al ver claramente en la cara de aquella chica que lo que le pasara al menor no le interesaba en lo absoluto.

- Él es un idiota. No te dejes llevar por su cara de niño bueno porque no es así.

En es momento Jinyoung supo que tratar de razonar con ella era imposible.

- Bueno. Pero, ¿él está bien?

- No sé. Sólo tengo entendido que por el incidente del otro día en el colegio le dieron unos días, así que el bastardo aprovechó para ir a ver al vegetal de su madre.

- Me voy.- Jinyoung se volteó dispuesto a irse, no podía seguir escuchando a esa mujer. Y ahora se encontraba más tranquilo al saber dónde podría estar el menor y que no le había ocurrido nada grave.

- Jinyoung oppa...- la joven se paró y caminó hasta él - ¿no te gustaría quedarte? Digo... estoy sola. Podríamos repetir lo de aquella noche. Sinceramente eso me encantaría.- posó su mano en el pecho masculino acariciando lentamente, mientras acercaba su rostro para besarlo.

- Disculpa, pero tengo mucho trabajo- Jinyoung corrió la cara y la alejó.- Con permiso.

Yugyeom no había exagerado cuando le había contado que aquella chica lo detestaba. La sola mención del nombre de su hermano le causaba repulsión. Se notaba que cuidar de él era una carga que odiaba por completo. Pero por más resentimiento que le guardara, no se justificaba el trato que le daba porque el menor no tenía la culpa de nada. Mucho menos de que el padre de ambos abandonara a la madre de la chica. Era claro que para el pelinegro debía ser difícil vivir con alguien que lo detestaba. Era de esperarse que fuera así de insolente. Quizá sentía que el destino estaba en su contra y por eso se comportaba así.

Ingresó a su departamento. Y se quedó parado allí con una media sonrisa. ¿Qué hacía pensando sobre la vida de aquel niño? O peor, ¿por qué el menor últimamente ocupaba todos sus pensamientos? Que si estaba bien, que si lo cuidaban, que si tenía una vida difícil.. ¿A él qué rayos le importaba? A fin de cuentas, el niño solo era su vecino, alguien que había conocido por casualidad al despertar en una casa que no era la suya. Miró hacia su escritorio y vio que allí estaba su portátil. Esa que últimamente no tocaba y donde su novela estaba estancada.

Quizás Mark tenía razón. Por estar pensando en el menor no podía concentrarse. Así que hoy intentaría olvidarse e intentar escribir.



Después de un momento volvió a mirar la hora, ya eran pasadas las diez de la noche y se dio cuenta que, por más que mirara la pantalla y sus dedos se movieran, su esfuerzo era inútil. Apenas leía los fragmentos que había escrito, los borraba al instante porque no tenían mucha lógica.

El timbre sonó rompiendo el silencio, cosa que lo hizo sobresaltar.

- Yugyeom...- murmuró sorprendido en cuanto abrió. Se las tuvo que arreglar para no demostrar la satisfacción que le causaba ver al menor en su puerta. Estaba vestido con la misma pijama que el día que lo conoció junto a unas pantuflas de peluche y la mochila colgando de su mano.

- ¿Puedo pasar?

¡Problemático! ##Jingyeom##Donde viven las historias. Descúbrelo ahora