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- Durante tanto tiempo me juzgaste por la relación que tengo con Youngjae y mírate... - Jaebeom sonrió.

- Deja de decir estupideces, Jaebeom - Le dijo aún tratando de comprender la razón del por qué Yugyeom se había ido de esa manera.

- ¿Estás seguro que son estupideces? Si es así entonces dime, ¿qué hacía ese niño tan tarde en tu casa? O mejor dicho... ¿Qué haces tú casi desnudo con ese chiquillo en la casa?

- Eso no es algo que tenga que explicarte.Solo dime, ¿qué fue lo que le dijiste para que se fuera así?

- Oye, espera... no te enojes conmigo. Sólo le pregunté quién era y ese gatito sacó sus garras.

- No le digas así. Mejor dime, a qué se debe tu visita.

- ¿Qué te parece si mejor te cambias y salimos a cenar? Yo invito. Y de paso te cuento a qué vine.

- Está bien.- Jingyoung entró a su habitación dispuesto a cambiarse. Pero por su mente seguía pasando la imagen del menor saliendo con prisa del departamento. ¿Por qué había actuado de esa manera?




Yugyeom estuvo varios días sin ir al departamento del mayor. Necesitaba acomodar sus pensamientos y tratar de calmar esos locos sentimientos que salían a flote cada vez que estaba con él. El escritor le atraía de una manera que él no podía controlar. No iba a negarlo. Yugyeom era muy sincero consigo mismo. Pero tenía miedo de verlo y echarlo todo a perder. Por que el pelinegro era muy inteligente como para darse cuenta que, ante los ojos de Jinyoung, solo era un adolescente problemático.

Porque el menor podía mirarlo deseoso y hacer que el castaño se pusiera un poco nervioso, pero jamás lograría que lo viera como un hombre de verdad. y eso realmente lo frustraba.

Y para colmo había tenido un pésimo día. Había terminado escondido en el baño del colegio para que los amigos de Bambam no se vengaran de él. Lo bueno es que alguien había tenido la amabilidad de avisarle antes de que lo encontraran. Lo malo era que la lluvia lo había agarrado a mitad del camino a casa, por lo que terminó todo empapado. Y para cerrar su fantástico día, su hermana había cerrado la puerta con llave y lo más seguro era que estuviese ocupada con algún hombre que se había conseguido por ahí y no quería que Yugyeom los molestara.

Se sentó en el frío piso del pasillo, con la espalda apoyada en la puerta de su departamento, y se encontró a sí mismo pensando nuevamente en el vecino. La imagen de ese rostro perfecto se posó en su cabeza y se dio cuenta que lo necesitaba a su lado para sentirse bien. Necesitaba la compañía de la única persona que lo hacía sentirse especial e importante. Yugyeom no quería perder eso. No importaba si el mayor sólo lo veía como un mocoso maleducado, para él eso era más que suficiente.

De un momento a otro comenzó a temblar por el frío. Abrazó sus piernas acercándolas a su pecho y escondiendo la cara en ellas para así poder darse calor. Pero no estaba funcionando.

- Maldita sea Tzuyu... - maldijo en voz alta.

- ¿Qué haces ahí?

Una voz profunda y cálida le hizo levantar la cabeza. Se encontró con aquel rostro que hasta hace un momento ocupaba sus pensamientos.

- Yo sólo... Disfrutaba el paisaje- intentó decir en un tono divertido.

- Estás totalmente empapado, ¿por qué no entraste a tu casa?- Jinyoung se agachó frente al menor para quedar a la par y observarlo. El muchacho estaba pálido y temblando por el frío, su uniforme totalmente mojado. - Ven conmigo - Sabía que al decirle eso, Yugyeom intentaría darle excusas, así que prefirió ahorrárselas y sin esperar la aprobación del menor, lo tomó de la muñeca para levantarlo y llevarlo consigo.

¡Problemático! ##Jingyeom##Donde viven las historias. Descúbrelo ahora