Dormido y con las facciones relajadas, vestido con aquel pantalón corto y esa camisa blanca que Jinyoung le había prestado, se seguía viendo como un niño totalmente indefenso. El mayor lo seguía contemplando fascinado. Se seguía preguntando cómo aquel ser que en ese momento irradiaba una belleza angelical, era el mismo niño descarado que la noche anterior se había sentado en su regazo y lo había besado sin pedir autorización. Recordaba cómo sus manos se dejaron llevar y dieron un pequeño recorrido por la espalda del menor hasta su cintura para sostenerlo y poder acercarlo más.
Jinyoung lo sabía. Si no hubiera forzado su conciencia, si no se hubiera obligado a alejar al menor, estaba completamente seguro que lo hubiera hecho suyo en ese momento. Porque lo deseaba como un loco. Sentía muchas cosas por Yugyeom. Pero también sabía que se había comprometido a cuidarlo y eso era lo que tenía que hacer, empujando fuera cualquier sentimiento de atracción y deseo.
Se metió al baño para darse una ducha. Una vez bajo el agua se sintió aliviado y agradecido de haber tenido un poco de cordura la noche anterior ya que si hubiera pasado algo entre Yugyeom y él, ahora estaría arrepentido. No hubiera soportado la idea de saber que se había aprovechado del sentimiento de tristeza de ese niño para satisfacer su deseo, cuando todo lo que necesitaba el pelinegro era ser protegido.
Bajó las escaleras perfectamente cambiado, habló con sus empleados dándoles algunas indicaciones y luego se dirigió a la cocina para hablar con Chang y pedirle que arreglara todo para desayunar en el jardín.
- Chang, sé que lo que pasó ayer fue extraño...
- Señor, no tiene que darme explicaciones de nada. Sabe que nunca lo juzgaría.
- Lo sé, solo que no me gustaría que se malinterpreten las cosas.
- Señor Jinyoung, lo conozco desde pequeño, sé que es un hombre noble. Y el que haya decidido traer a ese chico a la mansión es razón suficiente para comprender que es una persona muy especial para usted, y eso es todo.
Lo que decía Chang era verdad. Jinyoung no iba muy seguido a la mansión, y el hecho de hacerlo a mitad de la noche y con Yugyeom, había dejado a todos los empleados convencidos de que el chico del antifaz era muy importante para él.
- Gracias.- Fue lo único que contestó con una sonrisa.
- Señor, aquí está lo que me pidió - una empleada ingresaba a la cocina con una bolsa en sus manos de una de las mejores tiendas de ropa.
- Bien, muchas gracias.- respondió de forma cortés el castaño.
Al entrar nuevamente a la habitación se dio cuenta que Yugyeom no había cambiado de posición, aún seguía acurrucado del lado derecho de la cama donde ahora la luz del sol daba de lleno en su rostro.
- Yugyeom...- lo sacudió de forma suave y el menor frunció el ceño.- Tienes que levantarte, ya es tarde.
- Cinco minutos más...- el pelinegro susurró tratando de cambiar de posición, alejándose de la luz.
- Vamos, levántate. Tenemos que desayunar.
- Está bien...- se incorporó refregándose los ojos con las manos, tratando de adaptarse a la claridad de la habitación.
- Toma esto - le extendió la bolsa de ropa - Date una ducha y luego baja. Te espero en el jardín.
- ¿Qué es esto?
- Ropa... No me importa compartir la mía contigo pero pensé que era mejor comprar algo de tu talla.
- Gracias - miró al mayor con una sonrisa sincera al tiempo que se bajaba de la cama y se dirigía al cuarto del baño.
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¡Problemático! ##Jingyeom##
FanfictionJinyoung despertó en un cuarto que no era el suyo, durmiendo con una chica que ni siquiera recordaba. Pero la verdadera sorpresa se la llevaría cuando se encontrara con otra persona en aquella casa, un mocoso descarado con la habilidad de ponerlo in...