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*Jinyoung.

Seguí besándolo mientras lo recostaba en la cama. Dejé que su lengua traviesa se adentrara en mi boca, topándose con la mía y comenzando una guerra que me estremeció por completo. Sentía también sus manos jugar con mi cabello y aquello me estaba volviendo loco. En realidad, todo él me volvía loco.

Poco a poco mi pulso comenzó a acelerarse y nuestras temperaturas a elevarse. Sin poder evitarlo, mi cuerpo empezó a reaccionar a la excitación y mis caderas comenzaban a moverse en busca de un roce que aliviara de una vez por todas aquel fuego. Para ese momento, mi cuerpo entero pedía a gritos el de Yugyeom.

Un gemido bajo de su parte me hizo temblar, así que me atreví a hacer el mismo movimiento con mi cadera pero esta vez de forma más intensa, provocando su sensible entrepierna. Fue allí que me di cuenta que Yugyeom estaba poniéndose duro, que se estaba perdiendo en el placer igual que yo. Y me lo hizo saber cuando separó sus labios de los míos para echar su cabeza hacia atrás, elevando sus caderas en busca de más contacto.

Aproveché el paso que me dio a su cuello y comencé a tomar aquella piel entre mis labios con besos húmedos.

Yugyeom temblaba entre mis brazos cada vez que hacía eso, por lo que mentalmente confirmé que aquel era uno de sus puntos más sensibles.

- Mmmm... - un jadeo más fuerte escapó de sus labios cuando me atreví a presionar mis dientes y succionar la blanca piel que pedía a gritos ser marcada.

- Me lo estás poniendo muy difícil. Lo sabes, ¿verdad? - susurré contra su cuello.

En respuesta, se incorporó sentándose y tomó mi boca en un beso mucho más hambriento, tomando mi cabello entre sus dedos. Al mismo tiempo bajé mis manos para poder meterlas debajo de su camisa y acariciarle la espalda.

- Te lo quiero hacer tan difícil que ni siquiera pase por tu mente el querer parar - susurró y llevó una de sus manos a mi entrepierna tocando mi dureza por encima del pantalón, acto que me hizo gemir al instante - Quiero ser tuyo, Jinyoung.

No había ningún rastro de duda en sus palabras ni en su mirada. Tampoco en sus ágiles movimientos mientras desabrochaba uno a uno los botones de su camisa y la arrojaba fuera de su cuerpo hacia algún lugar de la habitación que no presté atención. Mis ojos se concentraron en aquella piel expuesta ante mí.

La pureza de su exquisita piel blanca adulterada por aquellos tatuajes, convertían a Yugyeom en la imagen más provocadora y excitante que había visto en mi vida.

Sentí mi sangre golpear con más fuerza en todo mi cuerpo, y la poca cordura que guardaba hasta el momento se jodió.

Me incliné sobre él dejándolo acostado nuevamente y dejé un camino de besos que comenzaron en su boca, bajaron por su cuello y terminaron en su pecho, llegando a lo que era mi objetivo desde el momento en que comencé a bajar: sus pezones. Me atreví a chuparle y morderle a mi antojo haciendo que aquellos botones se hincharan y endurecieran más en mi boca, mientras Yugyeom se deshacía en gemidos.

- ¡Ahh!... - gimió mucho más fuerte cuando tiré hacia arriba uno de ellos con mis dientes. El agarre de sus dedos sobre mi cabello también se tensó.

Subí hasta sus labios y le susurré un "shhh" contra la boca. Me encantaba escuchar sus gemidos. Saber que lo estaba llevando al límite hacía que me encendiera de una manera que no podía imaginar. Pero también sabía que no estábamos solos en la mansión. Aunque era grande, tenía a muchos empleados trabajando para mí que acostumbraban vagar por los pasillos y no quería que escucharan nada. Porque, para empezar, los gemidos de Yugyeom eran míos y sólo yo podía escucharlos.

¡Problemático! ##Jingyeom##Donde viven las historias. Descúbrelo ahora