25: El regreso del Príncipe Jackson.

317 51 25
                                    

De manos agarradas, Luke y Abella caminaban por el Palacio.

Era mediodía, e igual que el primer día, el clima seguía siendo tan perfecto que Abella a veces dudaba que se encontrara en un lugar verdadero. No podía ser así siempre, ¿verdad? En algún momento tenía que llover, ser húmedo, frío o insoportablemente caluroso. Pero no: el sol brillaba en un cielo despejado y azul afuera, pero la temperatura no superaba los veinticinco grados.

Luke y Abella se dirigían hacia los jardines, el destino era la misma terraza donde Abella había hablado por primera vez con Elizabeth. Les guiaba un guardia, el cual no había dicho una sola palabra más allá del "buenos días", que abría cada puerta necesaria para ellos y que finalmente se alejó con una reverencia, una vez que llegaron al lugar.

Sin embargo —y Abella agradecía demasiado este hecho—, esta vez no se trataba de Elizabeth, con sus ínfulas de superioridad y mirada fría. Esta vez quien descansaba sobre una silla de playa, con lentes oscuros alumbrando su cara y una camiseta de motivo floral, era el Príncipe Jack en todo su esplendor. Contrario a lo que cualquiera podría suponer luego de lo sucedido la noche anterior, Jack inspiraba tranquilidad, confianza, frescura. Se veía...

—Nada mal para haber vuelto entre los muertos, ¿cierto? —sonrió él al verlos, sentándose y tomando un sorbo del cóctel que tenía en la mesa a su lado. Le había quitado las palabras de la boca a Abella.

Luke sonrió sin muchas ganas, y sacudió la cabeza en desapruebo.

—No cambias, Jack.

—Yo no, pero al parecer tú sí.

Y tal y como supuso, Abella comenzó a sentir que sobraba en aquella ecuación. Al levantarse esa mañana, Luke le había pedido explícitamente que le acompañara a ver a su hermano, a lo que ella se había negado rotundamente. Ellos necesitaban tiempo a solas para resolver muchos asuntos: Abella no pintaba nada ahí, y detestaba interrumpir, pero Luke insistió, diciéndole que no se sentía listo para afrontar a su hermano a solas todavía, y que de todas formas sería más que conveniente ponerlo al corriente sobre lo que había sucedido en París, asunto en el que Abella estaba involucrada por completo.

Intentó disimular su incomodidad sentándose en las cómodas sillas frente a Jack. A su lado, Luke le imitó.

—¿Cómo te fue en Brasil? —prosiguió Jack, bebiendo de nuevo de su cóctel.

Luke frunció el ceño, confundido.

—¿Sabes que estuve en Brasil?

—Soy el heredero al trono, Lucien, yo lo sé todo —hizo énfasis en la palabra "todo", lo cual hizo que Luke tragara con fuerza. No era un gesto de temor, sino más bien de incomodidad—. A ver, es un chiste —se rió, y Abella soltó una risita nerviosa—; sé bastantes cosas, pero no tantos detalles. Por eso te pregunto.

—Eh, ¿me fue bien? —respondió Luke, dudoso.

Jack se volvió hacia Abella.

—¿Siempre es así contigo o está todo nervioso porque yo estoy aquí? —sonaba juguetón, como si esta fuera la conversación más casual del mundo.

Como si no hubiera estado oficialmente muerto por años, para luego regresar de la nada.

Había cierta vibra en Jack que era difícil de contrarrestar. Si bien Abella sabía el porqué de la actitud de Luke, no podía evitar sentir que Jack aligeraba el ambiente, y que por más extraña que fuera aquella situación, podía relajarse. Jack no era precisamente amenazante, pero de nuevo, la mayoría de las personas amenazantes consideran que es un ajugada mucho más inteligente aparentar que no lo son.

the heir | hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora