6: Küss meinen Arsch!

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—¿Cómo podrían haber sabido que estabas en esta estación? —preguntó Luke mientras se aseguraba de que llevaban todo para bajar del tren.

—Mi diario —dijo Abella simplemente—, pensé que iba a ser suficiente para disuadir a cualquiera de buscarme, pero resultó ser un mapa para encontrarme.

Luke asintió, y respiró hondo.

—Lo bueno de los países de la Unión Europea es que, si tienes un pasaporte de la Unión, solo tienes que marcar tu salida. —explicó él, de vuelta al inglés, mientras salían de su sección hacia la puerta del tren—. En el noventa por ciento de los casos no deberían ni siquiera revisarte en una base de datos, pero estamos en una estación jodidamente llena de policías, así que tendremos que ser rápidos. —Justo antes de salir, Luke se volvió, quedando de frente a Abella y a muy poca distancia—. Vas a tener que tomarme de la mano, ¿vale?

Los ojos de Abella se abrieron amplios, frunciendo el ceño. La idea le parecía horrenda, a pesar de que en el fondo supiera que él no iba a pedir algo como eso sin que fuera importante. Abrió la boca para comenzar a protestar, pero él le interrumpió.

—Ella, ellos están buscando un perfil específico —se apresuró a explicar—. Apuesto a que buscan a alguien que vista como tú —apuntó a la sudadera, que ya resolvía ese problema—, sola o, en su defecto, con una chica. —Abella le miró con recelo por unos instantes por eso último que dijo—. No van a poner atención a un par como nosotros. Prometo que después de eso, no tendrás que volver a tocarme, ¿de acuerdo?

Entonces le extendió la mano, y Abella le observó con cautela. Miró hacia afuera, por una de las ventanillas del tren, y notó a los policías caminando entre la multitud, claramente buscando algo. Lo siguiente que enfocó fue la cara de Luke, y decidió que probablemente jamás volviera a tener una oportunidad como esta. Ya le estaban buscando, tenían su imágen en las noticias... su mejor chance era haciendo lo que Luke decía.

Así que tomó su mano, y notó que era mucho más suave de lo que había esperado que fuera la mano de un hombre. Trató de no pensar demasiado sobre ello, y asintió, dándole luz verde para salir. Él le correspondió el gesto y lo siguiente que hizo fue abrir la puertecilla y bajar con ella los dos únicos escalones que había.

La multitud era prominente en ese pueblo fronterizo. La gente pasaba el punto de control que a su vez funcionaba como migración a la velocidad de la luz, al ser todos mayormente europeos. Aún agarrada de la mano de Luke, dejó que le condujera a la taquilla más cercana, escabulléndose por la multitud y pasándole a un policía a menos de dos metros de distancia, pasando desapercibidos por completo.

En la taquilla, justo al lado, un policía estaba pretendiendo que no veía a cada persona en la pequeña fila, así que Luke se acercó al oído de Abella, y dijo:

—Que no te vea la cara, Ella.

Abella sentía la adrenalina como nunca antes, tanto así que podría jurar que le temblaban las manos y tenía más frío de lo usual. Para este punto no podía concebir la idea de soltar la mano de Luke, porque sentía que se desmayaría. Sentía los latidos del corazón en los oídos, y que le sudaba la parte posterior del cuello. Se aferró a su única maleta y al gran bolso que llevaba en los hombros, intentando respirar.

Y se suponía que este viaje iba a ser tranquilo.

—Buenos días, oficial —dijo Luke, y esta vez Abella supo de inmediato que utilizaba el inglés a propósito, para que el oficial prescindiera de seguirle la conversación si no dominaba el idioma.

Y tuvo razón, el oficial asintió simplemente, y ni siquiera se fijó en la maraña de nervios que era Abella.

Cuando fue su turno en la taquilla, la mujer sentada en el escritorio tomó sus pasaportes. Abella sentía que el tiempo pasaba demasiado lento, que le verían en cualquier momento y que todo se habría acabado.  La mujer utilizó un escáner de mano para comprobar la información de ambos, y Abella sintió que todo había llegado a su fin de manera definitiva.

the heir | hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora