9: Cósmicamente injusto.

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Luego de tomarse unas merecidas siestas, Luke y Abella decidieron tomar su primera parada.

Se trataba de Orleans, un lugar situado a unas dos horas de París, capital de la región centro-valle de Loira, así como también del departamento de Loiret. Por alguna razón, Luke no había mostrado interés alguno en bajar en ninguna de las paradas anteriores, pero Orleans había captado su atención de inmediato.

Al bajar, la diminuta estación de trenes les pedía a gritos que le dejaran y que caminaran por primera vez en horas. Así que así lo hicieron.

De inmediato, Luke parecía saber de memoria el lugar. No miraba ni su móvil ni un mapa; solo caminaba con un rumbo claro, mientras guardaba silencio. La seriedad en su rostro era peculiar, pero Abella se conformó con seguirlo para descubrir de qué iba todo aquello.

Pronto, un cercado de metal forjado y bloques de concreto comenzó a aparecer en la distancia. Detrás se apreciaba un campo de césped extenso, tan grande que se perdía de vista. Y sobre el mismo, centenares de lápidas. Abella miró con confusión a Luke, pero éste estaba por delante de ella, así que no lo notó.

¿Por qué Luke se sabría el camino de memoria a un cementerio?

Las puertas estaban abiertas al público. Un escrito en francés y español avisaba que se trataba de "Grand Cimetière d'Orléans", y que cerraba al atardecer. Luke avanzó sin siquiera detenerse, como si se tratara de la cafetería que visitaba todas las mañanas. Su paso era seguro, cada vez más acelerado.

Le tomó unos minutos, pero finalmente se detuvo. Abella se seguía unos cinco metros detrás, intentando descifrar a quién querría visitar un alemán en un cementerio aleatorio en el centro de Francia.

La tumba frente a la que Luke se encontraba era ciertamente espectacular. Para empezar, estaba hecha de mármol por completo. Un obelisco de al menos dos metros de altura se imponía sobre el suelo, con una placa de oro incrustada.


"C'est là que réside Augustus Theriault,

fondateur d'une nouvelle nation,

père, grand-père, mari et esprit sage.

Son héritage ne sera jamais oublié."


—¿Quién era Augustus Theriault? —se animó por fin a preguntar Abella, luego de unos buenos cinco minutos de silencio.

Luke, sin dejar de mirar hacia la tumba, respiró hondo.

—Mi abuelo.

Abella sintió que la sangre le bajaba a los pies. De pronto era obvio que se supiera no sólo el camino, sino también la ubicación exacta de la tumba. También estaba claro su interés en bajar en Orleans. Abella se acercó a él y se colocó a su lado, sin tocarlo, aunque hubiese sido lo más adecuado.

—Murió cuando yo tenía trece años. Volé desde Australia hasta aquí, su ciudad natal, e hicimos un ostentoso funeral. Toda Francia quería ofrecer sus condolencias. Después de todo, su tío era Gustave Eiffel.

Entonces la familia de Luke venía siendo importante desde hacía bastante tiempo, pensó Abella. Si uno de sus familiares lejanos había sido el responsable por la creación de la mismísima torre Eiffel, Abella no se lograba imaginar quiénes eran sus familiares cercanos.

—Odio los putos funerales —dijo él, con la voz ligeramente temblorosa. Parecía indignado, casi molesto consigo mismo por ser de esa manera—. Tuve que irme a la mitad. La gente tenía tan mala energía, tanta tristeza acumulada... no pude aguantarlo. Yo estaba absorbiendo todo, sumado a lo que ya sentía.

the heir | hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora