3: Abella.

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Aparte de su mejor amiga, Abella nunca había tenido a nadie con quien hablar realmente. Sus padres eran demasiado cerrados como para tener una conversación más allá de lo trivial, por lo cual se limitaban a temas superficiales o religiosos la mayoría del tiempo.

Abella tenía muy pobres habilidades sociales, y no quería arruinar todo. No quería asustarlo, pero sentía que, luego de todo lo que él le había contado, se lo debía. Le debía el contarle. Quería contarle.

—Pues yo nací en Madrid —dijo, pero luego se arrepintió, porque antes ya le había dicho que nunca había salido de Madrid, así que se le escapó una risa nerviosa—, obviamente. Madre profesora de física, padre profesor de biología. Ambos católicos a muerte. —cuando Luke le subió las cejas, Abella tuvo que reponer—. Sé lo que estás pensando, y sí, mis padres son de ese siete por ciento de la comunidad científica que se declaran devotos.

—¿Y tú lo eres?

Ella se quedó en silencio. Un año atrás, su respuesta habría sido instantánea y tajante. Habría dicho que sí, completa y totalmente segura, pero ya no estaba ni remotamente tan clara.

—Está bien que no sepas, Ella —volvió a utilizar ese apodo que nadie nunca había usado antes para referirse a ella.

Era la primera persona que conocía que pensaba de aquella forma, y de pronto deseó pensar así. Esa poca intensidad, esa poca necesidad de respuestas irrefutables era envidiable: debía vivir con una cantidad mínima de crisis existenciales, mientras que Abella tenía uno cada puto día.

—Mis padres estuvieron diez años intentando tener hijos hasta que me tuvieron a mí. Mi madre dice que cuando nací, fue conmigo a la iglesia de San Isidro a rezar por horas hasta que sintió que había agradecido lo suficiente. —pero Abella no lo contaba con amor, sino con desdén, porque esa historia la había oído tantas veces como un chantaje, que había perdido su belleza años atrás—. Entonces escuchó la voz de Jesucristo: le decía que debía protegerme de los hombres, que arruinarían mi inocencia y tendría un bebé a los quince años. Que tendrían que darme latigazos y que mi alma impura deambularía sin descanso por las calles de Madrid.

La cara de Luke era de asombro total. Quizá se trataba de que cuando Abella había dicho "católicos a muerte", se imaginó tan solo un par de crucifijos en la puerta de su casa. Guardaba silencio, sin embargo, prestándole toda su atención.

—Me inscribieron en una escuela católica de chicas. Nada de faldas, vestidos, fiestas, alcohol, cigarrillo ni mucho menos contacto alguno con hombres que no fueran los sacerdotes y padres cuando íbamos a misa, la cual era obligatoria todos los domingos. —Abella sintió repulsión de solo recordar a esos individuos—. Te imaginarás que las chicas comenzaron a conocer chicos, a escaparse e incluso a beber y fumar, pero yo no lo hice. Yo creía que si tocaba a un hombre iba a quedar embarazada, que me iban a dar latigazos y que mi alma estaría condenada.

Como nunca lo había dicho en voz alta, nunca se había dado cuenta de lo terrible que realmente era. De pronto se encontró sin nada más que agregar. Había llegado a la parte en que no sabía cómo expresarse, y mucho menos frente a un muchacho. Apretó el bolso que llevaba en el regazo, y tragó entero. Se rehusaba a mirar a Luke de nuevo, y su nerviosismo incrementaba.

—No tienes que contarme nada si no quieres, Ella —dijo él, inclinándose hacia ella, buscando que le mirara, pero sin lograrlo.

Pero eventualmente, Abella volvió a hablar.

—Lo siento. —soltó una risa falsa y desganada—. No he pasado por nada parecido a tu historia, soy demasiado dramática.

Y, bufando, por fin Luke logró que Abella le mirara.

—¿De verdad piensas que no haber pasado por lo que yo pasé hace menos válidas tus experiencias?

Y entonces Abella no podía dejar de mirarlo. No podía creer que alguien así hubiese coincidido con ella en un mísero tren de Bilbao, ni qué había hecho para merecerlo. Era casi como si hubiera caído del cielo. Cierta cantidad de confianza regresó gracias a eso, y pudo continuar.

—Cuando cumplí 16, mi madre dijo que Jesucristo había vuelto a hablarle. Dijo que yo había cumplido la primera prueba, pero que mis pensamientos impuros iban a llevarme a pecar, y mi castigo iba a ser morir antes de los veinte años. —hizo una pequeña pausa— Tienes que entender que yo creía que todo eso era cierto. No tenía idea de que mi madre estaba usando esto como método de control total sobre mí, hasta el año pasado, cuando sucedió el incidente de la casa de mi mejor amiga.

Recordarlo era sumamente desagradable, y le hacía sentir un amargo sabor en la boca, junto con el olor descriptivo de esos días.

—Puede que mi mejor amiga y yo hayamos sido algo más durante un tiempo —Abella esperaba un cambio de expresión en Luke, pero no sucedió—, pero se trataba de que ambas habíamos sido criadas en entornos similares, estábamos siendo reprimidas y nuestro único consuelo era la otra. Así que luego de años de amistad, por fin logré convencer a mi madre para que me dejara dormir en su casa. Ella dice que tuvo la intuición de que yo me había escapado para estar con un hombre, pero yo estaba con Ángela cuando ella intentó derribar la puerta. En eso, la madre de Ángela entró a la habitación y nos vio, así que me sacaron a patadas del lugar y llamaron a la policía para que se llevaran a mi madre.

Era la primera vez que le contaba esto a alguien, y no solo se sentía extraño, sino que era un alivio gigantesco.

—Tuve que ir a casa caminando. Eran veinte minutos de camino. Y en esos veinte minutos de pensar que algún loco saldría de la oscuridad a cumplir con la profecía, tomé una decisión. —Abella tenía lágrimas en los ojos, pero no pensaba dejarlas salir—. Decidí que, si cumplía veinte años, ese mismo día me iría y jamás volvería. Y así lo hice.

Luke sonrió con una expresión inconfundible: orgullo. Luego se inclinó hacia ella, apoyando los codos sobre las rodillas y descansando el mentón sobre sus dedos entrelazados. 

—Pues, feliz cumpleaños, Ella. 






misma historia de ayer: me muerto de sueño pero actualicé que es lo que importa

por cierto, ¿cuál es tu canción favorita de youngblood? la mía es lie to me por el momento. esperen unos días y ya será otra. 

espero que esta historia les esté gustando porque estoy poniendo mucho de mí en que funcione y toda esa paja.

gracias por leerme, los amo.

xx.

the heir | hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora