12: Una razón.

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Entonces, se hizo un profundo silencio. Luke recostaba sus codos sobre sus rodillas, entrelazando sus manos frente a su rostro. Era claro que por más que buscaba una respuesta, la misma le aterrorizaba. Y con muchísima razón.

Pero Abella no tenía idea de qué decir. No comprendía cómo era que la vida los había hecho cruzarse, casi como una desembocadura que ambos necesitaban. Se habían encontrado con el mero propósito de poder contarle este tipo de cosas a alguien, pues habían pasado años callando las partes más importantes de sus vidas, reprimiendo sensaciones, planeando en silencio, cerrándose por completo a otras personas.

Tan solo necesitaban a alguien que pudiera entender, alguien que no juzgara sino que escuchara, y ahí estaban: uno frente al otro. Y, en este preciso momento, Luke se había abierto, esperando cuál sería su reacción a lo que él consideraba la peor parte de su vida.

Y Abella no lo tenía muy claro. Es como cuando ves una película y te parece impresionante, pero es tan complicada y ajena a cualquier cosa que hayas vivido, que te cuesta identificarte lo suficiente como para ser capaz de emitir veredicto.

En este punto probablemente había pasado un minuto o dos, pero la tensión por parte de la expectativa de Luke era tan evidente que era claro que estaba a punto de caer en el cliché de pedir que "dijera algo", "cualquier cosa", y Abella no estaba dispuesta a dejar que sucediera.

—¿Haz recaído alguna vez? —le preguntó. Estaba seria, pero su tono era afable. —Él sacudió la cabeza, mirando hacia el suelo—. Así que lograste superarlo, ¿no es así?

Él sonrió en medio de un suspiro forzado.

—¿Qué cosa?, ¿la cocaína o el hecho de que jamás podré vivir una vida normal luego de que me volví adicto a ella? —Abella jamás había tenido contacto con alguien que hubiera sufrido de algo parecido, así que guardó silencio y le dejó continuar— El problema es que tuve que sacarme a mí mismo de esa situación porque me estaba destruyendo la vida, no porque no me gustara. Me encantaba, me sigue encantando y siempre lo hará. Para la mayoría, esta es una enfermedad que no tiene cura. El punto es quererte a ti mismo lo suficiente como para luchar todos los días. Y eso estoy intentando hacer.

Había algo en la manera en que ese hombre hablaba, las palabras que escogía y cómo las colocaba juntas, que podría haberle hecho creer a Abella que las montañas eran en verdad dinosaurios que se levantarían en cualquier momento. Sonaba sincero como los niños, dulce y crudo. Sobre todo sonaba hermoso.

Sí, eso era. Luke era simplemente hermoso.

—Sé que piensas que lo que acabas de decirme me asustará, porque todo lo que he aprendido durante toda mi vida ha sido a alejarme de este tipo de cosas, pero no corrí en el tren a Behobia, y no planeo correr ahora. —Luke frunció el ceño, probablemente preguntándose cómo es que esa había sido su reacción—. Tú me sacaste de España, yo te ayudaré a sacar a tus hermanas de esto. Es lo menos que puedo hacer.

—Te dije, Abella, que no me debes nada.

—Y yo te acabo de decir, Luke, que es lo menos que puedo hacer. Quiero hacerlo.

Él asintió y se puso de pie, evitando el borde de la terraza de manera evidente. Comenzó a dar pasos sin dirección determinada, pensando.

—Tenemos que buscarlas en los próximos días y traerlas aquí, directamente al helipuerto. Tenemos que viajar a Mónaco, el lugar seguro más cercano. Tendremos que pasar por Lyon, Montpellier, Niza y finalmente llegar a Fonvieille. Una vez ahí, puedo volver a recurrir a Jean.

—¿Y luego?

—El siguiente destino es Australia. Ahí Klara y Emilie estarán seguras.

La idea era simplemente descabellada para Abella. Esa cantidad de viajes en helicóptero, para luego irse en avión al otro lado del mundo, todo era posible para Abella solo en películas. Sabía que era algo que Luke había hecho antes, y que había sido criado en un mundo en donde hacer cualquier cosa era posible si se tenía la cantidad de dinero suficiente, pero para ella era imposible.

the heir | hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora