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―Espera.

Connor se detuvo. Estaba medio oculto entre las sombras, pero pude divisar el brillo que resaltó en el arma que llevaba en las manos. Sentí un escalofrío.

―¿Qué?

―Tengo que llamar a Logan.

―¿Para qué? ―frunció el ceño, como si le hubiera propuesto un plan suicida.

―Somos un equipo. No haremos esto sin los demás.

Además, habíamos quedado en que nos lo contaríamos todo. Si bien era cierto que me había callado lo de mi trabajo, al menos quería contarle lo que íbamos a hacer. Especialmente cuando se trataba de algo como meternos en un edificio con Ethan y sus amigos.

―Para cuando lleguen Ethan puede haberse ido ―me dijo, confundido―. No tenemos tiempo que perder.

―Lo siento, pero no iré sin ellos.

Él calibró un momento mis palabras, sospesando la situación. Quizá estaba siendo un poco infantil al negarme a meterme en ningún lado sin Logan. Aunque, en realidad, el problema era que una pequeña parte de mí tenía miedo de ir sin él. En cualquier caso, Connor suspiró y asintió una vez con la cabeza.

―Métete en el coche y llámalo, entonces. Voy a echar un vistazo por la zona, a ver si veo en qué edificio están.

―Empieza por la fábrica ―me escuché decir.

―Vale ―dijo, pero no parecía saber ni la existencia de la fábrica.

Vi cómo se internaba en las sombras y me apresuré a meterme en el coche haciendo el menor ruido posible. Saqué el móvil del bolsillo y marqué rápidamente el número de Logan ―sí, me lo sabía de memoria, había estado llamándolo durante meses―. Sin embargo, al llevarme el móvil a la oreja, me di cuenta de que no tenía cobertura.

Genial.

No tenía muchas alternativas. Aunque mandara un mensaje, no se enviaría hasta que llegara a un lugar con cobertura. Sólo me quedaba una alternativa.

Abrí la puerta lentamente y volví a cerrarla. Tenía la pistola en la parte trasera de los pantalones, con el seguro puesto. Sentía el frío tacto en la piel, cosa que me producía escalofríos. Miré a mi alrededor. La calle estaba completamente desierta, en silencio. No me moví durante unos segundos, escuchando con atención cualquier tipo de ruido. Nada. Las pocas farolas que había estaban fundidas o lejos de mí, así que me deslicé por la oscuridad con la única ayuda de la luz de la Luna hasta el jardín de una pequeña casa idéntica a las demás. Corrí la pequeña distancia que me separaba de un árbol bastante grande que había en medio de éste ―¿quién demonios tenía un árbol en medio del jardín?― y me escondí detrás del tronco, mirando el móvil.

―Vamos ―susurré, sonriente, al ver las barras de cobertura.

Marqué de nuevo el número de Logan y me llevé el móvil a la oreja. Sin embargo, al terminar la llamada no había respondido. Sonó el pitido indicando el mensaje que podía dejarle, pero colgué.

¿Tenías que elegir este momento para no cogerme el móvil, Logan, enserio?

Sólo me quedaban dos alternativas: llamar a Ryan o a Sophia. Porque no tenía el móvil de Jay y porque a Alice no iba a llamarla. Por encima de mi cadáver. Y Sophia había empezado a trabajar en una discoteca, por lo que estaría empezando su turno. Eso me dejaba con Ryan. Esperaba que cogiera el móvil. Era mi última esperanza.

―¿Sí? ―su voz distraída me llegó como una oleada de felicidad.

―¡Ryan! ―exclamé en voz tan baja como pude―. Tienes que avisar a Logan y venir a la vieja calle abandonada de...

PromisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora