Eran las dos de la mañana cuando Logan y yo nos dirigimos al coche de nuevo para volver a casa. Algunos invitados se habían ido en grupos a una discoteca que había ahí cerca, pero ninguno de nosotros quería ir con ellos. El aparcamiento estaba prácticamente vacío cuando llegamos, y había una ligera capa de humedad poco propia de una noche de verano. Le devolví la chaqueta a Logan en el interior del coche, él la lanzó al asiento de atrás.
―Deberías tratarla con más amor ―bromeé―. Con lo que cuestan...
―Te aseguro que no voy a volvérmela a poner nunca ―murmuró.
―¿Por qué las odias tanto?
―¿Sabes lo cómodo que es llevar sudaderas? Intenta ir en traje en pleno verano durante un día entero.
―¿Sabes lo cómodo que es llevar zapatillas? Intenta llevar tacones toda una noche.
―Vale ―sonrió, mientras encendía el motor―. Tú ganas. No sé cómo no te has caído todavía con esas cosas.
Reí mientras me quitaba los tacones y los dejaba en el suelo del asiento trasero. Suspiré de alivio.
―Mejor.
―A casa, entonces ―murmuró Logan.
―¿Y mi padre?
―Estaba hablando con su novia acerca de pasar la noche en su casa ―me sonrió―. Ya sabes. Tiene un tablero de ajedrez y no puede jugar sola.
―Sí. Seguro que es eso.
―Te será más cómodo pensar que es eso.
―Si tú lo dices...
Mi gran amistad con mi nueva madrastra, o lo que fuera, no había cambiado en absoluto durante la boda. Cuando se habían acercado a mi madre y a su nuevo marido, a Alex no se le había ocurrido nada mejor que comentar: ese tipo de cuello no favorece a las mujeres... ya sabes... rellenitas. La cara de mi madre había sido para hacer una foto y enmarcarla, mientras Giovanni se quedaba mirando a Alex con los ojos muy abiertos. ¿Y qué había hecho mi padre mientras? Sonreír como un bobo enamorado.
Qué asco.
―Quizás podría aprovechar para colarme en tu casa. Siempre vamos a la mía.
―Una cosa es que mi padre acepte que su niñita tiene novio y la otra es que te deje dormir en mi cama.
―Pero él no se enterará... ―empezó a inclinarse hacia mí con una sonrisa juguetona.
―Se supone que yo soy la atrevida de esta relación ―fruncí el ceño, divertida.
―¿Perdona? Yo soy más atrevido que tú.
―Si no hubiera sido por mí no habríamos cruzado nunca la segunda base.
―Si no hubiera sido por mí nunca nos habríamos besado, señorita aléjate de mí.
―Lo que tú digas, señorito ojalá pudiera.
Cuando me eché hacia delante para besarlo, estaba sonriendo bajo mis labios. Cerré los ojos mientras le sujetaba la cara con las manos en sus mejillas. Logan apoyó una mano en la parte de atrás del asiento para inclinarse hacia delante al tiempo que yo seguía tirando de él. Empezó a reírse cuando lo cogí de los brazos y empecé a tironear.
―¿Qué haces?
―Estoy demostrando quién es la atrevida aquí.
―Tenía la esperanza de no ser la atrevida.
Me impulsé con un pie al lado de la guantera para quedar tumbada sobre el asiento con la cabeza en el cristal, él se quedó inclinado sobre mí, divertido. Lo cogí de la nuca y volví a besarlo con esos tipos de besos que reservaba para cuando estábamos a solas en su dormitorio. No tardó en reaccionar y dejó de sonreír, apoyando una rodilla entre mis piernas en el asiento para quedar encima de mí, con parte de su peso apretándome contra el cuero. Clavé los dedos en sus brazos mientras empezaba a notar que mi respiración se volvía artificial. Los cristales empezaron a empañarse y apreté las piernas contra sus caderas al tiempo que mi vestido iba subiendo y sus manos bajando...
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Promises
RomanceSegundo libro → encontrarás el primero (Essence) en mi perfil. Mia Brenan sabía pocas cosas en cuanto a la vida, pero se las apañaba bien. Sabía que su deber era ir a la Universidad; sabía que debía disfrutar de sus últimos años antes de convertirse...